ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


miércoles, 3 de mayo de 2017

"AMÉRICA" de Manuel Vilas

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He visto a grandes desesperados en Estados Unidos, tipos en la calle, rebosando miseria, emperadores de la basura, y tenían estilo. No es lo mismo estar desesperado en Estados Unidos que estarlo en cualquier otra parte del planeta: tal vez ese sea el tema de este libro. Dedico este libro a todos los desesperados estadounidenses. A su estilo. Porque tenían estilo. (...) Este libro es también autobiográfico y cuenta mis viajes por muchas ciudades norteamericanas. Entonces, dedico este libro a mi desesperación americana… Por muy grande que sea la desesperación de un país o un continente, más grande será siempre la mía. (...)


Adoro los Estados Unidos, tal vez porque adoro la vida en la tierra. Pero adorar no es amar. Amar, solo amaría el paraíso. Y no es posible el paraíso en la tierra. (...)
Desde el siglo XIX sabemos que llamamos vida y existencia al tránsito político de nuestro cuerpo sobre las sociedades humanas. De ahí que a veces tenga uno la sensación de que no ha vivido. (...)
Walmart no cierra jamás, como el corazón de un poeta. (...)
No se puede ser español toda una vida, eso pienso ahora, cuando se acerca el momento de dar este libro a la imprenta. No se puede ser francés ni alemán ni italiano ni inglés ni ruso ni polaco ni sueco ni húngaro ni noruego ni portugués toda una vida.La reinvención es un placer necesario.
Estados Unidos me hizo ver que mi desafección por España podría tener un fon de nobleza, de dignidad, de necesidad o de legítima defensa; que podría ser una desafección razonable, ineludible. No a causa de los españoles, que los pobres no tienen nada que ver con España, y a quienes yo siempre quise y amé, sino de las élites españolas y de la fabricación de su cultura canónica y de su mitología literaria, en donde nunca me sentí cómodo. (...)
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No se puede ser europeo toda una vida, por eso se fundó América. (...) América era el sitio para una reinvención pronosticada en nuestros genes más febriles.América era el lugar del asombro. Así la pensó Franz Kafka en su novela del mismo título. (...) Kafka jamás estuvo aquí, y sin embargo adivinó qué era América. Kafka describió una estatua de la Libertad con espada en vez de con antorcha. (...)

Tal vez cuando este libro se publique ya haya llegado, sí, es muy posible que al final gane Trump, porque la gente ha elegido el caos, la aniquilación, la enfermedad, el rencor, la melancolía pesada, porque los basements le están ganando la partida a Abraham Lincoln. Porque quien vota ya no es un ser humano sino un zombi. Es posible, sí, muy posible que gane Trump. Porque si el pueblo judío esperaba un Mesías, el pueblo zombi espera la llegada de un Terminator. (...)


Y aparecen los Simpson. (...) Y pienso que en algún momento estelar de finales de la década de los años ochenta del siglo XX el dibujante de cómics Matt Groening tuvo una visión que era, en realidad, una reconciliación. Dio un paso hacia delante en la renovación y actualización de la épica americana: satirizó de forma moderada, y aceptable, el American Way of Life
No quiso derruir ese sueño, sino ampliarlo, completarlo, otorgarle el prestigio europeo de la parodia. (...)
Y fue entonces cuando asistimos al tránsito de la épica de los westerns de John Ford a la comedia inteligente de los Simpson. Todo un país transformaba su existencia. Los Simpson ofrecían al americano medio -con algún tipo de formación aunque fuese muy básica, con algún libro leído encima, en fin, con algo que le diera cobijo frente a la ironía- un bálsamo y un consuelo hiriente, para seguir siendo dichoso en medio de las ruinas del capitalismo de empresa familiar. El acierto de Groening fue fijarse en la familia, porque la familia fue, es y será un cimiento político del capitalismo y de la religión y de la democracia. Es decir, de la civilización. (...)

Houston no llegaba a los dos mil habitantes en 1850 y ahora tiene más de dos millones, de los cuales aproximadamente más de un millón y medio son extraterrestres importados por la NASA. Los marcianos de Houston hacen prácticamente lo mismo que los marcianos de Madrid: trabajar, vivir y envejecer. (...)

Jesucristo es una celebridad en Estados Unidos. Johnny Cash creía en él, y yo creo en Johnny Cash, pero no en Jesucristo. Las creencias tienen sus laberintos. Bob Dylan también creyó en Jesucristo. Los famosos ciento dos pasajeros del Mayflower, que fundaron América, eran todos cristianos. Cristo es importante en USA. Dylan lo sabía, o lo sabe. En América a Jesucristo le dieron una vida alternativa. Se convirtió en estrella. El Jesucristo de Estados Unidos es muy distinto del de Europa. (...) Es normal que te guste el Jesucristo made in USA. Es normal que no te guste el Jesucristo made in Europe. Y el made in Spain ni te cuento. (...)

Tras la Segunda Guerra Mundial, la industria cultural estadounidense construyó el mito legendario de la autenticidad, de lo legítimo, del ídolo de masas, pero de masas exigentes y "enrolladas", un producto popular sin fecha de caducidad. Lo hizo con Elvis, y lo repitió con muchos más. (...)
Al capitalismo no le hace ninguna gracia el poder igualatorio de la muerte y del envejecimiento. Lo mismo se mueren los rockeros de éxito que los rockeros fracasados, como ya dio a entender Jorge Manrique. (...)
Pero el rock no produce novelas ni ensayos enjudiosos. El rock es energía de la vida, no de la inteligencia. No nos interesa un Dylan inteligente, para eso ya nos apañamos con la bonita arqueología de la literatura. Y para eso ya está Jorge Luis Borges o cualquier otro. Enriquecimos a Dylan cuando compramos todos sus discos y cuando fuimos a todos sus conciertos a condición de que renunciara a la inteligencia y al conocimiento.
Nos interesan la alegría y los instintos. Eso fue el rock: la monumentalidad de la alegría. Era sentimiento, no pensamiento. Por poseer la alegría, seríamos capaces de matar.
Porque la alegría es más poderosa que la inteligencia. Con Hegel o con Borges no puedes bailar, no puedes fornicar.
Con Dylan, sí.
Fornicamos históricamente con Bob Dylan de música de fondo.
Nos dimos cuenta de que la inteligencia era una construcción cultural más, como la religión. Nos dimos cuenta de que la profundidad era una superstición universitaria. Y el rock era un "no" permamenente al aburrimiento y a cualquier forma de convencionalismo histórico. (...)
En el negocio de la alegría es imprescindible pagar la entrada. Los asépticos escenarios de repetidas capitales del mundo son el lugar que Dylan ha escogido para la celebración del envejecimiento. Ya no queda nada de la alegría de los años sesenta y setenta. Todo el mundo occidental pensaba que existía el futuro. Eso ha sido el pop: una fantasía que nos dio razones para vivir más. (...)
El rock y la música pop son museísticos porque eran blandamente amorosos y muy erotizantes. Toda la cultura pop tiene un principio visual y pictórico que la hace exhibible. (...)
El pop ha sido una iconografía con música de fondo. Pero hay algo nuevo: ha pasado el tiempo. (...)

El pop es ahora solo las cosas que escribimos sobre él. De hecho, todos los grandes del rock acaban escribiendo un libro. Escribir un libro es otra forma de entrar en un museo. (...)

Se quiera o no, los Sex Pistols fueron la última provocación consistente. de carácter político, que trajo el pop. Una simple canción como "God Save the Queen"removió más conciencias que cien años de literatura social.
El pop se llevó por delante a la literatura, en tanto en cuanto esta ya era incapaz de de escandalizar. Los Sex Pistols convirtieron a la reina de Inglaterra en un icono pop y con ello se exploraban campos nuevos en la encrucijada del arte y la sociedad. No ha ocurrido lo mismo, para nuestra desgracia, con la monarquía española. (...) Los Sex Pistols acabaron trayendo riqueza. En el capitalismo la combustión es oro. (...) El pop nos enseñó lo que Warhol ya sabía: que la profundidad es mentira y que la vida ordinaria de la gente tiene las mismas potencialidades artísticas que la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. Una lata de sopas Campbell era más importante que una tempestad en medio del Atlántico o que las elegias de Rilke, porque la sopa Campbell era real. La profundidad es una superstición arqueológica de la alta cultura. La supuesta complejidad, el simbolismo, el hermetismo, la solemnidad, la gravedad, la trascendencia, el prestigio de lo ininteligible, eran atributos de una cultura que apestaba a muerto. El humor, la alegría y la locura sustituyeron al aburrimiento, al idealismo y a eso que aún se llama "la poesía verdadera". La literatura española siempre fue conventual. Rechazó el pop sin haberlo probado. (...)

La diferencia entre Teresa de Ávila y Marilyn Monroe es que de la primera no conocemos bien su rostro. (...)

¿Qué es el pop? Es la democratización de la experiencia estética, eso es. Todo el mundo tiene derecho a emocionarse con lo que le dé la gana y a construir sus mitos. Nació el frikismo, claro. La cultura pop es una creación del mundo anglosajón que colonizó el mundo. (...)

Este país tiene un problema con una droga legal: la comida hipercalórica consumidad como un antidepresivo. Y a mí me tiena drogarme también, porque la comida es una droga barata y legal, y destruye tu cuerpo igual que lo hace la heroína o la cocaína o el alcohol. Te destruyes en plan barato. (...)

Me encanta eso de "Dios era barato". Me encanta poque es verdad. Era tan barato que hubo que convertirlo en algo cruel. La oligarquía española convirtió a Dios en una boñiga. (...)
De Martin Luther King a Homer Simpson hay treinta años de pasadizos históricos, pero hay un puente secreto entre los dos. El que va de la invocación de la justicia política a la exhibición correosa del humor político. Uno sirvió para la llegada del otro.

Nadie lo diría: es la hermosa y estrellada noche americana en que Martin Luther King abrazó a Homer Simpson. Una noche de igualaciones sociales y políticas, sí. Porque si ser americano es ser Homer Simpson, cualquiera, al fin, puede ser americano. (...)
Somos gente que se quiere y somos un municipio, somos el pueblo de Springfield, que es una metonimia de Estados Unidos, y hacemos lo que nos da la gana y nuestro secreto es este: nos gusta la vida, no tenemos ningún problema en elevar nuestra vulgaridad a una forma whitmaniana de celebrar el simple hecho de comerse una hamburguesa goteante con cien millones de patatas fritas y ver la televisión siete horas seguidas. (...) Un anti-William Faulkner, eso son los Simpson. Un antídoto contra cualquier drama pasional, religioso o étnico. (...)
Martin Luther King, como Homer Simpson, padecía de sobrepeso. Y triunfaron los dos en la iconografía americana, uno desde la solemnidad y el otro desde la vulgaridad, porque la exploración del fracaso de la clase media y la clase baja estadounidense, hecha con humor, (...) devolvía un aire de fiesta a la vida.
Comer hasta matarte en USA es la fiesta de los suicidas. (...)

A Bruce Springsteen le gussta la gente, creen en la gente. Por su rock posee una fuerza descomunal, por eso es el Boss, porque procede del pueblo y va directo a él. No es un rockero sofisticado, ni es un provocador, ni es un artista de vanguardia. Es sencillo, pero poderoso. Tiene demasiada fuerza y nos quema. Es una máquina de energía popular.
El Boss se convierte en tu familia. Puede ser tu padre, tu hermano mayor, tu marido, lo que quieras. (...) El Boss quiere que el mundo se convierta en ruido. El Boss es poesía. La poesía está con él. El Boss es perfecto.
La voz del Boss es la voz de la reconciliación.

América
Manuel Vilas
Círculo de Tiza, 2017

2 comentarios:

  1. Cómo me has puesto los dientes... y yo sin un pavo. Gracias de modos modos por el aperitivo. Saludos.

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  2. Me alegra que te haya abierto el apetito: a mí el libro me ha sorprendido muy gratamente y lo recomiendo sin duda (por cierto, siempre intento que mi selección no desvele tramas ni argumentos y, en este caso, además he preferido centrarme en la primera mitad del libro: es decir, todavía queda para disfrutar y "jartarse" ;) )
    Un saludo y gracias por comentar

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