CRISTAL
Mi fe en la humanidad.
Mi cuerpo: el de hoy.
Mis hombros y mis vértebras.
Mis gafas.
La comida que mastican mis hijas
mientras yo grito, mientras yo me callo.
La rodilla derecha de mi madre.
Las camisas que se han quedado estrechas.
Las ganas de gustar.
Los días que se fueron.
Las noches que me quedan.
El reloj heredado de mi padre.
Todo lo que se rompe me concierne.
PRÓTESIS
A mi madre
le han puesto una rodilla de titanio.
Tiene ochenta y un años y una gran cicatriz.
Camina por la casa.
Debajo de la piel
guarda el ruido de todos los serruchos,
las lágrimas de los primeros pasos,
la ausencia del ausente.
Y una rodilla metálica y fría
como mi corazón.
XX
Escribo desde ayer y ya me estoy muriendo.
Siempre he llegado tarde.
Este siglo me acoge
como un padre acoge a un hijo bastardo.
Este siglo ya sabe de mi deformidad:
mi cuerpo y mi deseo no coinciden.
Mi hora está vacía.
Mis ojos degollados.
Mi hambre sin hogar.
Mis estrías.
Llegué a la vida ayer,
y ya me estoy muriendo.
PEAJE
Di hola.
Pon las largas.
Acelera.
Di adiós.
Nunca se sabe.
DOS CARTAS
Nunca te haría daño.
Pero ya sabes lo que dice House:
todos los padres joden a sus hijos.
Así que me arrepiento
de tantas cosas que ni sé nombrar.
Tu nombre, sin embargo, sí lo sé:
tu nombre, vuestros nombres,
son parte de la sangre de mi nombre.
Sin saber qué es querer, yo te he querido.
Te seguiré queriendo cuando muera.
Pero sé que esperabas más de mí.
No he sido la persona que mereces.
No quise hacerte daño.
Nunca te dejaré.
Me tengo que marchar.
LENTE
La vejez era esto:
verme como me ven.
Yo y otros: un cristal.
Transparente, imbatible.
Fronterizo.
Verme como me ven.
El espejo no cuenta la verdad.
El reloj es un ruido.
Yo no soy yo:
yo soy lo que tú dices.
Tú dices que ya es tarde.
EXILIO
Los pueblos son ficciones.
Las personas también.
Un saco de minutos y mentiras.
Un circo de unicornios.
Un hambre y una sed.
Caminamos en círculos
hacia una tierra que no está en los mapas.
La muerte es nuestra verdadera patria.
CV
La edad,
la invalidez.
La casa como un miembro trasplantado.
Las piedras en la boca,
la mudez.
Lo lento, lo improbable, lo fatal.
A quién le sirvo yo.
Para qué sirvo yo,
una sombra de palabras sin sombra.
IGUAL
Cada día más quieta
la calle, más callada
la certeza.
Ya ni el viento nos busca.
Y todo se parece tanto a todo
que nada importa nada.
ECO
Digo lo que no importa.
Intento nombrar
lo que no existe.
Y no sirve de nada.
Y me pregunto si algo
le habrá servido alguna vez a alguien.
Cuarto menguante.
Ernesto Frattarola.
Ars Poética (2018)
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