Hoy mismo se ha fallado el premio de micorrelato del II Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca. Me parece un fallo inteligente porque, aunque no haya podido leer más que tres relatos, el ganador me parece muy superior a la media:
AL FINAL…
La pistola en la mano, humeante; a sus pies, exangüe, un cuerpo.
Ahora venía lo difícil: huir durante doscientas páginas.
(Jorge J. Sánchez Iglesias)
Ahora que ya ha pasado el concurso les adjunto los dos con los que servidora osó participar, para que aprecien la diferencia:
EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO
Fueron casi simultáneos: el pañuelo ahogándome en nariz y boca con lo que después supe que era cloroformo y la voz pretendidamente tranquilizadora: “Ahora no tengo tiempo de explicarle, señora, pero después me lo agradecerá”. No puedo decir cuánto ha pasado desde entonces, quizá años: aquí abajo todos los días y todas las noches son iguales y todavía no sé de qué o de quiénes me estaba salvando. Pero aún le estoy agradecida.
DESPUÉS DE BRINDAR
Como al final de cada comida familiar, esperé a que se hiciera el silencio para aleccionar a mis hijos con sabios consejos que, estaba seguro, seguirían recibiendo con suficiencia y dilapidando con arrogancia. Sin embargo, esta vez noté una especial atención a mis palabras y me sentí embargado por una ligera embriaguez, antes de darme cuenta de que todo iba mal, definitivamente mal, y que esas sonrisas que acompañaban a mi perorata eran más abiertas y cómplices que nunca.
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