ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


miércoles, 28 de febrero de 2018

"Al menos estoy escribiendo": fragmentos de TRIESTE de Urbano Pérez

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Lloramos por el difunto. También lo hacemos por nuestra vida.
Al poco de haber muerto la abuela, me fui de alquiler con Emma.
Todo lo que había dado sentido a mi mundo se había ido desvaneciendo ante mis ojos, minando mi modesta confianza.

La negatividad se instaló en mi retina: un fallido investigador universitario, aspirante a escritor, como tantos doctorandos ilusos, que había regresado a casa de su madre para estar concentrado y escribir, y no había logrado ni lo uno ni lo otro.

Así me veía yo en el espejo de la estima.

Recuerdo bien una de las primeras mañanas. Desayunábamos. Ambos estábamos preocupados por la investigación que parecía incapaz de llevar a cabo, por el daño que comenzaba a hacerme.

Antes de irse a una de sus clases, tras haber agotado casi todos sus consejos, Emma me dijo: "Deja que se resuelva poco a poco todo, sin mediación tuya".

Mientras eso sucede, trabajo en el negocio de sus padres.

Creo que soy feliz. Trato de convencerme de ello.
(...)
Amamos y odiamos la Navidad.

Amamos y odiamos.

Tras la cena, la tristeza ya tradicional -como la costumbre de dar a los niños el aguinaldo, como un aguinaldo más- va surgiendo lentamente, del mismo modo en que se apaga el enfermo de cáncer una mañana cualquiera de escasa luz.

Le cuento a Moy mi versión de lo sucedido.

Al terminar, me pide que le diga qué puede hacer si lo que le acabo de contar es cierto.

Entonces me he despertado.

Año 2000. Algunos amigos y yo probamos la cocaína.
La había traído Moy que, convertido aquella en una especie de gurú, hizo unos tiros semejantes para todos, transformó un billete en un rulo y sostuvo en sus manos la caja de un CD, mientras nosotros, uno a uno, culminábamos solemnemente el ritual de iniciación a las drogas duras.

Moy es tres o cuatro años mayor que yo.

¿Es posible evitar ciertos errores a ciertas edades? Y no me estoy refiriendo precisamente a-lo-de-la-cocaína.

Me conocen todos. No me conoce nadie.

Dramático. Soy así. E igual que en Azorín "(...) esta idea de que siempre es tarde, es la idea fundamental de mi vida".

Al menos estoy escribiendo.
Ese es más o menos el otro propósito vacacional: recuperarme de tanta exigencia; no ha sido hasta el momento demasiado productiva.

Mis recuerdos de las vacaciones "no aburridas", las de los veranos de mocedad, huyen en tropel del olvido, como una multitud febril.

Los días de diario pillábamos litronas y nos íbamos a la chopera que hay junto al parque.

Nos gustaba la oscuridad cuando cortaban el alumbrado principal.
La respirábamos.
(...)
Tengo la impresión -lo anoto casi al tiempo que adquiero conciencia de ello- de que el registro de los días neutraliza las tonalidades de la vida y no disocia lo que es presente verdadero de lo que solo lo parece. El diario tiende a la monocromía.

Dominio del gris en mi caso.
Trieste.
Urbano Pérez Sánchez.
Editora Regional de Extremadura.
Colección La Gaveta, 2017

viernes, 23 de febrero de 2018

"Nací a los treinta y tres años..." (Vicente Huidobro)

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PREFACIO
     Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
     Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
     Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
     Amo la noche, sombrero de todos los días.
     La noche, la noche del día, del día al día siguiente.
     Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
     Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.
     Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
     Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
     El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
     Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.
     Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.
     Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas.
     Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo.
     «Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano.
     »Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales.
     »Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible.
     »Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano.
     »Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía).
     »Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca.
     »Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador.»
     Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.
     Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.
     Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.
     Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:
     «Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
     »Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
     »Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.
     »Un poema es una cosa que será.
     »Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
     »Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
     »Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.
     »Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»
     Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.
     Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.
     Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:
     »Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?
     »Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.
     »Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.
     »Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.
     »Digo siempre adiós, y me quedo.
     »Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.
     »Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.
     »Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.
     »Ámame.»
     Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas.
     Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.
     Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.
     Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.
     Ah, qué hermoso..., qué hermoso.
     Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.
     Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.

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     Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.
     De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.
     Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.
     La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.
     Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.
     Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.
     Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.
     Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.
     Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.
     Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.
     El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.
     Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.
     Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.
     El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.
     Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.
     Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.
     Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.
     Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.
     Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia.
     La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.
     Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.
     Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.
     Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo.
     Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.
     ¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.
     Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.
     Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
     Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
     Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
     ¿Qué esperas?
     Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
     Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.

miércoles, 21 de febrero de 2018

CENTRIFUGADOS 2018: La mejor literatura independiente en Plasencia (23-25 de febrero)

 

"Yo soy Fernando Torres" (poema inédito)


YO SOY FERNANDO TORRES

Yo soy Fernando Torres,
en mí se depositaron grandes esperanzas
y di alguna alegría que otra.

Yo soy Fernando Torres,
me costó salir de casa de mis padres.
Acepté trabajos por dinero.
Paseé mi bandera 
cuando lo creí necesario.

Nadie me ha visto nunca llorar en público.

Yo soy Fernando Torres,
delantero fieramente humano.
capaz de lo mejor y lo peor.

(Probablemente me han pagado siempre
más de lo que mi trabajo merece.)

Yo soy Fernando Torres y me arrastro
por la treintena aparentando 
haber madurado.
Pero simplemente me he hecho viejo.

Yo soy Fernando Torres.

Una sombra del que un día fui
y apenas el reflejo de quién iba 
a ser. Todos lo saben pero disimulan.

Yo soy Fernando Torres.
Todavía no me ha salido la barba
pero algunos todavía me llaman niño.

Nadie sabe por qué a estas alturas
a pesar de todo
todos me siguen queriendo tanto.

lunes, 19 de febrero de 2018

"De qué hablamos cuando hablamos de futuro" (un poemazo de Nacho Montoto)



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DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE FUTURO

Mi futuro está en mi pasado y mi pasado es mi presente.
Ahora debo hacer presente mi futuro.
VLADIMIR HOROWITZ


Yo te enseñaré la lucha, hijo mío.

Te mostraré los caminos, los cobertizos, los 
recovecos y las fuentes, los esconditos y los
campos de batalla.

Te enseñaré a caer, a levantarte, a amoldar tu sitio
para que te sientas seguro.

Yo te mostraré la vida como arte, la política como
diálogo y la religión como asidero de la ceguera.

Te pondré canciones de Sufjan Stevens, de
Morrisey, y hasta de los Punsetes -que
componían letras cuando el mundo, nuestra
casa, era crisis y desazón-.

Yo te construiré con mis manos una pajarita de
papel para que puedas comprender que sin alas
no hay vuelo posible.

Yo te daré mi tiempo. Eres parte de mí. Te
pertenezco y tú me perteneces.

Procuraré que tu oído se acostumbre a valorar la
palabra, que tu puño permanezca cerrado antes
del impacto y te enseñaré que la lágrima es
necesaria para manifestar tristeza y alegría.
Yo te enseñaré, hijo mío, cómo la nube aprende de
la lluvia o la tierra aprehende la sequía.

Te enseñaré a manejar la frustración como si se
tratase de un ábaco que acumula sus cuentas,
una tras una, hasta sumar una vida: tu vida.

Lo haré, sí, lo haré. Y tú, mi inocente cachorro,
construirás ese futuro con tus manos, tu palabra
y tu valentía.

Jamás con miedo -por mucho que te digan, repitan
y reiteren-, pues no es más que el temor al 
futuro, ese que pintarás aunque te cuenten que
es un caballo herido.

Bienvenido a tu porvenir.

La orquesta revolucionaria.
Nacho Montoto.
EspasaEsPoesía, 2018

domingo, 18 de febrero de 2018

"El calibre 38 me aprieta el chocho": Judith Rico a bocajarro


Tras Judith Rico y otras pastillas (Zoográfico, 2016) y Cada pedazo en su sitio (Letras Cascabeleras, 2017), Judith Rico añade más munición a su arsenal con Calibre 38. Además de recomendar disfrutar de las ilustraciones de Rodrigo Moreno, poco se puede añadir sobre el libro que no haya explicado inmejorablemente Itziar Mínguez Arnáiz en el fantástico prólogo que abre una obra que cuesta cerrar:
El título ya es una advertencia al lector: si no estás dispuesto a no salir dañado de su lectura no cruces esta puerta, parece decir. Y es que Judith está esperando detrás de la portada, con la pistola cargada y preparada para disparar poemas que es algo para lo que está dotada de una forma tan natural que parece que no le costara ningún esfuerzo.
Pero no es fácil disparar poemas y mucho menos si la bala es del calibre 38. No hay manera de salir indemne de su poesía y es muy probable que la poeta también salga herida de cada uno de sus versos. (...) Para algunos poetas el poema es un refugio donde
esconder el yo detrás del yo poético, el caso de Judith Rico es todo lo contrario. Pocos poetas hay en la actualidad donde el yo y el yo poético son tan coincidentes que es imposible discernir uno del otro. (...) Un libro de Judith Rico da para mucho, también para reflejar a otros poetas que están presentes en su escritura. Pienso en Gloria Fuertes, de quien se celebra su centenario y que tan orgullosa estaría de haber sembrado una semilla entre poetas valientes y arrojadas como Judith (...). A medida que avanza la lectura de ‘Calibre 38’ la poeta parece desnudarse más. Tiene también esa habilidad
Judith Rico, que sabe desnudarse de muchas formas diferentes, incluso poniéndose máscaras: No sabéis nada de mí/ soy lo que no escribo, dice la poeta, cerca del final del
libro donde aguarda un ‘(Anti)poema’ genial, que remite de forma no expresa a otro genio del ‘engaño’ Nicanor Parra; y se queda el lector herido de muerte, tratando de frenar la hemorragia y sabiendo que el después será una recuperación lenta y doliente o tal vez una espera desesperada de otras pastillas que ayuden a sanar las heridas. 
 

PIES DESCALZOS
 A mi madre
Ella,
siempre me dice
que adora sus zapatos nuevos,
pero casi nunca se los pone,
no camina cómoda
como lo solía hacer antes.
Yo,
siempre respondo
que no hace falta que se ponga tacones,
no se da cuenta
que con sus pies descalzos,
siempre camina más alto
que el resto de la humanidad.


SONRISAS FINGIDAS
Lamerse las heridas
sola
como una perra,
echar sal en las grietas
para que escueza
y aprendas.
Abrir las ventanas
cuando comience a oler a muerto
y seas tú,
ir al kiosko a por la Muy Interesante,
mirar el correo,
saludar al panadero
y a tu vecina
-que sonríeporque
ya no ve
calzoncillos tendidos en hora punta,
lo sabe, lo sé.
Autoconvencerte a ti mismo
de que puedes mover
esos músculos de tu cara
y esbozar una sonrisa,
y lo haces,
lo consigues.


SIN FILTROS
Me he quitado el maquillaje,
sigo pensando que la luna se esconde
en el vaso de leche de antes de dormir,
o en su defecto, en uno de whisky.

Qué cansada de escuchar todo el día,
todos los días,
que la vida es bonita
y que me la tengo que comer...
Pues lo que hay entre mis piernas
también es bonito,
así que mirad a ver.
Que yo escucho todavía el eco
de tus latidos muertos,
o tal vez sean los míos,
que ya no sé si hay flores
brotando en mi tráquea
o si me ha nacido musgo
en las yemas de los dedos
de tanto desarraigo.
Camino
por las esquinas de nadie,
las plazas sin nombre,
los hospitales,
las avenidas y las calles,
el semáforo en frente del kiosko
que dura 36 latidos en ponerse.
Y todo para entender que
la muerte
no es muda.

SIN PAREJA DE BAILE
Llega un momento
que ni la purpurina
en los párpados
me hacen sentir la guapa de la fiesta.
Y quien dice purpurina
dice margaritas
y quien dice fiesta
dice ausencia.
Me convertí en una yonki
de tus pisotones y,
ahora
debo aprender a bailar sola.

DE LOBOS Y CORDEROS
Cuidado en quién te fijas,
a quién miras
mimas,
cuidas,
confías.
Nadie nos dijo
que los corderos
se sienten más cómodos
cuando se ponen
el disfraz de lobo.

NANA
Duerme, pequeña
que mis miedos
con tus ojos cerrados
se visten de sábanas nórdicas
y mueren en la almohada.
Duerme,
que la vida en sueños
a veces es más bella,
que tus manos se vuelven refugio ucrónico
cuando de buscar hogar
y hacerse okupa se trata.
Duerme,
que mañana no habrá
mayor regalo
que despertar viéndote amanecer
con la inocencia reflejada en tus ojos;
sin toda la mierda del ser humano
sobre los hombros.
Duerme,
que yo me encargo de mostrarle al mundo
lo bonita que estás sujetando
cada verso de mis poemas,
como un cuadro de lindos colores
en un museo triste,
como un halcón que solo tiene
sueños de altos vuelos,
tú no eres tren,
eres avión y te llevas las penas
directas de tu sonrisa
al cielo.

OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN

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Uno siempre agradece poder leer entrevistas sobre gente a la que valora desde una perspectiva ética, política, deportiva o intelectual y, personalmente, José Luis Capitán es la persona a la que más admiro en todo; así que agradezco que (Radio) Marca le dedique un espacio: en parte por mí, como lector (de ellos) y fan (de él). Pero, sobre todo, por los que van a poder saber de un modelo, un ejemplo o un referente, como mínimo, útil y motivador.
Pero también como admirador puedo ponerme puntilloso y quejarme, otra vez, de lo que tantas veces me pasa como receptor de prensa: la inconveniencia de un titular sesgado. Y es que mi primo Jose, por mucho que pueda llegar a haberlo dicho en una conversación, no representa a alguien que ha necesitado pasar por un problema de salud para valorar lo que tenía y tiene, sino que siempre (o, al menos, desde los 32 años que hace que lo conozco) ha sido un ejemplo  de optimismo, energía, alegría y generosidad. Una persona, en resumen, nacida para hacer la vida más fácil y más feliz a los que le rodean. 
Es verdad que esto no tenía por qué saberlo el periodista, pero yo sé que es una obviedad difícilmente asimilable para ninguno de los que le conocemos: que Jose era y es un cachondo con una vitalidad tan grande como sus huevos y que, por eso, la mayoría de las personas que piensan en él le recordarán corriendo o sonriendo.

Hace poco puse en esta red que creía que los Ramones eran mucho más grandes que el cáncer y que, dentro de unos años, nadie se acordaría de esa enfermedad tan mortífera y, en cambio, seguiríamos (espero) recordando el “Hey, ho, let´s go!” y todo lo que venía detrás. Hoy afirmo que mi primo Jose es mil veces más grande que el ELA, una atrofia, una enfermedad rara, “el síndrome Jose” o lo que cojones sea que tenga, y que, desde luego, estará por aquí cuando aparezca un diagnóstico, cuando se le cure y cuando deje de salir en los medios hasta que se reconozca con la atención mediática que se merece ser el más rápido en subir al Angiliru, ser un padre estupendo, un marido genial o un tío de putísima madre. Ejemplo para todos sin haber pretendido jamás dar lecciones de nada.
Siempre en ni equipo, Capi. Y por mucho tiempo.

sábado, 17 de febrero de 2018

"En lugar de encogernos de hombros ante el prejuicio, la negligencia y la incomprensión"

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Sin embargo, si bien el franquismo, en tanto que sistema político, ha pasado a la historia, sí perdura algo que el tiempo no ha borrado. Me refiero a una mentalidad política, destilada sutilmente a lo largo de los años de la dictadura, que ha llegado a calar en la forma de pensar y de actuar de los españoles, y aquí incluyo también a los catalanes. Es una forma de entender el poder y, más aún, una forma de enfrentarse al poder cuando se produce un conflicto de intereses o de ideas. En este sentido, podríamos decir que con la transición pasaron a la reserva los que aprendieron a mandar con Franco, pero permanecen en activo los que con Franco aprendieron a obedecer y a desobedecer. (...)
Francisco Franco fue un criminal de guerra, un dictador y un político astuto y mediocre, pero su importancia histórica y su influencia han sido magnificadas. En opinión de muchos, todavía vivimos a la sombra de Franco. También para muchos, Franco se ha convertido en un referente al que se puede atribuir todo o casi todo cuanto sucede y cuya invocación justifica ideas, sentimientos y acciones. También en un término de comparación y un insulto de uso inmediato. No da para tanto. (...)
Desde el punto de vista ideológico, Franco sólo fue una anécdota en la larga y profunda tradición del conservadurismo español. Lo sangriento de sus métodos y lo reciente de su existencia hacen que esta anécdota adquiera una dimensión histórica grandiosa y que su figura, si no se examina con serenidad, se convierta en algo que no merece ser: una especie de superhéroe que desde el más allá sigue rigiendo nuestros destinos cuarenta y dos años después de muerto. (...)
Cataluña pasó de ser una región endémicamente pobre, básicamente agrícola y en muchos aspectos atrasada, a ser un centro próspero de industria y comercio, una sociedad dinámica y creativa, y a convertir la ciudad de Barcelona, hasta entonces algo mustia, en una capital que había de tener mucha influencia, buena y mala, en la Historia general de España. Que la propia sociedad que llevó a cabo esta empresa no se sintiera orgullosa se debe a varias causas. La primera es que la industrialización fue posible gracias al capital acumulado en las colonias americanas por los famosos «indianos», una aventura que todavía está por estudiar y describir. Sin embargo, esta aventura fue posible gracias al Decreto de Nueva Planta, por el cual se transformaba España en un Estado centralizado a la manera de Francia y, en consecuencia, se abría a los catalanes la posibilidad de acceder a las colonias de América y del Sudeste asiático, hasta entonces coto privado de la corona de Castilla. No resultaba grato que la derrota de Cataluña en la Guerra de Sucesión fuera precisamente el origen de su fortuna y su resurgimiento. La verdad es que la derrota es innegable, pero el balance de sus consecuencias es opinable. Los Borbones trajeron consigo el centralismo, pero también el despotismo ilustrado, que hizo más bien que mal. La victoria del archiduque nos habría puesto en la órbita de los Habsburgo, tan centralistas como los Borbones e igual de despóticos, pero no ilustrados. Esto, de todos modos, pertenece al terreno de la Historia que no fue, es decir, al de la especulación estéril. Lo hecho, hecho está. (...)
¿Qué está pasando en Cataluña?
Eduardo Mendoza.
Seix Barral, 2017 

jueves, 1 de febrero de 2018

Educación física



Al practicar el execrable arte del "autogugleo" me sorprendió encontrar algunos de mis poemas en la web erótica Let´s Kinky.
Concretamente, se trataba de "No me pidas lo imposible" (de Diario de un puretas recién casado) y de "Timidez" y "Carencias afectivas" (de La huida hacia delante) agrupados bajo la etiqueta de "Dos poemas de sexo y desconsuelo".

Desde aquí mi agradecimiento a los kinkyresponsables y, como guiño, una pequeña selección de mis poemas con mayor contenido sexual.

EDUCACIÓN FÍSICA

Nueva temporada

Estabas preciosa con tu uniforme
de El Corte Inglés y yo iba muchos días
a esperarte a la salida. ¿Te acuerdas?
Te esperaba tras una esquina,
te tapaba fuerte la boca,
para que no gritaras, susurraba
que, si chillabas, te mataría,
te arrastraba a un portal cercano,
entre empujones y amenazas
soeces. Y luego jugaba
a violarte.
Y tú jugabas a que te violaba
y te gustaba.

Al terminar, nos íbamos a casa
creyéndonos los más modernos y entregados
a nuestras fantasías sexuales
de mentirijillas.

Pero un día de primavera,
¿te acuerdas?, te esperé tras una
esquina diferente, te tapé
la boca de otra manera,
puse otra voz al susurrarte,
¿te acuerdas? Y también varié
el ritmo, la presión y el ángulo
habitual de mis embestidas.

Ese día, ¿recuerdas?, te corriste
más que nunca, volvimos a casa
sin hablarnos, nos acostamos
sin decirnos nada y, al día siguiente,
antes de que volvieras, yo ya me había
marchado para siempre de tu vida.

Estabas preciosa con tu uniforme
de El Corte Inglés por las rodillas,
pero no he vuelto a esa jodida tienda
desde aquel horrible día (¿te acuerdas?)
y, cada vez que anuncian que ha llegado
de nuevo la primavera, me escondo
tras esa misma esquina y lloro
tu recuerdo a lágrima viva.


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CRÍMENES PERFECTOS
Simplemente tuve la suerte
de estar en el lugar oportuno
en un momento incierto de su vida.

Después,
nos encerramos seis días luminosos
en un sórdido hostal de nombre
impronunciable, ajeno a las miradas,
el escrúpulo y las propinas.

Juré que nunca le haría daño,
engolando la voz con ademanes
de político. Y acabó siendo mentira
(o tal vez lo fuera desde el principio).

Romper el corazón
de una desconocida
en una ciudad lejana
y huir sin dejar rastro, mail
ni número de teléfono.
Tal vez sí es posible
el crimen perfecto.

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A Usted. En desobediencia (featuring Almudena Guzmán)
(Y a Luis Gª Jambrina. En deuda)

Su recuerdo es como la fe de aquella infancia,
ya casi nunca usaba minifalda,
rota al mismo tiempo que mis braguitas en el último,
pero ese día hubo suerte
y, mientras Jambrina,
(Tobogán)
con su voz de jesuita agnóstico,
iba recitando cansinamente,
No duele, solo desespera un poco,
nosotros, fingiendo fingir
igual que esas faldas
estar concentrados,
cortas después de la fiebre
íbamos subrayando
el beso a la oreja
las palabras clave
la oreja a la boca,
con pícara mueca de niños malos:
la boca a las medias porque las rompe,
demasiado concentrados
como para andar fijándonos
las medias al...
en puntos suspensivos.


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Timidez

Te miro como a un libro que no entiendo,
que alguien tuvo a bien regalarme
y del que aún no me he deshecho.

Eres guapa. No te conozco.
No te debo nada. Tú a mí,
la verdad, tampoco. De pronto
me da vergüenza besarte.

En este instante de sofoco
en que nada comprendo, ni siquiera
me atrevo a preguntarte si te importa
que me corra dentro.

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Carencias afectivas

Mientras contemplo desde arriba
el rítmico movimiento
de tu cabeza sobre mi sexo,
siento, sobre todo (¿eso?, ¿ves?, ahora),
cuando te acercas y te alejas
(así, ahora, ¿ves?), sobre todo, el roce
de tu flequillo en mi cadera.

Es curioso y casi tierno
que esto sea (¿ves?, esto, ahora)
lo más cercano a una caricia
que he tenido en mucho tiempo.



TODAVÍA ES TARDE (FEATURING MARÍA LÓPEZ PONZ)

No me vengas ahora con remiendos
de ocasión, patrañas de viernes noche
y anhelos de seductor en apuros.

Fuiste tú quien finiquitó esta historia
(cuerpos abiertos, sábanas mojadas),
y tu llamada a deshora
ya no provoca prisas ni deseo,
solo estupor, rabia y una leve

risita de placer sádico.


(La huida hacia delante,
Ediciones de la Isla de Siltolá, 2014)




When the soldiers are singing

Toda vida es un proceso de demolición
Francis Scott Fitzgerald

Imagino a mi mujer imaginándose
con otro sin esta tripa temeraria,
que ya no espanto ni disparando
una salva de verduras de advertencia
al principio de cada comida.

No sé.

Quizás él no empiece tantos libros
ni sea un fiera en los chistes malos,
pero sé que una mujer necesita
modelos de gama alta que enciendan
sus más bajas pasiones terrenales.

La política de contención ha fracasado:
el enemigo avanza camuflado en la rutina.

Y pongo el despertador una hora antes
para ver si hay huevos de correr un rato.
Pero me quedo mirando fotos viejas
con los ojos llorosos
y los michelines acojonados.

Y empiezo una paja en silencio
con más pena que ganas y cayendo
en derivas metafísicas: supongo
que existe un yo distinto en otra
dimensión sin extra de queso,
que se levanta temprano sin problemas
a ejercitar sus músculos de acero.

Pero, quién sabe: tal vez lo haga
porque necesita remarcarse
los abdominales por algo parecido
a lo que a ti te atenaza ahora.

Al fin y al cabo, la mujer de tus sueños
nunca estará contenta en tus pesadillas.

Déjate de cuentos, Víctor, y asume
en qué te has convertido aquí y ahora:
una caricatura  de ti mismo
condenada a un aterrizaje
de emergencia o un declive progresivo.
Pero también, no lo olvides, sigues siendo
un soldado que sabe jugar sucio
y conoce el campo de batalla.

¿Eres o no un veterano dispuesto
a dejarse matar por su única patria?
Varón  que arrastra sus setenta
y seis kilos de peso y diecisiete
centímetros kamikazes desplegados
a tiempo de acabar con esta guerra
en un redentor polvo mañanero.

Sal ahí, muchacho. Demuestra
de qué madera estás hecho.

(Diario de un puretas recién casado.
Ediciones Liliputienses, 2016)