Muchos años después, frente el tribunal de oposiciones, Aurelio Bueno Díaz, habría de recordar aquella tarde de domingo remota en que su padre lo llevó a conocer el Calderón. Plasencia era entonces una ciudad provinciana a medio camino del éxito y la ruina (que, finalmente, se acabaría imponiendo), construida sobre el curso de un río turbio y seco que discurría vacilante sobre un lecho de piedras grises como la vida contemporánea. El mundo ya era viejo pero todavía aguantaba y la gente caminaba con la cabeza gacha, olvidando todo a cada instante. Todos los años, por el mes de mayo, en preparación de la feria, llegaban varias decenas de negros dedicados al comercio ilícito de cultura pirateada y desplegaban mantas abarrotadas de abalorios, cedés, baratijas e imitaciones de las mejores marcas: capitalismo decrépito y consumismo encriptado.
ARREBATOS ALÍRICOS
Me fui sobreviviendo como pude
(José Luis Piquero)
domingo, 12 de marzo de 2017
Muchos años después, frente al tribunal de oposiciones...
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