Hace dos años me invitaron a participar en un proyecto interesantísmo en el que escritores de todo el mundo íbamos a ofrecer nuestra opinión sobre el Mundial desde un punto de vista literario. El proyecto se llamó Favela 11 y se creó una página web que acogió textos de gran calidad y muy diverso origen. Lamentablemente, en ese momento yo me encontraba enclaustrado empollando mis oposiciones de secundaria (que al final dieron su fruto y motivaron mi traslado a Sevilla, aunque esto es otra historia). Por eso, solo pude escribir un artículo, antes de que comenzara el Mundial y que hoy, dos años después, comparto aquí con ustedes:
SOBRE TUMBAS Y HÉROES
Desgraciadamente, no voy a poder involucrarme en el atractivo proyecto FAVELA 11 tanto como me gustaría, pues me encuentro en la recta final de mi preparación de las oposiciones a profesor de Secundaria. En mi caso, eso supone que me destrozo concienzudamente el estómago mediante una ingesta desproporcionada de red-bulles, monsters, cafés, coca-colas (light), pharmatones, beroccas, jalea real, ginseng rojo coreano y más sustancias de pésimo sabor y peor digestión mientras veo la tele o navego por internet con los apuntes desplegados encima de la mesa y me repito cada vez más acelerado y perezoso: “tienes que estudiar, imbécil, céntrate y deja de hacer el tonto”.
Esta será la tercera ocasión en que me presente, después de haberlo hecho (con un método similar) en Junio de 2008 y 2010, periodos que coincidieron con las victorias en la Eurocopa de Austria y Viena y en el Mundial de Sudáfrica de la selección española de fútbol. Que es, precisamente, de quien me dispongo a hablarles en este artículo.
Como les he dicho, voy a tener que invertir mucho tiempo en intentar estudiar e ir al baño cada 10 minutos, por lo que no podré seguir con demasiada atención el camino de los chicos de Del Bosque en este campeonato. Sin embargo, no será necesario: creo saber lo que va a pasar y, con su permiso, paso a spoilearles.
El último partido amistoso contra El Salvador dejó varias evidencias: una es que a Simeone no le quedaría más remedio que entregarse al alcohol tras ver que Diego Costa jugaba 73 minutos sin problemas físicos y Villa marcaba dos goles (después de que las continuas lesiones de uno y el escaso acierto del otro casi le cuesten, además de la Champions, una Liga). Otra certeza, creo, es que Xavi y Fernando Torres van a comenzar el campeonato como titulares: es decir, que tras algunas dudas lógicas, Del Bosque va a apostar, irracionalmente, por la vieja guardia, para lo que no cabe otra explicación que la estética literaria: a veces es bonito anteponer la melancolía por lo perdido al deseo por lo que está por llegar.
Y es que lo que Luis Aragonés llamaba “el pasillo de seguridad” (la línea recta que recorre el campo desde la portería a la delantera y que, en principio, debe tener al menos un referente en cada demarcación) se va a sustentar sobre los laureados hombros de Casillas-Ramos-Xavi-Torres. Lo que quiere decir que después de haber enterrado la ineficiente época de “la furia española” y haber agotado la exitosa fórmula del “tiki-taka”, España pasa a encomendarse a la heroica de los veteranos. Más concretamente, a cuatro héroes y una tumba.
Casillas, como todos sabemos, es el héroe clásico, típico y tópico (para algunos, típico y “Topo”): guapo, con cara de buen chico, predestinado para la gloria y, sobre todo, favorecido durante toda su vida por los hados, muy especialmente en los momentos más determinantes (copas de Europa, tandas de penaltis, manos a manos en finales…). De hecho, literaria, social y humanamente hablando Iker, a estas alturas, resultaría un coñazo insoportable de no haber sido por el proceso de "rehumanización" al que fue sometido tras su choque con Mourinho: desde entonces, lleva temporada y media de suplente en su equipo, es criticado por los ultras de su afición e, incluso, aunque su equipo acabara ganando, este año cantó por primera vez en una final importante.
Ramos es el único de los citados con la categoría de héroe actualizada. Para muchos, más bien de superhéroe tras su gol en el último segundo que dio al fin la ansiada Décima Copa de Europa al Real Madrid. (Paradójicamente, en el equipo más caro y con más estrellas de la historia, el gol decisivo lo acabó consiguiendo el central español con más expulsiones tras rematar, a la vieja usanza, un córner). En realidad, Ramos representa al hombre de acción: básico, irreflexivo, valiente y sin el defecto de comerse nunca demasiado la cabeza: actúa por instinto y suele actuar bien, menos cuando se equivoca. En el Mundial, Ramos deberá cargar además con el lastre de Piqué que, aparentemente, viene en un mal estado físico y psicológico. Veremos si al final lo de Piqué no es para tanto, Del Bosque le busca otra pareja o Sergio es capaz de hacerse cargo de todas las fugas y despistes del catalán, porque, si España encaja goles fácilmente, será eliminada en primera fase. (Si no, llegará hasta cuartos.)
Con Xavi ha sucedido un proceso paradójico: siempre dio la impresión de ser desproporcionadamente maduro e inteligente para su edad (o, con perdón, para su profesión) y, en base a esas virtudes, fue quemando etapas como líder natural y héroe cotidiano de la mejor selección y el mejor Barça de la historia, sin más argumentos que la calidad, el fútbol y una lectura de los partidos cercana a la radiografía. Sin embargo, cuando llegó la madurez real, esa que viene certificada por el calendario, se comportó como un niño que no quiere crecer, es decir, como un futbolista que no acepta que ha envejecido: de esa forma fue arrastrando en su decadencia a España y al Barça que, en parte por haber seguido alineándole cuando no se lo merecía, son ahora, lo mismo que Xavi, una sombra del paraíso que fueron.
Por lo que respecta a Torres, reúne todas las características del héroe romántico o, peor, posmodernista: siempre pareció una eterna promesa con todas las posibilidades para el éxito a excepción de la suerte… hasta que llegaron la suerte y el éxito y las recibió con una permanente mueca de spleen nihilista. Hoy en día, Torres da la impresión de chico sensible, envejecido antes de tiempo y de vuelta de todo, lo que podría haberle venido bien a su estilo de juego, siempre predispuesto a la precipitación. Sin embargo, en lugar de aprovechar eso para ponerse el mundo por montera y quitarse las presiones que parecían agarrotarle en los momentos decisivos desde los 17 años, ha parecido aceptar el papel de héroe condenado a un destino trágico (todo lo trágico que puede ser un destino podrido de títulos y millones, por supuesto): es criticado por la afición de su país y la del equipo donde juega mientras le echa de menos la afición del Atlético de Madrid, equipo donde quiere volver a jugar. Eso sí, digan lo que digan, el chico de mirada triste disputará, después de su tercera Eurocopa, su tercer Mundial. Y, por cierto, apúntenlo, va a marcar.
En cuanto a la tumba, como habrán podido adivinar, está ocupada por el espíritu de Luis Aragonés, el viejo cascarrabias que convirtió a los cuatro futbolistas de arriba (y a muchos más) en héroes imprevistos, sabiendo no solo sacar lo mejor de cada uno de ellos sino, y esto es más importante, obligándoles a darse cuenta de que su techo estaba más arriba de lo que ellos mismos pensaban y, por tanto, su destino no estaba escrito. Diseñó el estilo de juego que España lleva practicando 7 años y que ha dado 2 Eurocopas y un Mundial, además de momentos de absoluta belleza objetiva. Sin embargo, al menos según las estadísticas, Luis Aragonés solo pudo ganar, tras años de una lapidación injusta y mezquina por medios y aficionados, la primera Eurocopa con las maletas ya hechas y sin tiempo para disfrutarla. Luis se fue, la prensa lo celebró, llegó Del Bosque a una selección hecha, con un sistema claro y unos jugadores confiados, España ganó el Mundial, España ganó la Eurocopa, Luis murió y Vicente ahí sigue.
En realidad, Del Bosque, el prototipo de héroe tranquilo, esto hay que reconocérselo, supo estar en el momento adecuado para, aprovechando el rebufo del Sabio de Hortaleza, ganar el título más importante (y más difícil) y también el más cómodo, ya con la prensa entregada y tolerante con un juego más previsible, más plano, menos desequilibrante pero, fuera como fuere, aún efectivo y con momentos brillantes. Del mismo modo, ahora todo parece indicar que, a menos que Costa, Silva, Cazorla o Koke cambien el destino de este grupo, Del Bosque será el que disfrute de uno de los más bellos momentos de una magnífica obra: el triste e irremediable final de trayecto.
Poco más que decirles, les dejo mi pronóstico y me despido por el momento, que tengo bastantes bebidas energéticas que consumir y mucho tiempo que perder. Hablaremos más adelante y veremos si he acertado en algo o la realidad ha vuelto a equivocarse.