ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


viernes, 1 de noviembre de 2019

PATRICIA GONZÁLEZ: algunos poemas de OTRO CASO DE INSEGURIDAD.


Patricia López es una escritora y gestora cultural argentina. Hasta el momento ha publicado Maldad, cantidad necesaria (2013, Milena Caserola & Llanto de mudo), Doliente (2016, Cospel ediciones)  y Otro caso de inseguridad (2018,Santos Locos).

Yo llegué casualmente a su poesía y, tras quedar deslumbrado, compartí una selección de algunos poemas de Doliente en esta entrada de mi blog (que desde entonces ha superado ampliamente las 1000 visitas, convirtiéndose en una de las 10 más vistas).

Ese libro llegó, junto con mi recomendación, a manos del infatigable Chema Cumbreño, quien no ha podido resistirse a incluirlo en el magnífico catálogo de Ediciones Liliputienses.
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A continuación comparto unos poemas de Otro caso de inseguridad, su último y probablemente mejor libro hasta la fecha, con la esperanza de que también acabe pronto cruzando el Atlántico.
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Relaciones forzadas
Me acuerdo del aliento
de mi maestra Cristina
cuando empecé a distinguir
lo bueno de lo malo.
Cuando sentí en mí
la combinación de labial
mate y madrugar en la boca
supe que había crecido.
Me acuerdo de mi maestra
Alicia y la seño de inglés
¿por qué llorás? ¿qué perdiste?
—una amiga
fueron las primeras adultas
que se me rieron en la cara
fue la primera vez
que escribí un poema
fue mi primera
relación forzada
cuando la obligaron
a compartir conmigo.
Me acuerdo del jardín
la primera vez que
me sentí distinta
un cumpleaños donde perdí
un juego
en el que no hinchaban por mí
y que si ganaba
tampoco iban a festejar.

Toda mujer que no sea yo
es una amenaza,
me incluyo.

Yo también
Cometí un crimen
te vi mirar
hice algo peor
lo señalé
te conté mi dolor
entregué el poder
reclamé que
no intentes
disimular
fui violenta,
te pedí el deseo.

Déjenme
ejercer
mi derecho
a elegir mal.
Déjenme estar triste,
es lo que mejor
me sale.

Salgo a refrescarme cuando
estoy a punto de crear algún tipo
de muerte doméstica.
Cuando supero la pereza y por fin
decido querer morirme
de a montones me abrazan
huelen mi pelo y sonrío
dicen mi nombre
destacan mi perfume
y asocian mi sonrisa con
la palabra siempre.
Por no traicionar su idea
paso el plan para después
la muerte aún no está madura
la muerte vive con su madre.

¿Por qué no debería doler lo que duele?
¿De dónde sacaron que
la desesperación se elige?
Qué hacemos con
las horas de charla
con toda la
literatura universal
las canciones
el cine
qué hacemos
con el sufrimiento
los egresados
de esa escuela
si sólo debemos
estar bien.

Otro caso de inseguridad
Pensaba en cosas peores
que me saquen de cosas feas,
pagarle a alguien
que pueda con mi muerte,
si hay que morir,
al menos, que coma una familia.
Los noticieros van a decir:
“Otro caso de inseguridad”
Joven asesinada;
linda, futuro por delante.
El encargado va a contar que era buena,
no molestaba a nadie,      que sonreía.
El resto va a decir que
el pibe que sí merece morir
—porque no estudió, porque por suerte no ama—
aún sigue prófugo.

Entre morir o viajar
elegí la opción
más cara.
Vi a Venus radiante
desde una ruta de San Pablo
y volví a sentir los músculos
de la sonrisa
escuché una voz que decía
mi nombre y que
me dejaba dormir
que parecía cansada
una voz que
me invitaba a una fiesta donde
comprobé que aún
conversaba con el ritmo
una voz que me invitaba a pasear
y me preparaba un sandwich
una voz que se dio cuenta
que no estaba comiendo
repetía mi nombre y me daba café
una voz que me enseñaba otro idioma
una voz que me felicitaba
por saber
una mano que me llevaba a pasear
y me señalaba
frutas que no conocía
—te ponés contenta tan sólo viendo las frutas
sentí jugos nuevos en la lengua
y mi sabor más crecido
escuché mi nombre muchas veces junto a
palabras sanas
después de mucho tiempo
tuve una mano con libros que me abrían los ojos
y cambiaron el humor de mis lágrimas
—Todavía seguís siendo esa chica 
que se emociona al leer un poema
tuve una mano que revolvió mi pelo
esta vez con una caricia
encontré un vuelo a mi ánimo
que pagué en cómodas cuotas

Menos mal
que no escribí
con tanta firmeza
que quería morirme
menos mal
que me bañé casi todos los días
menos mal
que comí de vez en cuando
menos mal que pedí ayuda
aunque nadie podía

Soy incoherente con la época
seguir deseando lo que tengo
es mi mejor desastre;
si no hay nada que romper
no encanta,
si la presa está cazada
no hay hombre
volver a penetrar la herida
es aburrido
nada que pueda resolver en este momento.

No existe aún
quien no me haya extrañado
al ocupar a otra por primera vez,
no existe quien haya recuperado
su sexualidad entera después de mí,
soy el fin de todas las cosas

El sometimiento es un molde de la muerte

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¿Cuántas veces
está permitido
llorar por lo mismo?

Pongamos los corpiños sobre la mesa
la compañía está sobrevaluada
iba a amar a alguien
pero me lo dejé para un poema.

Amar
eso que se dice amar,
una vez.
Al resto sólo los quise
para mí.

Nadie es profeta en su género

Otro caso de inseguridad 
Patricia González.
(Santos Locos, 2018)

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