ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


domingo, 3 de mayo de 2020

LO MEJOR DE "EN EL ENJAMBRE" (BYUNG-CHUL HAN)

En el enjambre :: Herder Editorial

Ante el vertiginoso crecimiento del medio electrónico, Marshall McLuhan, teórico de los medios, advertía en 1964: «La tecnología eléctrica ya está dentro de nuestros muros y estamos embotados, sordos, ciegos y mudos ante su encuentro con la tecnología de Gutenberg».1 Algo semejante sucede hoy con el medio digital. Somos programados de nuevo a través de este medio reciente, sin que captemos por entero el cambio radical de paradigma. Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra convivencia. Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual. (...)
 
«Respeto» significa, literalmente, «mirar hacia atrás». Es un mirar de nuevo. En el contacto respetuoso con los otros nos guardamos del mirar curioso. El respeto presupone una mirada distanciada, un pathos de la distancia. Hoy esa actitud deja paso a una mirada sin distancias, que es típica del espectáculo. El verbo latino spectare, del que toma su raíz la palabra «espectáculo», es un alargar la vista a la manera de un mirón, actitud a la que le falta la consideración distanciada, el respeto (respectare). La distancia distingue el respectare del spectare. Una sociedad sin respeto, sin pathos de la distancia, conduce a la sociedad del escándalo. El respeto constituye la pieza fundamental para lo público. Donde desaparece el respeto, decae lo público. La decadencia de lo público y la creciente falta de respeto se condicionan recíprocamente. Lo público presupone, entre otras cosas, apartar la vista de lo privado bajo la dirección del respeto. El distanciamiento es constitutivo para el espacio público. Hoy, en cambio, reina una total falta de distancia, en la que la intimidad es expuesta públicamente y lo privado se hace público. Sin distancia tampoco es posible ningún decoro. (...)
El respeto va unido al nombre. Anonimato y respeto se excluyen entre sí. La comunicación anónima, que es fomentada por el medio digital, destruye masivamente el respeto. Es, en parte, responsable de la creciente cultura de la indiscreción y de la falta de respeto. También la shitstorm* es anónima. Ahí está su fuerza. Nombre y respeto están ligados entre sí. El nombre es la base del reconocimiento, que siempre se produce nominalmente. Al carácter nominal van unidas prácticas como la responsabilidad, la confianza o la promesa. La confianza puede definirse como una fe en el nombre. Responsabilidad y promesa son también un acto nominal. El medio digital, que separa el mensaje del mensajero, la noticia del emisor, destruye el nombre. La shitstorm tiene múltiples causas. Es posible en una cultura de la falta de respeto y la indiscreción. Es, sobre todo, un fenómeno genuino de la comunicación digital. (...)
 el-roto-nuevas-tecnologias | Humor grafico, Vinetas y Tecnologia
El tejido digital favorece la comunicación simétrica. Hoy en día los participantes en la comunicación no consumen las informaciones de modo pasivo sin más, sino que ellos mismos las engendran de forma activa. Ninguna jerarquía inequívoca separa al emisor del receptor. Cada uno es emisor y receptor, consumidor y productor a la vez. Pero esa simetría es perjudicial al poder. La comunicación del poder transcurre en una sola dirección, a saber, desde arriba hacia abajo. El reflujo comunicativo destruye el orden del poder. La shitstorm es una especie de reflujo, con todos sus efectos destructivos. (...)
La persona respetable incluso es imitada como modelo. La imitación corresponde a la obediencia, pronta a ejercitarse ante el poder. Justo allí donde desaparece el respeto surge la shitstorm ruidosa. A una persona de respeto no la cubrimos con una shitstorm. El respeto se forma por la atribución de valores personales y morales. La decadencia general de los valores erosiona la cultura del respeto. Los modelos actuales carecen de valores interiores. Se distinguen sobre todo por cualidades externas. El poder es una relación asimétrica. Funda una relación jerárquica. La comunicación del poder no es dialogística. El respeto, en contraposición al poder, no es por definición una relación asimétrica. Es cierto que el respeto se otorga con frecuencia a modelos o superiores, pero en principio es posible un respeto recíproco, que se basa en una relación simétrica de reconocimiento. (...)
 El Roto | Opinión | EL PAÍS
Las olas de indignación son muy eficientes para movilizar y aglutinar la atención. Pero en virtud de su carácter fluido y de su volatilidad no son apropiadas para configurar el discurso público, el espacio público. Para esto son demasiado incontrolables, incalculables, inestables, efímeras y amorfas. Crecen súbitamente y se dispersan con la misma rapidez. En esto se parecen a las smart mobs (multitudes inteligentes). Les faltan la estabilidad, la constancia y la continuidad indispensables para el discurso público. No pueden integrarse en un nexo estable de discurso. Las olas de indignación surgen con frecuencia a la vista de aquellos sucesos que tienen una importancia social o política muy escasa. La sociedad de la indignación es una sociedad del escándalo. Carece de firmeza, de actitud. La rebeldía, la histeria y la obstinación características de las olas de indignación no permiten ninguna comunicación discreta y objetiva, ningún diálogo, ningún discurso. Ahora bien, la actitud es constitutiva para lo público. Y para la formación de lo público es necesaria la distancia. Además, las olas de indignación muestran una escasa identificación con la comunidad. De este modo, no constituyen ningún nosotros estable que muestre una estructura del cuidado conjunto de la sociedad. (...)
 Actúa - Observatorio del Laicismo - Europa Laica
La indignación digital no puede cantarse. No es capaz de acción ni de narración. Más bien, es un estado afectivo que no desarrolla ninguna fuerza poderosa de acción. La distracción general, que caracteriza a la sociedad de hoy, no permite que aflore la energía épica de la ira. La cólera, en sentido enfático, es más que un estado afectivo. Es una capacidad de interrumpir un estado existente y de hacer que comience un nuevo estado. La actual multitud indignada es muy fugaz y dispersa. Le falta toda masa, toda gravitación, que es necesaria para acciones. No engendra ningún futuro. (...)
El enjambre digital no es ninguna masa porque no es inherente a ninguna alma, a ningún espíritu. El alma es congregadora y unificante. El enjambre digital consta de individuos aislados. La masa está estructurada por completo de manera distinta. Muestra propiedades que no pueden deducirse a partir del individuo. En ella los individuos particulares se funden en una nueva unidad, en la que ya no tienen ningún perfil propio. Una concentración casual de hombres no forma ninguna masa. Por primera vez un alma o un espíritu los fusiona en una masa cerrada, homogénea. Al enjambre digital le falta un alma o un espíritu de la masa. Los individuos que se unen en un enjambre digital no desarrollan ningún nosotros. (...)
El homo digitalis es cualquier cosa menos nadie. Él mantiene su identidad privada, aun cuando se presente como parte del enjambre. En efecto, se manifiesta de manera anónima, pero por lo regular tiene un perfil y trabaja incesantemente para optimizarlo. En lugar de ser nadie, es un alguien penetrante, que se expone y solicita la atención. En cambio, el nadie de los medios de masas no exige para sí ninguna atención. Su identidad privada está disuelta. Se disuelve en la masa. Y en esto consiste también su dicha. No puede ser anónimo porque es un nadie. Ciertamente, el homo digitalis se presenta con frecuencia de manera anónima, pero no es ningún nadie, sino que es un alguien, a saber, un alguien anónimo. (...)
Según Michael Hardt y Antonio Negri, la globalización desarrolla dos fuerzas contrapuestas. Por una parte, erige un orden capitalista de dominación descentrado, desligado del territorio, a saber, el «imperio global». Por otra parte, produce la llamada «multitud», una composición de singularidades que se comunican entre sí y actúan en común a través de la red. Se opone al imperio dentro del imperio. Hardt y Negri construyen su modelo de teoría sobre la base de categorías históricamente superadas, tales como clases y lucha de clases. Así, ellos definen la «multitud» como una clase que es capaz de acción común. En una primera aproximación la multitud ha de entenderse como composición de todos aquellos que trabajan bajo el dominio del capital y, en consecuencia, potencialmente como la clase que se resiste al dominio del capital. (...)
Hablar de clase solo tiene sentido dentro de una pluralidad de clases. Y lo cierto es que la multitud es la única clase. Pertenecen a ella todos los que participan en el sistema capitalista. El imperio global no es ninguna clase dominante que explote a la multitud, pues hoy cada uno se explota a sí mismo, y se figura que vive en la libertad. (...)
Los sujetos neoliberales de la economía no constituyen ningún nosotros capaz de acción común. La creciente tendencia al egoísmo y a la atomización de la sociedad hace que se encojan de forma radical los espacios para la acción común, e impide con ello la formación de un poder contrario, que pudiera cuestionar realmente el orden capitalista. El socio deja paso al solo. Lo que caracteriza la actual constitución social no es la multitud, sino más bien la soledad (non multitudo, sed solitudo). Esa constitución está inmersa en una decadencia general de lo común y lo comunitario. Desaparece la solidaridad. La privatización se impone hasta en el alma. La erosión de lo comunitario hace cada vez menos probable una acción común. (...)
El cómic y la sociedad del consumo – Tiempo de actuar 
El medio digital es un medio de presencia. Su temporalidad es el presente inmediato. La comunicación digital se distingue por el hecho de que las informaciones se producen, envían y reciben sin mediación de los intermediarios. No son dirigidas y filtradas por mediadores. La instancia intermedia que interviene es eliminada siempre. La mediación y la representación se interpretan como intransigencia e ineficiencia, como congestión del tiempo y de la información. Un clásico medio electrónico de las masas como la radio solo admite una comunicación unilateral. En virtud de su estructura anfiteatral, no es posible ninguna interacción. Su irradiación radiactiva, por así decirlo, queda sin reverberación. Irradia en una dirección. Los receptores del mensaje son condenados a la pasividad. La red se diferencia por completo en su topología del anfiteatro, que tiene un centro irradiante. Este centro se manifiesta también como instancia del poder. Hoy ya no somos meros receptores y consumidores pasivos de informaciones, sino emisores y productores activos. Ya no nos basta consumir informaciones pasivamente, sino que queremos producirlas y comunicarlas de manera activa. Somos consumidores y productores a la vez. Esta doble función incrementa enormemente la cantidad de información. (...)

sábado, 2 de mayo de 2020

"La tarde de 1995 que maté a mi sobrina..." (Hernán Casciari)


«El 14 de noviembre de 1995 maté sin querer a la hija mayor de mi hermana, haciendo marchatrás con el auto.
Entre el impacto seco, los gritos de pánico de mi familia y el descubrimiento de que en realidad había chocado contra un tronco, ocurrieron los diez segundos más intensos de mi vida. Diez segundos durante los que me aferré al tiempo y supe que todo futuro posible sería un infierno interminable.

Yo vivía en Buenos Aires y había viajado a Mercedes para festejar el cumpleaños número ochenta de mi abuela paterna (por eso recuerdo la fecha exacta: porque en unos días mi abuela cumplirá noventa,
porque en unos días se cumplirán diez años de esto que ahora narro y que me marcó como ninguna otra cosa, ni buena ni mala, en la vida).

Festejábamos el aniversario de mi abuela con un asado en la quinta; ya estábamos en la sobremesa familiar. A las tres de la tarde le pido prestado el auto a Roberto para ir hasta el diario a entregar un reportaje. Me subo al coche, vigilo por el espejo retrovisor que no haya chicos rondando y hago marchatrás para encarar la tranquera y salir a la calle.
Entonces siento el golpe, seco contra la parte de atrás del auto, y se detiene el mundo para siempre.

A cuarenta metros, en la mesa donde todos conversan, mi hermana se levanta aterrada y grita el nombre de su hija. Mi madre, o mi abuela, alguien, también grita:
—¡La agarró!

Entonces me doy cuenta de que mi vida, tal y como estaba transcurriendo, había llegado al final. Mi vida ya no era.
Lo supe inmediatamente. Supe que mi sobrina, de tres años, estaba detrás del auto; supe que, a causa de su altura, yo no habría podido verla por el espejo antes de hacer marchatrás; supe, por fin, que efectivamente acababa de matarla.

Diez segundos es lo que tardan todos en correr desde la mesa hasta el auto.
Los veo levantarse, con el gesto desencajado, veo un vaso de vino interminable cayendo al suelo. Los veo a ellos, de frente, venir hasta mí.
Yo no hago nada; ni me bajo del coche,
ni miro a nadie: no tengo ojos que dedicarle al mundo real, porque ya ha empezado mi viaje fatal en el tiempo, mi larguísimo viaje que en la superficie duraría diez segundos pero que, dentro mío, se convertirá en una eternidad pegajosa.

En ese momento (no sé por qué es tan grande la certeza) no tengo dudas sobre lo que acabo de hacer. No pienso en la posibilidad de que sea un tronco lo que he embestido, ni pienso que mi sobrina está durmiendo la siesta dentro de la casa. Lo veo todo tan claro, tan real, que solamente me queda pensar por última vez en mí antes de dejarme matar.

“Ojalá el Negro me mate” —pienso—, “ojalá sea tan grande su enajenación de padre salvaje, tan grande su rabia, que me pegue hasta matarme y no me dé la opción de tener que suicidarme yo mismo, esta noche, con mis propias manos, porque soy cobarde y no podría hacerlo, porque cometería la peor de todas las bajezas: me iría a Finlandia”.
Utilizo esos diez segundos, los últimos de calma que tendré en toda mi vida, para pensar en quien ya no seré nunca más.

Tenía casi veinticinco años, estaba escribiendo una novela larguísima y placentera,
vivía en una casa preciosa del barrio de Villa Urquiza, con una mesa de pinpón en la terraza y toda la vida por delante, trabajaba en una revista donde me pagaban muy bien, tenía una vida social intensa, era feliz, y entonces mato a mi ahijada de tres años y se apagan todas las luces de todas las habitaciones de todas las casas en las que podría haber sido feliz en el futuro. Lo pienso de ese modo, desapasionadamente, porque ya no tengo ni cuerpo con el que temblar.

En esos diez segundos, en donde el tiempo real se ha roto literalmente, en donde el cerebro trabaja durante horas para instalarse en un recipiente de diez segundos,
descubro con nitidez que mis únicas opciones —si mi cuñado no me hace el favor de matarme allí mismo— son las de huir (huir de inmediato, sobornar a alguien y escapar del país) o suicidarme. Lo que más me duele, tal como están las cosas, es que no podré volver a escribir literatura, ni a reír.

Durante mucho tiempo, durante años enteros, me siguió sorprendiendo la frialdad con que asumí la catástrofe en esos diez segundos en que había matado a mi sobrina.
No fue exactamente frialdad, sino algo peor: fue un desdoblamiento del alma, una objetividad inhumana. Me dolía saber que ya no podría escribir, que en el suicidio o en la huida —aún no había optado con qué quedarme— no existiría esa opción: la de los placeres.

Podía irme a Finlandia, sí, a cualquier país lejano y frío, podía no llamar nunca más a mi familia ni a los amigos, podía convertirme en fiambrero en un supermercado de Hämeenlinna, pero ya no podría volver a escribir, ni amar a una mujer, ni pescar.
Me daría vergüenza la felicidad, me daría vergüenza el olvido y la distracción.
La culpa estaría allí involuntariamente,
pero cuando comenzara la falsa calma o el olvido momentáneo, yo mismo regresaría a la culpa para seguir sufriendo. La vida había terminado. Yo debía desaparecer.

Pero si desaparecía, qué. Qué importancia podía tener darles a ellos la serenidad de no ver nunca más al asesino. Ellos, mi familia, los que ahora corrían lentamente desde la mesa al coche para matarme o para ver el cadáver de un niño, podrían creerme exiliado, lleno de dolor y de miedo, temeroso y ruin,
o agorafóbico; o podrían sospecharme loco, como esas personas que pierden el rumbo y la memoria después de los terremotos; alucinado, mendigo, enfermo; podrían hasta perdonarme pues me creerían fuera de toda felicidad, fuera de todo placer. Matarían a quien blasfemara mi memoria diciendo que se me ha visto reír en una ciudad finlandesa, a quien dijera que se me ha visto beber en un bar de putas, o escribir un cuento, ganar dinero, seducir a una mujer, acariciar un gato, pescar bogas o dar limosna a un marroquí en el metro. No creerían que alguien (ya no yo en particular, sino que nadie) fuese capaz de semejante flaqueza, de tan penoso olvido, de matar y no llorar, de escapar y no seguir pensando en la tarde de verano en que una niña de tu sangre ha muerto bajo las ruedas del coche.

Diez segundos eternos hasta que alguien ve el tronco y todos olvidan la situación.

Nadie, ninguna de todas las personas que almorzaban aquella tarde de hace diez años en Mercedes, recuerda ahora esta anécdota. Nadie ha tenido pesadillas con estas imágenes: sólo yo me he despertado transpirado durante años enteros, cuando esos diez segundos regresan por la noche sin el final feliz del tronco; para ellos no ocurrió más que la abolladura de un guardabarros al final de la primavera.

Nada malo pasó aquella tarde, ni nada malo ocurrió, antes o después, en mi vida.
Han pasado diez años desde entonces y todo ha sido un remanso en el que nunca lo irreversible se ha metido conmigo.
¿Por qué entonces, en estos días, siento que he cumplido sólo diez, y no treinta y cinco años? ¿Por qué le doy más importancia a esta fecha en que no maté a nadie, que a aquella otra fecha anterior en que salí de mi madre dando un grito eufórico de vida?
¿Por qué algunas noches me despierto y descubro que me falta el aire, y recuerdo como real el frío de una cabaña en Finlandia,
y me encuentro con las hilachas de la angustia y el exilio, y me ahoga la cobardía de no haber tenido la voluntad de suicidarme?

Es la fragilidad de la paz la que nos devuelve al escalofrío y a la incertidumbre. Es la velocidad infernal de la desgracia, que acecha como un águila en la noche, la que sigue allí escondida para quitarnos todo y dejarnos aferrados a un volante y pensando que la única opción es morir solos en Finlandia, con los ojos secos de no llorar.

Por suerte, casi siempre es un tronco y vivimos en paz. Pero todos sabemos, por debajo de la risa y del amor y del sexo y de las noches con amigos y de los libros y los discos, que no siempre es un tronco.
A veces es Finlandia».
Hernán Casciari 
Finlandia.

domingo, 26 de abril de 2020

LO MEJOR DE "LAS NUEVAS CARAS DE LA DERECHA" (Enzo Traverso)

Las nuevas caras de la derecha: Conversaciones con Régis Meyran ...

En 2015 la crisis griega mostró el verdadero poder de la Unión: la troika –el Banco Central Europeo (BCE), el FMI y la Comisión Europea, que es su faceta política y reside en Bruselas–. Es sorprendente comprobar que –después de haber dado pruebas de nula flexibilidad con respecto a la deuda griega, la de un país cuya economía es saqueada por los grandes bancos internacionales–, con todo, la Unión Europea se haya mostrado por completo impotente ante la crisis de los refugiados. El armonioso coro de los ministros de Economía y Finanzas dejó su lugar a la cacofonía de las xenofobias nacionales, con el cierre de las fronteras entre los países miembros. Ese espectáculo indecente es una de las principales fuentes de legitimación de todos los movimientos nacionalistas, xenófobos y populistas vituperados por nuestras élites europeas. Entre 2004 y 2014, la Comisión fue presidida por José Manuel Durão Barroso, actual asesor de Goldman Sachs; en 2014 lo reemplazó Jean-Claude Juncker, que durante veinte años dirigió el paraíso fiscal luxemburgués. Otro exponente de Goldman Sachs, Mario Draghi, dirige el BCE. Al lado de estos personajes, Adenauer, De Gasperi y Schuman parecen gigantes, hombres de Estado sabios, previsores y valientes. (...)
Si después del trauma del Brexit la Unión Europea no es capaz de cambiar de rumbo, uno se pregunta cómo puede (y si acaso merece) sobrevivir. Hoy, lejos de proponerse como barrera contra el ascenso de las derechas extremas, las legitima y alimenta. (...)
Esta hipótesis no puede excluirse y por eso insisto en el carácter transitorio e inestable de las derechas “posfascistas”. Pero todavía no hemos llegado a esa instancia. Actualmente, las fuerzas que dominan la economía global –el capitalismo financiero– no apuestan a Marine Le Pen, como vimos durante las elecciones presidenciales en Francia, ni a los otros movimientos xenófobos y posfascistas del Viejo Mundo: sostienen la Unión Europea. Por eso se opusieron al Brexit y por eso, en la campaña electoral estadounidense, Wall Street apoyó a Hillary Clinton, no a Donald Trump. El escenario antes descrito, de llegada del FN al poder y disgregación de la Unión Europea, implicaría una recomposición del bloque social y político dominante a escala continental. (...)
la extrema derecha exhibe rostros diferentes y no se la puede combatir de la misma manera en Grecia, España y Francia. (...)
 Viñeta: Forges | Opinión | EL PAÍS
 POPULISMOS
no impugno la calificación de “populista” para ciertos movimientos políticos, porque puede tener su pertinencia, pero representa un problema cuando se la utiliza como sustantivo, como concepto.[4] Prefiero utilizarla como adjetivo. Como fenómeno político con todas las de la ley, con su perfil y su ideología, creo que el populismo no parece corresponderse con la realidad contemporánea. Tiene un estatuto consensual y hasta muy sólido en el plano historiográfico para fenómenos políticos del siglo XIX, como el populismo ruso y el populismo estadounidense, el boulangismo francés en los comienzos de la Tercera República e incluso, en el siglo XX, la gran variedad de populismos latinoamericanos.[5] Pero el populismo es ante todo un estilo político, no una ideología. Llegado el caso, es un método retórico consistente en exaltar las virtudes “naturales” del pueblo, en oponer el pueblo a las élites, la sociedad civil al sistema político, para movilizar a las masas contra “el sistema”. Ahora bien, encontramos esta retórica en movimientos y líderes políticos muy diferentes unos de otros. (...)
 El "o nosotros o el caos" no es de El Roto: la viñeta de 'Hermano ...
En el transcurso de estos últimos años se tildó de adherentes al “populismo” a Nicolas Sarkozy, Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon en Francia; a Silvio Berlusconi, Matteo Salvini y Beppe Grillo en Italia; a Jeremy Corbyn en el Reino Unido; a Donald Trump y Bernie Sanders en los Estados Unidos; a Hugo Chávez en Venezuela; a Evo Morales en Bolivia; a Néstor Kirchner y luego a su mujer Cristina en la Argentina… Dada la extrema diversidad de estos personajes, la palabra “populismo” se ha convertido en una cáscara vacía, que puede llenarse con los contenidos políticos más diferentes. En el fondo, comparto el análisis de Marco d’Eramo, quien, más allá de la elasticidad y la ambigüedad del concepto, enfoca la atención en sus usos.[6] A su juicio, “populismo” es una categoría que califica más a quienes la utilizan que a quienes suelen verse descriptos por ella. No es más que un arma de combate político que apunta a estigmatizar al adversario. (...)
¡Según esta lógica, todos aquellos que critican la política neoliberal de la Comisión Europea, el FMI y el BCE –el verdadero gobierno europeo– serían populistas! Por lo demás, a Syriza en Grecia hasta 2015 y a Podemos en España –hoy en día– se los califica habitualmente de tales. Y de ese modo, Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon en Francia, Donald Trump y Bernie Sanders en los Estados Unidos… caen todos en la misma bolsa y con eso se ignoran alegremente sus radicales divergencias ideológicas. (...)
Hay una diferencia fundamental entre las izquierdas de América Latina y los movimientos posfascistas europeos a los cuales se suele ubicar juntos en la categoría de populismo. Tome el caso de Hugo Chávez: era un populista en todo su esplendor, en el sentido de estilo político. A menudo utilizaba la demagogia como técnica de comunicación, apelaba regularmente al pueblo, del cual pretendía ser la encarnación. A veces incluso con buenos motivos, porque fue un levantamiento popular lo que lo salvó durante un intento de golpe de Estado organizado por la derecha venezolana y el embajador de los Estados Unidos en 2002. Ahora bien, los populismos de América Latina, más allá de todos sus límites, intentan redistribuir la riqueza a fin de incluir en el sistema político a estratos sociales que están excluidos de él. Esta política económica puede discutirse, por supuesto –la incapacidad de diversificar la economía de Venezuela apoyada en los pilares de la renta petrolera, que representa la casi totalidad de la riqueza del Estado, llevó al país al borde de la catástrofe después de la caída del precio del barril–; pero su objetivo es esencialmente social. A la inversa, los partidos “populistas” de Europa occidental se caracterizan por la xenofobia y el racismo, y se asignan el objetivo de excluir a categorías enteras de la población. Marco Revelli tiene razón cuando define al populismo de derecha como una “enfermedad senil” de la democracia liberal, una “rebelión de los incluidos” que quedaron marginados. (...)
 Estas 17 viñetas reflejan cómo nos ha sorprendido la victoria de ...
Hasta la víspera de las elecciones, la totalidad de los medios consideraba tan inevitable el triunfo de Hillary Clinton que el resultado final fue una sorpresa y un profundo trauma. Según The New York Times, la candidata demócrata tenía más del 80% de posibilidades de ganar, y desde su derrota una parte de la opinión pública tuvo la impresión de sumirse de pronto en una pesadilla, de vivir una historia contrafáctica, una ucronía, como el triunfo de Charles Lindbergh en 1941 descrito por Philip Roth en La conjura contra América o los Estados Unidos de la posguerra dominados por los nazis y el Japón imperial en El hombre en el castillo.[b] Dado que se consideraba inexorable la victoria de Hillary Clinton, la llegada de Trump pareció la violación de una “ley de la historia”. Por provenir de Italia, un país que pasó por la experiencia de veinte años de berlusconismo, mi sorpresa no fue tanta; desde luego, tuve una reacción un poco “desganada” (y estaría “desencantado” de antemano), aunque reconozco que las consecuencias de la victoria de Trump serán tanto más profundas. Si los resultados del escrutinio se miran con más detenimiento, hace falta derivar una conclusión bastante clara: en vez una enorme oleada neoconservadora, que no se produjo, antes bien los medios no supieron prever el derrumbe del voto demócrata. Trump ganó gracias al sistema electoral estadounidense, con muchos menos votos no sólo que Hillary Clinton (una diferencia de casi tres millones) sino también, probablemente, que Mitt Romney en 2002. Lo que explica su triunfo es la caída en picada de Clinton en algunos estados de la Unión tradicionalmente demócratas. No asistimos a la fascistización de los Estados Unidos, un país hipnotizado por un nuevo jefe carismático; nos enfrentamos al rechazo profundo del establishment político y económico por una abstención masiva y, a la vez, un voto protesta conquistado por un político demagogo y populista. (...)
 Qué hubiera pasado si EEUU hubiera apoyado a Hitler y el nazismo?
varios rasgos de Trump que recuerdan mucho a los líderes fascistas clásicos: Trump se presenta como un “hombre de acción”, no de pensamiento; da pruebas de un machismo a ultranza y ultrajante al exhibir su virilidad de manera muy vulgar y agresiva; se muestra intolerante frente a cualquier crítica; hace del racismo y la xenofobia un arma de propaganda, al proponer expulsar a los musulmanes y los latinos de los Estados Unidos, elogiar a la policía cuando los agentes matan a afroamericanos e incluso sugerir que, por sus orígenes, Obama no sería un verdadero estadounidense; llega la fibra chovinista de su electorado y se erige en defensor de las clases populares golpeadas por la desindustrialización del país y la crisis económica que, desde 2008, profundizó aún más las desigualdades sociales.[9] Con su carisma acapara las pantallas (las “atraviesa”), exhibe su autoritarismo y se vale de la demagogia para que los estadounidenses comunes y corrientes (entre quienes no se cuenta y a quienes explota desde siempre) se opongan al sistema político corrupto de Washington. Durante los debates televisivos con Hillary Clinton, llegó a amenazar con ponerla entre rejas una vez elegido presidente. Todos estos rasgos fascistoides son innegables, pero el fascismo no se reduce a la personalidad de un líder político. (...)
 Trump condena
En verdad, detrás de Trump no hay un movimiento fascista. Trump no es el jefe de un movimiento de masas; es una estrella de las pantallas de televisión. Desde ese punto de vista, sería tanto más comparable con Berlusconi que con Mussolini. (...)
Trump es antiestatista y más bien aislacionista, porque querría poner fin a las guerras estadounidenses y (entre muchas contradicciones) promueve una reconciliación con la Rusia de Putin. El fascismo siempre sostuvo la idea de comunidad nacional o racial, mientras que Trump predica el individualismo. Encarna la versión xenófoba y reaccionaria del “americanismo”: el self-made man propio del darwinismo social, el justiciero que reivindica su derecho a portar armas, el resentimiento de los blancos que se volvieron minoría en un país de inmigración. Ha cosechado los votos de una cuarta parte del cuerpo electoral e interpretado así el miedo y las frustraciones de una minoría, como lo había hecho el nacionalismo WASP (White Anglo-Saxon Protestant) hace un siglo, cuando se levantaba contra la llegada de inmigrantes católicos, ortodoxos y judíos del sur y del este de Europa. Así, cabría definir a Trump como un líder posfascista sin fascismo y, según hace el historiador Robert O. Paxton, agregar que sus posturas fascistas son inconscientes e involuntarias, porque, sin lugar a duda, jamás leyó siquiera un libro sobre Hitler o Mussolini.[10] Lo cierto es que Trump es una mina flotante, imprevisible e incontrolable. (...)
Red Corsaria #1: Rednecks, antipoesía y mucho más 
Trump pretende defender a las clases populares que han sido duramente golpeadas por la crisis económica de 2008 y la desindustrialización del país, y para hacerlo no denuncia a su principal responsable, el capital financiero, sino que señala chivos expiatorios. Su campaña reproducía varios rasgos del antisemitismo fascista de la década de 1930, que defendía una mítica comunidad nacional, étnicamente homogénea, contra sus enemigos. Para el fascismo se trataba en primer lugar de los judíos; Trump ha modificado y ampliado la lista, que ahora incluye a los negros, los latinos, los musulmanes y los inmigrantes no blancos. La increíble escisión revelada por el escrutinio entre las zonas rurales y las zonas urbanas de los Estados Unidos (Trump perdió en todas las ciudades, incluidos los estados donde ganó con más del 60% de los votos) muestra el muy antiguo vínculo entre la crisis económica y la xenofobia. Hay un temor y una reacción xenófoba de la nación profunda, blanca, frente a la expansión irresistible de una nación multiétnica, que la política del chivo expiatorio amplifica y explota. En la retórica de Trump, la palabra establishment reproduce y reformula el viejo cliché antisemita de una comunidad virtuosa, armoniosa y apacible, arraigada en un territorio, amenazada por la metrópoli anónima, intelectual, cosmopolita y corrupta. (...)
el posfascismo ya no expresa valores “fuertes” como sus ancestros de la década de 1930, pero pretende llenar el vacío dejado por la política reducida a lo impolítico. Sus recetas son políticamente reaccionarias y socialmente regresivas. (...)
Frente al descrédito de la política, propician un modelo de democracia plebiscitaria que suprime cualquier deliberación colectiva en una relación fusional entre el pueblo y el líder, la nación y su jefe. (...)
Podemos marca distancia con Syriza ante el 24-M tras el fiasco del ... 
El programa de Podemos (o de Syriza en 2015, momento de su primera victoria electoral) se opone radicalmente a las políticas neoliberales de la troika y podría parecer moderado si se lo compara con los proyectos sociales del programa común de la Unión de la Izquierda en Francia, de la socialdemocracia alemana o del Partido Comunista Italiano de la década de 1970. Ocurre, simplemente, que hemos entrado en un nuevo régimen de historicidad. En el mundo neoliberal, la defensa del Estado de bienestar parece subversiva. (...)
 Farage del Reino Unido critica a Macron de Francia y lo llama ...
Macron encarna un nuevo populismo, neoliberal, postideológico, “liberal-libertario”. Muchos progresistas se vieron seducidos por el encanto de este joven político que, por sus modales y su cultura, parece estar en las antípodas de la vulgaridad de Berlusconi (ni que hablar de Donald Trump). Pero una vez más, como siempre en el populismo, todo eso describe un estilo político. Detrás de sus modos afables hay una nueva concepción de la política que, casi sin mediaciones, expresa el nuevo ethos de la era neoliberal: la competición, la vida concebida como desafío y organizada según un modelo empresarial. Macron no es de derecha ni de izquierda, encarna al homo oeconomicus que ingresó a la política. No quiere una oposición del pueblo a la élite, propone al pueblo la élite como modelo. Su léxico es el de la empresa y de los bancos; quiere ser el presidente de un pueblo productor, creador, dinámico, capaz de innovar y de… obtener ganancias. Pero mientras la ley del mercado domine al planeta, los perdedores siempre serán la inmensa mayoría, y esto seguirá alimentando el nacionalismo y la xenofobia. Podemos apostar a que los próximos cinco años de “macronismo” no harán desaparecer al FN. (...)
 Zarkozy influenciado por LePen...by Colombato | Illustration ...
La idea de que el FN es una fuerza ajena a los valores de la República (e incompatible con esta) es discutible. Ese discurso, en efecto, presupone pasar por alto la historia de la República misma. Ahora bien, la historia de la Francia republicana también es la de un imperio colonial que se estructura bajo la Tercera República, un régimen que nace con el aplastamiento de la Comuna de París y termina con Vichy. Y la Cuarta República comienza con las masacres de Sétif y la represión de Madagascar, y concluye en el golpe de Estado gaullista durante la Guerra de Argelia. Por eso, en rigor, me molesta la retórica nefasta que nimba a la República de un halo místico. Y es aún más sorprendente su carácter transversal: esa aura es potenciada por todas las fuerzas políticas, de la derecha a la izquierda. (...)
 lazo amarillo – @FerranMartín
En España, el neofascismo es casi inexistente, y sin embargo la nostalgia del franquismo está muy presente en los estratos más conservadores de la sociedad, que votan por el Partido Popular, un partido de derecha posfranquista que no tiene vínculos con las antiguas organizaciones fascistas, como la Falange española. En Italia hemos asistido a un cambio de piel del neofascismo, convertido en una fuerza liberal conservadora e integrada a la derecha clásica, cuando por otra parte nacen nuevos movimientos fascistas o posfascistas como la Liga del Norte, que nada tenía de fascista en su origen. En el caso de Alemania, profundas pulsiones conservadoras se manifiestan sobre todo en el Este, con Pegida,[b] y ahora con Alternativa para Alemania [Alternative für Deutschland],[c] que explota la crisis de los refugiados. Pero, por otro lado, ese país arregló las cuentas con el pasado nazi. Alemania reconoció los crímenes nazis y llegó a hacer del Holocausto uno de los pilares de su conciencia histórica. De su “identidad nacional”, casi podría decirse, en la medida en que la memoria del nazismo disfruta de amplio consenso y ha llegado a ser en nuestros días una de las matrices del “patriotismo constitucional”, según la fórmula de Jürgen Habermas,[26] de un país que ha desterrado el nacionalismo étnico. Francia, en cambio, nunca se hizo cargo realmente de su pasado colonial, que regresa como un búmeran. (...)
 Marine Le Pen – @FerranMartín
Al contrario de un antiguo país de inmigración como Francia, durante un siglo Italia fue un epicentro del cual se irradiaron oleadas migratorias destinadas a distintos continentes, tanto más allá de Europa. De treinta años a esta parte, la península se transformó en una tierra de inmigración, donde nació casi un millón de jóvenes que, en cuanto hijos de inmigrantes, siguen siendo extranjeros en su país. Podrían discutirse largo rato los orígenes de una ley de ciudadanía que reconoce como único principio constitutivo el ius sanguinis –la mística de la sangre es uno de los rasgos destacados de la idea de nación surgida de la cultura del Risorgimento italiano–;[29] pero resulta evidente que no es la más adecuada para la Italia de nuestros días. No sólo la exclusión de la ciudadanía para millones de personas que viven y trabajan en el país –muchos de los cuales nacieron allí– es una intolerable discriminación, indigna de un país civil, sino que también es contraproducente y nefasta desde un punto de vista económico y social. Cualquiera es capaz de entender que, ante los desafíos de la globalización, la presencia de una nueva generación de italianos que pueden hablar árabe, chino, castellano, urdu, ruso es una ventaja para las exportaciones, los intercambios económicos, científicos, tecnológicos, etc. Pero la reforma a la ley de ciudadanía sigue frenada, desnaturalizada y acaso estancada por la sumisión del conjunto de las fuerzas políticas a los prejuicios xenófobos y racistas que reptan en la sociedad. (...)
En nuestros días, la política ya no deriva de la ideología; en cambio, esta última se improvisa, a posteriori, en busca de legitimar una política. El punto de partida deberá ser la idea de que, si las derechas radicales tienen una dimensión “posmoderna” desde el punto de vista de los referentes ideológicos, esto también es válido para los exponentes liberales y conservadores. En cuanto al Partido Socialista, me parece que desde hace tiempo los intelectuales cercanos a él, como Benjamin Stora o Michel Wieviorka, han renunciado a orientar su política. Suelen moverse en plan de obtener el mal menor, controlar los daños. (...)
Viñeta: Estado laico - Observatorio del Laicismo - Europa Laica 
En el paso del siglo XIX al XX, la Tercera República defendía el laicismo para hacer frente a una serie de amenazas reaccionarias; hoy en día la utiliza como un arma de exclusión de minorías a las cuales niega derechos. Hay cierta continuidad en esas posturas de exclusión republicanas y laicas. ¡Con la salvedad de que, en nuestros días, el laicismo apunta a poner en entredicho el carácter plural de la Francia real! Así, no es cuestión de poner en entredicho el principio de lo laico, que sigue siendo irreemplazable para cualquier sociedad libre y democrática, sino de tomar conciencia de las contradicciones de su historia, de la hipocresía de muchos de sus defensores y del carácter a menudo neocolonial de sus usos. Las polémicas recientes en relación con la burkini en las playas de la Francia continental son un ejemplo elocuente de eso: una interpretación sectaria del laicismo como “laicidad” –no como neutralidad del Estado con respecto a los cultos, sino como obligación impuesta a los ciudadanos de ajustarse a una postura antirreligiosa encarnada por el Estado– ha sido el vector de una campaña islamófoba (...).
Muchas investigaciones han demostrado que el uso del velo o fular islámico responde a una multiplicidad de decisiones que, sin duda, no pueden atribuirse exclusivamente a la dominación masculina. Al expresarse al respecto, muchas musulmanas (con velo o no) han reconocido la heterogeneidad del fenómeno. Cualquier docente universitario que tenga entre sus estudiantes a chicas con velo podría confirmarlo. Y aun al postular de manera unívoca su carácter patriarcal, la idea de combatirlo a través de medidas represivas y legales –como la prohibición de los cultos en la ex Unión Soviética– me parece contraproducente. (...)
Si el populismo es ante todo una forma de demagogia política, me parece claro que el uso actual del concepto de lo laico es populista en el más alto grado. En efecto, siempre se intenta disimular el verdadero objetivo de una propuesta legislativa: quienes hicieron la ley contra la “ostentación de símbolos religiosos” en el espacio público no dejan de repetir que incumbe a todas las religiones y no apunta especialmente al islam, es decir, la única religión contra la cual se ha aplicado hasta el día de hoy. (...)
Este mecanismo psicológico no es nuevo: en efecto, fue por “lealtad comunitaria” que muchos judíos, pese a haber conocido el antisemitismo nazi, se negaban por principio a criticar a Israel, o que los militantes comunistas se abstenían de denunciar el estalinismo, para no hacerle el juego al enemigo. Esta actitud es psicológicamente comprensible, pero sus resultados siempre son catastróficos. (...)
Para los africanos que cruzan el Mediterráneo en barco con la esperanza de llegar sanos y salvos a las costas sicilianas, Italia es la frontera de una fortaleza blindada que se llama Unión Europea. Sin embargo, los inmigrantes italianos que un siglo atrás desembarcaban en Ellis Island no eran tan “blancos”. En su carácter de campesinos del sur de Europa, católicos, “feos, sucios y malos”, no escaparon, durante por lo menos una o dos generaciones, a un estatus de “raza inferior”, muy distinta de los WASP dominantes. Gérard Noiriel nos ha recordado que hace un siglo en Francia hubo pogroms antiitalianos. (...)
 i.aiestaran on Twitter: "Todo esto ya lo resumió Chumy Chumez en ...
Las izquierdas radicales, comunistas y socialistas siempre tuvieron dificultades para articular clase, género, raza y religión. Desde el siglo XIX intentaron jerarquizar esas diferentes dimensiones y siempre atribuyeron prioridad a la de clase, en torno de la cual había que articular, de manera subordinada, el género, la raza, la religión, etc. La New Left estadounidense, por su parte, postuló muy tempranamente la idea de una articulación no jerarquizada entre esos distintos componentes, sin reducirlos a meros corolarios de la identidad de clase. La derecha radical, en cambio, propone una fuerte articulación entre cuestión social e identidad: el discurso del FN denuncia las desigualdades sociales de la manera más audible (y clara) y propone a la vez una respuesta reaccionaria: la defensa de los “blancos humildes”. (...)
Privados de mitos fundacionales positivos (como la Revolución Francesa), los alemanes se forjaban una identidad negativa constituida por el retorno a los valores tradicionales –la Kultur contra la Zivilisation, las “ideas del 14” contra las de 1789, etc.– en oposición a una minoría percibida como el vector de penetración de una modernidad destructiva: ser alemán significaba, en primer lugar, no ser judío. (...)
A fin de cuentas, lo que interesa a la derecha cuando habla de identidad es en realidad la identificación, es decir, las políticas de control social establecidas desde el siglo XIX en Europa: control de los flujos de poblaciones y migraciones internas, fichaje de los extranjeros, los delincuentes, los subversivos. La invención de los documentos de identidad obedece más a esa inquietud de control que a un reconocimiento de la ciudadanía como conquista de derechos jurídico-políticos. La identificación no es más que una faceta de lo que Foucault llamaba el advenimiento del poder biopolítico, con sus dispositivos de control y administración de los territorios y las poblaciones, de las naciones consideradas no como categorías jurídico-políticas, sino como cuerpos vivos. (...)
Las nuevas caras de la derecha.
Enzo Traverso. 
Siglo XXI Editores (2019)

domingo, 29 de marzo de 2020

"Murder must foul" (traducción de la canción de Dylan sobre el asesinato de Kennedy)

MURDER MOST FOUL/ EL ASESINATO MÁS VIL
 
Era un oscuro día en Dallas, noviembre del 63,
un día que se recordará con vergüenza:
El presidente Kennedy se sentía osado,
era un buen día para vivir y para morir,
arrastrado al matadero como un chivo expiatorio.
Él dijo, “Esperad un minuto, chicos” ¿Sabéis quién soy?
“Por supuesto que lo sabemos, le conocemos.”
Después le volaron la cabeza mientras aún estaba en el coche,
le abatieron como a un perro a plena luz del día.
Era cuestión de tiempo y el momento era ideal
"Tiene usted deudas sin pagar; hemos venido a cobrar...
Te mataremos con odio; sin ningún respeto.
Nos burlaremos de ti, te daremos una sorpresa y lo haremos a la cara:                           
Ya tenemos a alguien para sustituirte".
 
El día que volaron los sesos del rey
miles de personas miraban pero nadie lo vio,
sucedió tan rápido, de golpe y porrazo.
Justo ahí, ante los ojos de todos,
el mejor truco de magia que el sol jamás había visto.
Perfectamente ejecutado, con destreza.
Hombre Lobo, oh Hombre Lobo, oh Hombre Lobo, aúlla
sin ton ni son, es el asesinato más vil...
 
Silencio, pequeñajos, lo entenderéis:
los Beatles venían, iban a darte la mano,
deslízate por la barandilla, ve a por tu abrigo.
Un ferry cruza el río Mersey y va por la garganta
Vienen tres vagos vestidos de harapos
recoge los trozos y arría las banderas
Voy a Woodstock: es la era de Acuario
entonces me dirigiré a Altamont y me sentaré cerca del escenario
Saca la cabeza por la ventana; deja que los buenos tiempos sucedan
Hay una fiesta en marcha tras el Grassy Knoll.
 
Apila los ladrillos, vierte el cemento
No digas que Dallas no te ama, Señor Presidente
Pon tu pie en ese tanque y pisa el acelerador,
trata de llegar al triple paso subterráneo
Cantante con la cara tiznada, payaso pintado de blanco
mejor no muestres tus caras después del anochecer
Arriba en el barrio chino, tienen policía patrullando
viviendo en la pesadilla de Elm Street
 
Cuando estés en Deep Ellum, ponte el dinero en el zapato
No preguntes qué puede hacer tu país por ti
Efectivo en la papeleta del voto, dinero para quemar
A la Plaza Dealey, gire a la izquierda
voy a bajar al cruce de caminos; haré auto- stop
El lugar donde la fe, la esperanza y la caridad murieron
Dispárale mientras se escapa, chico. Dispárale mientras puedas.
A ver si puedes disparar al hombre invisible
Adiós Charlie. Adiós Tío Sam
Frankly, Miss Scarlett, me importa un bledo.
 
¿Cuál es la verdad y adónde fue?
Pregúntale a Oswald y a Ruby; deberían saberlo
“Cierra la boca”, dijo el viejo y sabio búho
Los negocios son los negocios, y este es un asesinato muy vil
 
¿Tommy puedes oírme? Soy la Reina del Ácido
voy en una larga limusina negra
Monto en el asiento trasero junto a mi esposa
Voy directo a la otra vida
Me inclino a la izquierda; mi cabeza en su regazo
Espera, me han llevado a alguna clase de trampa
Donde pedimos sin concesiones, y sin cuartel damos
Estamos al final de la calle donde vives
Mutilaron su cuerpo y le sacaron el cerebro
¿Qué más podrían hacer? Amontonaron el dolor,
pero su alma no está allí donde se suponía que debía estar
Durante los últimos cincuenta años la han estado buscando
 
Libertad, oh Libertad. Libertad cúbreme
Odio decírtelo, caballero, pero sólo los muertos son libres
Envíame algo, algo de amor; no me digas mentiras
Tira el arma a la cuneta y pasa de largo
Despierta pequeña Susie; vamos a dar un paseo,
crucemos el río Trinity; mantengamos viva la esperanza
Pon la radio; no toques el dial
Al hospital Parkland, sólo seis millas más.
 
Me ha mareado señorita Lizzy. Me llenó usted de plomo.
Esa mágica bala tuya se me ha subido a la cabeza
Sólo soy un chivo expiatorio como Patsy Cline
Nunca le disparo a nadie ni por delante ni por la espalda
Tengo sangre en la mirada, tengo sangre en el oído
Nunca llegaré a la nueva frontera
La película de Zapruder que vi la noche anterior
la vi 33 veces, tal vez más
Es vil y engañosa. Es cruel y mezquina,
la más fea que hayas visto jamás
Lo mataron una vez y lo mataron dos veces,
lo mataron como sacrificio humano.
 
El día que le mataron, alguien me dijo, “Hijo,
la era del Anticristo apenas ha comenzado”
El Air Force One entrando por la puerta
Johnson investido a las 2:38
Avísame cuando decidas tirar la toalla,
esto es lo que es, y es el más vil de los asesinatos.
 
¿Qué hay de nuevo, gatita? ¿Qué te dije?
Dije que el alma de una nación ha sido arrancada,
está empezando a entrar en una lenta decadencia
y que han pasado 36 horas desde el Día del Juicio.
 
Jack Hombre Lobo, hablando otras lenguas
El sigue y sigue adelante hacia lo más alto de sus pulmones
Toca una canción, Jack Hombre Lobo
Tócala para mí en mi largo Cadillac
Tócame esta “Sólo los buenos mueren jóvenes”
Llévame al lugar donde Tom Dooley fue colgado
Toca, la enfermería St. James y la Corte del rey James
Si quieres recordar, mejor toma nota de los nombres
Toca a Etta James, también. Toca “Prefiero seguir ciega”
Tócala para el hombre de la telepática mente
Toca a John Lee Hooker. Toca “Ráscame la espalda”
Tócala para el dueño del stripclub de nombre Jack
Guitar Slim pasando despacio,
tócala para mí y para Marilyn Monroe
 
Toca, “Por favor no dejes que me malinterpreten”
Tócala para la Primera Dama, ella no se encuentra muy bien
Toca a Don Henley, toca a Glenn Frey
llévalo hasta el límite y déjalo pasar
Tócala para Karl Wirsum, también
Mira a lo lejos, más lejos en la Avenida Down Gallow
Toca tragedia, toca “Hora Crepuscular”
Llévame de vuelta a Tulsa, a la escena del crimen
Toca otra más y “Otro más que muerde el polvo”
Toca “Vieja Cruz Gastada” y “En Dios confiamos”
Monta ese caballo rosa por el largo y solitario camino,
quédate ahí y espera a que su cabeza estalle
Toca “El tren del misterio” para Mr. Misterio,
el hombre que cayó muerto como un árbol sin raíces
Tócala para el Reverendo; tócala para el Pastor
Tócala para el perro que no tiene amo
Toca a Oscar Peterson. Toca a Stan-Getz
Toca “Cielo Azul”; toca a Dickey Betts
Toca a Art Pepper, a Thelonious Monk
Charlie Parker y toda esa basura,
toda esa chatarra y “Todo ese Jazz”
Toca algo para el Hombre pájaro de Alcatraz
Toca a Buster Keaton, toca a Harold Lloyd
Toca a Bussy Siegel, toca a Pretty Boy Floyd
Juega con los números, con las posibilidades
Toca “Llórame un río” para el Señor de los Dioses
Toca la Número 9, la Número 6
Tócala para Lyndsey y Stevie Nicks
Toca a Nat King Cole, toca “Chico de campo”
Toca “Caer en los suburbios” para “Terry Malloy”
Toca “Sucedió una noche” y “Una noche de pecado”
Hay 12 millones de almas que las están escuchando
Toca “Mercader de Venecia”, toca “Mercenarios de la Muerte”
Toca “Stella con luz estelar” para Lady Macbeth
 
No te preocupes Sr. Presidente. Viene la ayuda
Tus hermanos están llegando; Será un infierno
¿Hermanos? ¿Qué hermanos? ¿Qué es eso del infierno?
Diles, “Estamos esperando. Siguen llegando” Los atraparemos también.
 
Love Field es dónde su avión aterrizó
pero nunca volvió a levantarse del suelo
Fue un acto difícil de seguir, insuperable
Le mataron en el altar del sol naciente
Toca “Niebla” para mí y “Esa vieja y endemoniada luna”
Toca “Todo vale” y “Memphis en junio”
Toca “Solitariamente en la cima” y “Solo está el valiente”
Tócala para Houdini dando vueltas alrededor de su tumba
Toca a Jelly Doll Morton, toca “Lucille”
Toca “En lo profundo de un sueño” y toca “Rueda motriz”
Toca “Claro de luna” en fa sostenido
y “ Una llave para el autopista” para el rey del arpa
Toca “Marchando por Georgia” y “Tambores de Dumbarton”
Toca, la oscuridad y la muerte vendrá cuando venga
Toca “Ámame o déjame” para el gran Bud Powell
Toca “La bandera manchada de sangre”, toca “El más vil asesinato”

miércoles, 25 de marzo de 2020

"Para quién escribo" (Poema de Isla Correyero al personal sanitario).

Resultado de imagen de diario de una enfermera isla correyero

Isla Correyero, una de las voces incluidas en Diáspora: antología de poetas extremeños en el exilio y autora del fundamental y, cada vez más necesario, Diario de una enfermera, compartió el otro día este poema en su cuenta de Facebook que ahora vemos pertinente recuperar también para este blog:

Para dar fuerzas y esperanzas a todo el servicio sanitario. ¡Ánimo! Tenemos una Sanidad excelente.
Este poema lo escribí en 1993, trabajando en el Ramón y Cajal:

PARA QUIÉN ESCRIBO.

Mi hijo de diez años me ha preguntado para quién escribo.

Mi palabra sale de la afonía de una guardia, de un sufrimiento crónico.

Escúchame, Paolo, yo quisiera escribir para todos los que sufren en esta larga galería de la muerte.
Para los que lloran por el clima y desfallecidamente caen entre las sábanas mojadas.

Para las madres que nunca acaban de perder al hijo estremecido y permanecen a su lado las horas eternas de las tinieblas.

Escribo para los ancianos sin sucesión ni campos de manzanas que llaman solitarios a los timbres temblando por su incontinencia.
Para el bálsamo de su inmovilidad escribo en el lavatorio de sus heces.

Escribo, Paolo, para las alas fosfóricas de la guadaña que pasa cada noche sobre el piso noveno y deja caer su cucharón de palo para comerse al más ausente.

Para los hijos, escribo, los hijos que fuman los cigarros amargos a escondidas y lloran lágrimas nerviosas porque aún no han accedido a la soberanía de la enfermedad.

Para las hermanas levísimas que besan en los labios y en los dedos la amarilla delicia de la fiebre de su hermano.

Dulce niño que no comprenderás ahora estas palabras que levanto:

Para los enfermos atados a las camas que ven las rápidas transformaciones de la luna y las tortugas.

Para las esposas continuas que sólo van a casa a lavarse el olor y la vertiginosa lucidez de los zumbidos.

Escribo, Paolo, para el amante que no podrá entrar a besar a su amado y que sufre llamándolo, sin voces: amor mío, amor mío.

Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras que renuevan el hospital y el ruido de la orina.

Para los delicados y sorprendentes celadores, las voladoras cocineras, los peluqueros ágiles, los dóciles suplentes.

Para las enfermeras azules de la eternidad y sus ayudantes, los médicos humildes.

Para los estudiantes que vienen a devorar la enfermedad con su infantil y entusiasmado volumen de primero.

Para la misericordia y la paciencia, escribo.

Para declarar que el olor de los medicamentos y las deyecciones precipitan las tragedias.

Para los trasplantados, los locos, los quemados, los absortos en el estrabismo de la muerte.

Querido niño azul, yo escribo para los animales que trabajan en el ovillo de la hierba y nunca acaban de vagar por el animalario.

Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo, yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi derrumbado diccionario de la medicina.