Supongo que ya habrán visto el primer capítulo de una serie animada promovida por el gobierno de la Junta de Extremadura en el que dos amigos, uno extremeño y otro andaluz, encarnan todos los tópicos y ofrecen un supuesto antagonismo: lo mal que se está en Andalucía (porque gobierna el PSOE, aunque sea en coalición con IU) y lo bien que se vive en Extremadura (porque gobierna el PP, aunque sea gracias a los votos de IU). En fin... Para el que no lo haya visto, aquí se lo dejo:
El mismo día que vi el vídeo me llegó a casa mi pedido a Ediciones Lupercalia: Economía de guerra de Ana María Pérez Cañamares y Arder (1995-2012) de Antonio Orihuela, dos libros combativos, sociales, cojonudos y de los que, supongo, volveré a hablar más adelante.
Hoy simplemente quería mostrar el Sur que refleja Antonio Orihuela, en los poemas Extremadura y Sevilla y con los que como extremeño residente en la capital andaluza, me he sentido más identificado que con la versión monaguiana. Qué le vamos a hacer, Josean...
EXTREMADURA
Todos los negocios del mundo
se reducen a uno solo, Antonio,
robar a los pobres.
Por muchos nombres que le pongan,
por muy bonito que lo vistan,
este es el único negocio que hay en el mundo.
Yo pongo la tierra, las semillas, el agua, el trabajo,
y los beneficios se los llevan los intermediarios.
A mí me están pagando el kilo de tomates
a 20 céntimos,
pero si tú vas a comprarlos a la tienda
te lo cobran a dos euros.
¿Esto como es posible?,
pues porque en el mundo hay listos y tontos,
y a nosotros nos tocó estar entre los tontos.
Los tontos son los que trabajan desde niños,
los que tratan de vivir
haciendo el menor daño posible,
los que cumplen con las leyes, con el fisco;
los tontos son los que se resignan,
los que se conforman,
los que agachan la cabeza,
los que no quieren problemas;
los tontos son los que mueren por una patria
que te compra los tomates a veinte céntimos.
Cada cinco minutos nace un tonto.
Extremadura es uno de los sitios
donde más tontos nacen de toda España,
no lo digo yo, lo dicen las estadísticas.
Pero yo me pregunto,
y un tío que es multimillonario,
que tiene millones y millones,
¿para qué quiere más,
qué necesidad tiene de seguir robando?
¿Es que a la hora de acostarse,
se puede meter en más de una cama?
SEVILLA
El problema es que aquí todo el mundo quiere ser clase media,
por eso siguen apretando los dientes, nadie quiere vivir como los ricos,
entre otras cosas porque nadie sabe cómo viven los ricos de verdad,
a lo más les gustaría vivir como en las películas,
pero no se engañan con eso,
les basta con poder comer y seguir viendo la televisión,
esos son los ideales políticos de la mayoría,
aquí no busques librerías, busca tabernas.
El paro, los desahucios, todo eso acojona a la gente lo suficiente
como para que a nadie le dé por pensar en cambiar nada,
la gente ahora mismo lo que quiere es quedarse como estaba
antes de que empezara esto de la crisis.
Hay muy pocos que no están dispuestos a arrodillarse,
a agachar la cabeza,
y menos aún que puedan organizar al resto;
los medios de comunicación ya se encargan de esto,
los patronos, los políticos
y las grandes empresas pueden estar tranquilas,
aquí el que no está con el patrón está en la calle,
así que las tensiones sociales se resuelven en el fútbol,
en las cofradías de Semana Santa, en la barra del bar
o echándole la culpa de todo a los compañeros de tajo.
La gente está por buscarse las habichuelas cada uno
como mejor le dé Dios a entender.
Si los ricos se llevan el dinero a los paraísos fiscales
y defraudan a Hacienda todo lo que pueden,
los pobres tratan de engañarse unos a otros para sobrevivir,
lo demás les queda muy lejos.
La democracia es una palabra muy bonita
pero aquí solo ha servido para que los de arriba
puedan seguir con su tren de vida
a costa de los de abajo,
en realidad no hay más ley que la de la selva.
La gente jamás se llamará a sí misma ciudadano,
Saben que el poder viene del capricho de los ricos
y que el éxito está en que ellos te dejen trepar un poco
siempre que seas fiel,
siempre que estés dispuesto a rendirles pleitesía,
como en la Edad Media pero con corbata
y al que se sale del guion lo crujen.
Sevilla es como sus procesiones,
una masa amorfa, disciplinada y en fila india
que nadie quiere más que para hacer posible
que los que van al lado de los pasos se luzcan.
Las únicas caras visibles son las de las autoridades:
los políticos, los ricos, los curas y el ejército
que renuevan cada primavera su vieja alianza de clase.
El resto son comparsas, comparsas con cirios
y más comparsas aún los que van debajo de los palios
que lo hacen gratis, al menos antiguamente te pagaban por eso,
nos han ganado hasta la batalla del salario y la explotación,
ahora la gente arrima el hombro por fe,
pronto iremos al trabajo también por fe.