ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


lunes, 16 de septiembre de 2019

ALBERTO TESÁN (I: EL MISMO HOMBRE).

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Roberto Bolaño fue posiblemente el último genio de la novela hispanoamericana. 
Sin embargo, su papel como ensayista o crítico es evidentemente menor, prácticamente limitado a alimentar el papel caricautesco de outsider en continuia necesidad de epatar. Por ejemplo, en un artículo, como mínimo, bastante simplista, aseguraba que, en caso de tener que formar una banda para atracar bancos, formaría un grupo compuesto exclusivamente por poetas; en su opinión, los más dispuestos a jugarse la vida y, por tanto, los más eficientes cómplices para tal empresa.

Poniendo por delante que se trata sólo de una forma de elegía carente de todo realismo (Bolaño dejó de pegar tiros en el 73 y hasta entonces fue tan pardillo como para hacerlo por una romántica causa política perdida y no para enriquecerse) podemos alegrarnos de que se quedara en eso, en un marco hipotético creado para elaborar un piropo hiperbólico. Porque,  pese a que seguramente a Bolaño no le faltaban arrestos y, desde luego, no carecía de sangre fría, rodeado de poetas no hubiera podido evitar morir, aún antes de lo que murió, en un asalto frustrado, con lo que nos hubiéramos perdido un buen número de obras en absoluto simplistas. Porque, desde luego, y en esto estarán de acuerdo conmigo, no hay que ser muy inteligente para saber que la gran mayoría de los poetas no sólo no parecen ser especialmente sanguinarios, sino que ni siquiera tienen ni media hostia.
Obviamente, no hablo del apartado exclusivamente físico (aunque no está de más destacar que, efectivamente, y partiendo de ahí, los poetas, en general, son unos alfeñiques indolentes, cuando no ya directamente empollones amariconados con gafas de pasta y negados para el más mínimo esfuerzo físico) sino que ni siquiera parecen tener esa valentía especial, exclusiva de los desarraigados y a la que seguramente se refiera Bolaño, del que no tiene nada que perder y por tanto puede apostarlo todo. ¿Creen que los poetas, por norma general, están dispuestos a jugarse la vida?

En una postura similar, Gabriel y Galán, dividió a los literatos en dos categorías: “aquellos que se juegan la vida en la escritura y aquellos que no se la juegan” y apuntaló así su tesis: “La literatura importante siempre ha comportado peligro de muerte, riesgo absoluto. Escribir al dictado de la moda o de las exigencias editoriales es un ejercicio estimable de artesanía, sin más. Pero en la obra de arte uno sabe que se juega el pellejo.”
¿Cuántos poetas conocen que apuesten el pellejo? ¿Van encajando muchos nombres de poetas conocidos? Si es así háganmelo saber, se lo ruego.
Pero, dirán ustedes, a pesar de eso “son grandes escritores”, “escriben maravillosamente” o (si son ustedes gilipollas) “poseen un verso espléndido”.
Pues de nuevo en palabras de Bolaño, para ser un buen escritor (y supongo que esto se puede extender por sinécdoque a para ser un buen poeta) no basta con escribir bien, ni siquiera con escribir excepcionalmente bien, sino que es necesario “ser capaz de sumergir la cabeza en pozos profundos”.
¿Uno de esos gafapastas amariconados sería capaz de meter la cabeza en algo que no sea un bar recomendado por la Guía CAMPSA?
Iré más lejos: la mayoría de los poetas ni siquiera suelen escribir excepcionalmente bien mientras que hay un buen número, especialmente aquellos que no sólo no tienen ni media hostia sino que además la están pidiendo a gritos, que ni siquiera escriben bien sino que han aprendido un par de sencillos, obscenos y tramposos trucos para simularlo.
Me atrevería a sostener que no es el caso, sino bien al contrario, de Víctor Martín, de Pablo García Casado o de Alberto Tesán, pero he de admitir, no sin rubor que no tengo ni puta idea de poesía (muchos ya lo habrán notado), que apenas he leído algún libro de esos en que las palabras no llegan hasta el final de la hoja y que apenas puedo considerarme más o menos versado en José María Fonollosa, los citados anteriormente y en el desgraciado Mágico González. Así que me veo obligado a callarme que Víctor Martín, Pablo García Casado o Alberto Tesán son poetas de verdad que escriben maravillosamente. Sólo me atrevo a afirmar que en el momento de repartir de hostias tienen pinta de repartir al menos casi tantas como encajen. Así que tómenles en serio.

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LOS JARDINES INSTANTÁNEOS
Qué más puedo decir: la juventud
perdida entre tus ingles y mis ganas.

IV
(…)
Tan grande la derrota que el deseo
nos inflige, que urdir una frontera
para los sueños incumplidos siempre
motiva más que despertar unidos
por la monotonía de sabernos
víctimas del mismo final feliz.

VI
(…)
Antes de despedirnos una noche
más castos que al principio, derrotados;
cobardes que no exploran sus dominios.
VIII
(…)
Sabemos que esas copas son testigos
de algo más que un infierno entre las manos.

IX
(…)
Siempre para acabar
hablando de lo triste que es la vida
o de lo mucho que hemos dejado ir
Sin querer entender que en la renuncia
La vida es mutilada
Y que el tedio que empaña los domingos
No es más que el resultado de un amor
Corriente entre comidas familiares
Y partidos de fútbol.

EN LAS HORAS OSCURAS
(…)
Queda el desencanto de una vida vulgar
Que nunca pretendimos y una felicidad
Pulcra y domesticada.
El mundo nos revela sus límites precisos;
Las paredes sombrías de esta casa, los labios
Manchados de ceniza son vestigios del tiempo,
El rastro cotidiano que esparce la costumbre.
Nos sabemos extraños y el engaño nos duele,
Como duelen las noches pasadas en silencio
Mirando de soslayo el contorno de un cuerpo
Que no reconocemos y que un día fue nuestro.
Nos hemos traicionado
Y pagamos el precio de nuestra cobardía
Con la sangre cansada que nos mantiene muertos.


NOMBRES PROPIOS

III
Con el paso cansado de quien todo ha perdido.

LAMENTO DEL ANIMAL EN CELO
No hay nada tan hermoso como un cuerpo
Adolescente. Contemplarlo te hace
Sentir más vulnerable, presa fácil
De un destino carente de sorpresas.
(…)
Es la señal de un reino al que ya no
Perteneces, el símbolo caduco
De una vida que acecha en las cenizas
De lo que pudo ser y fue miseria.

NADIE DICE NADA
La noche es ese territorio
Que te empeñas en descifrar,
Ese desván de los horrores
Donde dar sepultura al tiempo,
Lleno de símbolos caducos
Y de tristísimos rituales
En los que enmascararte te hace
Ser más real que de costumbre.

DICIEMBRE
Como todo lo que amas y no te pertenece
Diciembre te ha besado con sus labios de niebla
Y juega con los versos que no osaste escribir
Por rabia o por temor a ser otro, uno más.
Diciembre es para ti un cuerpo conocido
Que no duerme a tu lado; historias de chiquillos,
Amantes inexpertos que palpaban la sombra
De un deseo que aún te conmueve como antes.
Con las primeras lluvias -¿recuerdas?- os dijisteis
Hasta siempre y los meses pasaron cadenciosos,
Y con ellos la vida. Después de tanto frío,
Después de tanta espera, el recuerdo te quema
Por dentro como un cáncer que ardiera en tus entrañas.
Ha llegado diciembre para toserte al oído
Que lo mejor hubiese sido escribir los versos
Que no escribiste nunca, o no haberla dejado.
Escapar, o volarte la tapa de los sesos.

DESPUÉS DE LA TERCERA COPA
Buscas, porque hace tiempo que lo intuyes,
Un final sin reproches, algo digno
Y contundente que concluya en sangre.

AMANTES MEDIEVALES REMOVIENDO LAS CENIZAS
No entiendo tu actitud, ni tus posturas
Ni el beso que me das siempre a deshora.
(…)
Pues sé que nuestro amor ya no es el de antes
Y no ha de perdurar la entrega mutua
Ni el roce de los pies bajo la mesa,
Ardamos en el lecho familiar
Pensando que nada hay eterno en la vida
Y que otro amor espera al que naufraga.

MAR ADENTRO:
Tras la persiana que nos niega
(…)
Son los detalles de una historia
Húmeda y con final incierto
Que aún está por escribir:
La de dos náufragos
Que no divisan otra costa
Que la trazada por su labios.

Alberto Tesán.
El mismo hombre.
Pre-textos, 1996.

sábado, 14 de septiembre de 2019

DESPIECE DE "LA VIDA EN LAS VENTANAS" (Andrés Neuman)

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La primera parte de Obsolescencia programada (RIL Editores, 2019) se llama "La vida en las ventanas" porque pretende reflejar cómo la vida moderna es eso que pasa mientras esperamos actulizaciones. También se trata de un homenaje a la novela del mismo título publicada en 2002 por el argentino afincado en Granada Andrés Neuman
La obra está escrita en forma epistolar posmoderna, es decir, reúne los supuestos correos electrónicos que un tal Net manda a la pobre de su exnovia contándole todo lo que pasa por su cabeza mientras ella le ignora.
Recientemente, por fin, esta gran obra ha sido reeditada, lo que supone una ocasión inmejorable para compartir, como ya es costumbre en este blogs, algunos de sus fragmentos más potentes, líricos o agudos intentando también, como siempre, desvelar lo mínimo posible de su trama (si es que la tiene).
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Ayer resucité. No estuvo mal. No hay grandes cosas que hacer, los domingos. Afuera han empezado a limpiar la piscina. Los vecinos se asoman de vez en cuando a las ventanas, como para presionar al jardinero. Por mí puede tomarse todo el tiempo que quiera. Verlo trabajar me tranquiliza. Arrincona las hojas que han caído en la superficie, cuela el agua con una paciencia adormecedora, pasa un aspirador por el fondo y vuelta a empezar. Cuando se marcha, el agua va aquietándose. Avanzada la tarde, toma un brillo de pantalla. Nadar en la piscina se parece bastante a navegar por la Red. Es silencioso. Es fresco. Es fácil sumergirse. Y muy fácil ahogarse. Mi madre acaba de llegar y ni siquiera me ha mirado. Vete a saber qué ha hecho con su antiguo entusiasmo. Admito que yo tampoco me he levantado a saludarla. Llamémoslo empate. (...)
Cuando estoy en el aula suelo acordarme de uno de mis autores predilectos. Lo cual confirma, por cierto, la utilidad de asistir a clase. Gombrowicz afirmaba que un joven sabe que todavía es tonto. Y que, si no lo sabe, es incluso más tonto. Gombrowicz fue un joven asmático que estudiaba Derecho para seguir recibiendo el dinero de su padre. La juventud, escribió más tarde, es inferior a la edad madura. Es más crédula, más débil, más indolente, y sólo es superior en una cosa: en la juventud. ¡Elemental, Witold! Quizá por eso él, maduro hombre inmaduro, se follaba a tantos jovencitos. ¿Te imaginas si Gombrowicz nos viese ahora, en pleno año 2000? Él, que se burlaba de los cachorros del 68. Nuestro nuevo milenio no le daría risa, sino un ataque de asma. No logo. Este lema, amigos, lo ha financiado X. Los héroes del mañana: ¿y mientras tanto? Se es joven, pero paciencia. (...)
En los últimos tiempos, prefiero las fotos de Internet a las chicas que me presentan en el bar de Xavi. Lo peor es que se nota que ellas piensan lo mismo de uno: que seducimos por costumbre, besamos por hastío, tocamos por desánimo. Hoy en la cama gobiernan ellas. Eso a mí me parece una conquista política. Era lo último que nos faltaba a los hombres para alcanzar la intrascendencia. Quizá deberíamos repartir vibradores entre nuestras amigas y retirarnos con el debido sigilo. Me dirás que también están los sentimientos, y que en eso mujeres y hombres somos insustituibles. ¡El amor, claro! Al respecto, sólo comentaré que ya he llenado el disco duro con las fotos que me bajo de Internet. (...)
Se me ocurrió buscarnos, y tecleé nuestros nombres uno a continuación del otro, unidos por un signo +, luego por and, luego por &, luego por un guion, luego en orden inverso, separados por una barra, una coma, incluso un punto. Y no apareció nada, Marina. Ni una palabra. No existíamos. (...)
Las noches en mi habitación se componen de insomnio, mensajes y masturbaciones. Bah, y también de lectura. Televisor no tengo. Lo tiré: me encantaba. ¿Has leído al mártir de Ducasse? Xavi me prestó un par de libros suyos. Yo prefiero a Rimbaud. Cuando se lo dije, Xavi me contestó muy serio: Mira que eres mainstream. (...)
Para serte franco, no me molestaría en absoluto doctorarme en onanismo. Xavi dice que pronto las enfermedades venéreas van a poder contraerse por Internet. Quizá sea cierto que las rutinas del onanista y del internauta son la misma, la del que busca solo. Te ordeno que contestes. En otras palabras, te lo suplico. (...)
"Con dos dedos torpísimos, tecleaba por ejemplo los nombres de las chicas que me gustaban: en tinta negra si no me hacían ningún caso, que era la gran mayoría, y en tinta roja si creía que la atracción era mutua. Inventaba una sinopsis de cómo sería nuestro primer encuentro, el momento de la seducción y la conquista final. Cuando me sentía lo suficientemente estimulado por esa vida paralela, tiraba de un extremo del folio, lo doblaba y lo escondía. Entonces corría al baño, para vengarme de todas las chicas en tinta negra. Diez o doce años después, te escribo a ti sin tinta en un PC color amianto, y me masturbo menos. También hay menos chicas en la lista. De hecho, hay sólo un nombre, que yo sepa. Ya no pliego las páginas, sino que las archivo en un segundo. Igual que sé que están ahí todas juntas, comprimidas, disponibles, sé también que algún día podrían desaparecer en un imperceptible desplazamiento de energía. Nuestra memoria, en apariencia tan amplia, puede borrarse por azar sin que nos demos cuenta. (...)
Cuando te escribo a ti es distinto. Algo me impide mentir demasiado. Mejor dicho —porque no existe la sinceridad desinteresada—, imagino que no creerías mis mentiras, que conoces mis palabras mejor que yo. Quizá por eso te escribo: para hacerme con mis palabras, para que me las devuelvas. (...)
 
De cualquier forma, para mi padre los asuntos internos son siempre provisionales. Lo que de verdad le quita el sueño son los conflictos de la empresa. Mi padre no descansa del trabajo en casa: huye de su casa hacia el trabajo. Así que quien padece estas cuestiones suele ser mi madre. Sé que, si ella hubiera tenido una profesión a la que dedicarse, todo habría sido más equilibrado en nuestra familia. Pero, qué quieres que te diga, como madre tampoco está siendo demasiado profesional. Ya estoy oyéndote: ¿Y qué clase de hijo has sido tú? No se admiten golpes bajos. A veces pienso en pasar por tu casa y ver si estás. No lo hago porque supongo que te incomodaría. Siempre fuiste tan clara conmigo, Marina, que resultas casi indescifrable. Yo soy incapaz de sentenciar las cosas de ese modo. Suelo dar las suficientes vueltas alrededor de ellas como para saber que es perfectamente posible regresar al punto de partida. Confieso que, en realidad, he pasado unas cuantas veces por tu casa. Pero no tuve la valentía de quedarme esperando en la puerta. O tuve la prudencia de dar media vuelta antes de que fuese demasiado tarde. Lo que más me intimida es la certeza de que no reaccionarías como en el cine o la tele. Jamás te rendirías ante un ramo repentino o una fragancia afrancesada. Quizá necesitemos concebir en las pantallas la perfección narrativa de la que nuestras vidas carecen. Por eso, en vez de pretender que en las películas suceda lo mismo que nos sucede a nosotros, corremos a ver historias donde todo encaja. Aunque a ti, que yo sepa, las comedias románticas te dan náuseas. Más que reconfortarte, te hacen pensar en lo difícil que es tu vida. (...)
Hay soledades que se revelan de improviso, como un golpe en la nuca. Piensas: estoy solo. No ahora. Siempre. Solo. Esa palabra afónica, redonda. Están también las soledades lentas, las que se forman con el tiempo. Hay otras que estaban ahí desde el principio, que son las soledades de las que estamos hechos. Suelen permanecer larvadas bajo alguna memoria difícil. De vez en cuando esas soledades despiertan, se enderezan y te hablan al oído. Entonces uno escucha algunos secretos acerca de sí mismo. (...)
También existe, ¿sabes?, la soledad que de tanto conocerla y tratarla a todas horas, acabas necesitando como a una leal, discreta compañía. Una soledad casi querida que, al marcharse, nos deja de verdad a solas. No sé si alguna vez has sentido deseos de estar sola también en tu cabeza, dejar de escuchar voces que se contradicen. Y entonces has gritado hacia dentro, esperando que todos esos personajes desalojaran tu mente. Cuantas más voces emergen, más parecen quedar dentro: las que sabías que vivían emboscadas ahí, algunas que sospechabas que existían, también otras que ni siquiera reconoces (...).
Porque la soledad es generosa, Marina. O por lo menos sé que existen soledades propias, que no son pérdidas sino conquistas. Yo quisiera tener una de esas, disfrutarla despacio, comprenderla sin miedo. Pero cada vez que estoy a punto de sentirla, se me esfuma y me veo solo. Y quedo cara a cara con un extraño, intentando averiguar qué ha sucedido. (...)
Como estamos en época de rebajas (el capitalismo es una interminable rebaja), había un gentío alrededor de los expositores. Parecía una reunión de canguros: todos daban saltos con una bolsa a cuestas. (...)
Dicen que soy noctámbulo, pero lo único que busco es una porción de silencio. Si para eso hay que esperar hasta la madrugada, espero. Uno no ama la noche, sino sus atributos. (...)
Supongo que ella pensaba que el salto de las caricias al sexo era como pasar del agua tibia a la caliente. Aún le faltaba descubrir que a veces, en mitad de la compañía, te cae el hielo encima y el otro desaparece. (...)
Por la calle tengo la sensación de cruzarme con menos desconocidos que enemigos. La gente parece pasarlo tan bien que me da asco, es decir, una envidia incrédula: tiene que haber grandes razones para deprimirse, ¿no? Razones que los demás todavía no han descubierto. (...)
El único refugio, entonces, es el bar de Xavi. Ahí suelo terminar. Me figuro que, en el fondo, todos los que vamos ahí vamos a terminar algo. ¿No es eso el bar de siempre? No el lugar al que se va de fiesta, a bailar o a conquistar el mundo. Sino ese lugar inevitable al que acudes porque no hay adónde ir, porque es el último que no aborreces. Al menos que yo sepa, existen tres maneras universales de beber: por timidez, por euforia, por olvido. Pero en el bar de siempre se descubre otra manera: beber por solidaridad. Cuando voy donde Xavi acabo emborrachándome por solidaridad con quienes, como yo, han acabado ahí porque no había otro remedio. ¡Cráneos previlegiados! Tengo tanto sueño que me quitaría la cabeza. (...)
Mi padre hacía bien en obligarme a leer, pero yo hacía bien en resistirme, no sé si me explico. La lectura necesita tener algo furtivo: se lee mejor a escondidas, en contra de algo o de alguien. (...)
Había quedado en encontrarme con unos compañeros de clase (debería decir: con unos compañeros que tampoco van a clase) y aún faltaba un rato para la hora. Me acomodé en uno de los bancos y me dediqué a ver circular, calle arriba, calle abajo, a la juventud alcohólica local. Todos hacían muecas. Se habían disfrazado de no haberse disfrazado. Sentí una moderada confianza en mis posibilidades: un payaso consciente nunca ha sido ridículo. (...)
Te sorprendería ver cuánto ha cambiado mi hermana. Hasta hace un par de años, me hacía caso en todo y quería parecerse a mí. Ahora no sólo ha comprendido que sus héroes deben ser otros, sino que además ha empezado a ser quien da las órdenes en casa. Teniendo en cuenta el estado de nuestra familia, no me parece mala idea. El rol de primogénito me produce espanto. Aunque no hablemos mucho (llegados a cierta edad, los hermanos parecen alcanzar un acuerdo tácito mediante el cual el amor se presupone pero rara vez se demuestra), la considero una chica inteligente. También es caprichosa y un tanto melodramática, como toda la gente de su edad. Tiende a golpear las puertas y adora a cualquier músico que se vista de negro y le cante a la destrucción. Cada vez que hace falta, sin embargo, Paula se pone seria y trae algo de sensatez a esta casa. ¿Y yo? Intento no molestar demasiado. Soy, digamos, un huésped permanente. (...)
En el chat todos tienen un nombre distinto al suyo y unos deseos diferentes de los que declararían en su propio nombre. (...)  Pero a veces las mentiras nos salvan. A mí me gusta, por ejemplo, mentirme diciendo que soy buena persona. La gente, en un principio, está dispuesta a creerme. No por ingenuidad, sino por comodidad. Desconfiar de todo el mundo resulta agotador. Así que yo me miento: Soy un buen tipo, soy un buen tipo. Y, al cabo de algún tiempo, no me queda más remedio que serlo para no defraudar a nadie. El único peligro de mentirse consiste en elegir la mentira equivocada. Una que sea indigna del fingimiento al que obliga o del propio fingidor. (...)
La vida en las ventanas.
Andrés Neuman.
Finalista Premio Primavera de Novela 2002.
Espasa 2002/ Alfaguara 2019. 

viernes, 13 de septiembre de 2019

Algunos poemas de HUIR de Xavi Rossell (Lastura Ediciones, 2019)

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PREFACIO
anterior al capricho de viajar
soñar era un verbo propiedad de vanidosos

cuando nos quitamos la venda
conocemos las cosas por su nombre.

EL ESPEJO SOBRE NOSOTROS
creerse uno mismo su mentira
como fase previa para librarse de cargas

el valor de aquella pesada mochila invisible
colgando de la espalda

hablar solo, reflexionar

jurar arrepentido un cambio de vida
en la próxima escala.

ENSEÑAR A HUIR
adquirí la vejez retenida bajo la tierra arcillosa
mientras imponía mi voz
sobre los dogmas de los cirujanos del desánimo

en la guerra de la piel contra la piedra,
allí donde se abraza lo oscuro
decidí esconder el triunfo entre mis dedos.

VIANDEN
nadie sabía en qué lugar guardar los secretos,
en quién sacudir la voluntad de la pólvora

el aire se extinguió por la muralla,
la soga del silencio ahogó bramidos,
los miedos acecharon al dolor

resultó ser la intemperie
el único lugar a salvo durante el bombardeo.


NACIDOS EN RUINAS
gira el tiempo
y no significa una derrota
aunque la miseria les manche cíclicamente

hay un poso de nácar peinando
alguno de sus dientes,
amenazando una guadaña con forma de factura

me llaman maestro,
desconocen que mis manos también están vacías.

III
entre tus pies
la danza del olvido
sigue escondiéndose

aún retumba el púrpura
sobre la miel del alba.
(Rua Primeiro de Maio)


TRECE
aprendo a esconder la boca sobre tu miedo,
saboreo mejor así
el gusto oxidado del placer

una catarata escupiendo silencios amenaza
con hacernos de hielo

es el invierno aullando todavía lejano
                                   [sus intenciones
sobre tu nuca.
Huir.
Xavier Rossell.
Ediciones Lastura, 2019

jueves, 12 de septiembre de 2019

"Los profesores" (poema de Nicanor Parra)


LOS PROFESORES

Los profesores nos volvieron locos
a preguntas que no venían al caso
cómo se suman números complejos
hay o no hay arañas en la luna
cómo murió la familia del zar
¿es posible cantar con la boca cerrada?
quién le pintó bigotes a la Gioconda
cómo se llaman los habitantes de Jerusalén
hay o no hay oxígeno en el aire
cuántos son los apóstoles de Cristo
cuál es el significado de la palabra consueta
cuáles fueron las palabras que dijo Cristo en la cruz
quién es el autor de Madame Bovary
dónde escribió Cervantes el Quijote
cómo mató David al gigante Goliat
etimología de la palabra filosofía
cuál es la capital de Venezuela
cuándo llegaron los españoles a Chile

Nadie dirá que nuestros maestros
eran unas enciclopedias rodantes
exactamente todo lo contrario:
unos modestos profesores primarios
o secundarios no recuerdo muy bien
-eso sí que de bastón y levita
como que estamos a comienzos de siglo-
no tenían para qué molestarse
en molestamos de esa manera
salvo por razones inconfesables:
a qué tanta manía pedagógica
¡tanta crueldad en el vacío más negro!

Dentadura del tigre
nombre científico de la golondrina
de cuántas partes consta una misa solemne
cuál es la fórmula del anhidrido sulfúrico
cómo se suman fracciones de distinto denominador
estómago de los rumiantes
árbol genealógico de Felipe II
Maestros Cantores de Nüremberg
Evangelio según San Mateo
nombre cinco poetas finlandeses
etimología de la palabra etimología

Ley de la gravitación universal
a qué familia pertenece la vaca
cómo se llaman las alas de los insectos
a qué familia pertenece el ornitorrinco
mínimo común múltiplo entre dos y tres
hay o no hay tinieblas en la luz
origen del sistema solar
aparato respiratorio de los anfibios
órganos exclusivos de los peces
sistema periódico de los elementos
autor de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
en qué consiste el fenómeno llamado es-pe-jis-mo
cuánto demoraría un tren en llegar a la luna
cómo se dice pizarrón en francés
subraye las palabras terminadas en consonante.


La verdad de las cosas
es que nosotros nos sentábamos en la diferencia
quién iba a molestarse con esas preguntas
en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar
únicamente un malo de la cabeza
la verdadera verdad de las cosas
es que nosotros éramos gente de acción
a nuestros ojos el mundo se reducía
al tamaño de una pelota de fútbol
y patearla era nuestro delirio
nuestra razón de ser adolescentes
hubo campeonatos que se prolongaron hasta la noche
todavía me veo persiguiendo
la pelota invisible en la oscuridad
había que ser buho o murciélago
para no chocar con los muros de adobe
ése era nuestro mundo
las preguntas de nuestros profesores
pasaban gloriosamente por nuestras orejas
como agua por espalda de pato
sin perturbar la calma del universo:
partes constitutivas de la flor
a qué familia pertenece la comadreja
método de preparación del ozono
testamento político de Balmaceda
sorpresa de Cancha Rayada
por dónde entró el ejército libertador
insectos nocivos a la agricultura
cómo comienza el Poema del Cid
dibuje una garrucha diferencial
y determine la condición de equilibrio.
El amable lector comprenderá
que se nos pedía más de lo justo
más de lo estrictamente necesario:
¿determinar la altura de una nube?
¿calcular el volumen de la pirámide?
¿demostrar que raíz de dos es un número irracional?
¿aprender de memoria las Coplas de Jorge Manrique?
déjense de pamplinas con nosotros
hoy tenemos que dirimir un campeonato
pero llegaban las pruebas escritas
y a continuación las pruebas orales
(en unas de fregar cayó Caldera)
con una regularidad digna de mejor causa:

teoría electromagnética de la luz
en qué se distingue el trovador del juglar
¿es correcto decir se venden huevos?
¿sabe lo que es un pozo artesiano?
clasifique los pájaros de Chile
asesinato de Manuel Rodríguez
independencia de la Guayana Francesa
Simón Bolívar héroe o antihéroe
discurso de abdicación de O'Higgins
ustedes están más colgados que una ampolleta

Los profesores tenían razón:
en verdad en verdad
el cerebro se nos escapaba por las narices
-había que ver cómo nos castañeteaban los dientes-
a qué se deben los colores del arco iris
hemisferios de Magdeburgo
nombre científico de la golondrina
metamorfosis de la rana
qué entiende Kant por imperativo categórico
cómo se convierten pesos chilenos a libras esterlinas
quién introdujo en Chile el colibrí
por qué no cae la Torre de Pisa
por qué no se vienen abajo los Jardines Flotantes de Babilonia
¿por qué no cae la luna a la tierra?
departamentos de la provincia de Ñuble
cómo se trisecta un ángulo recto
cuántos y cuáles son los poliedros regulares
éste no tiene la menor idea de nada.

Hubiera preferido que me tragara la tierra
a contestar esas preguntas descabelladas
sobre todo después de los discursitos moralizantes
a que nos sometían impajaritablemente día por medio
¿saben ustedes cuánto cuesta al estado
cada ciudadano chileno
desde el momento que entra a la escuela primaria
hasta el momento que sale de la universidad?
¡un millón de pesos de seis peniques!

Un millón de pesos de seis peniques
y seguían apuntándonos con el dedo:
cómo se explica la paradoja hidrostática
cómo se reproducen los helechos
enuméreme los volcanes de Chile
cuál es el río más largo del mundo
cuál es el acorazado más poderoso del mundo
cómo se reproducen los elefantes
inventor de la máquina de coser
inventor de los globos aerostáticos
ustedes están más colgados que una ampolleta
van a tener que irse para la casa
y volver con sus apoderados
a conversar con el Rector del Establecimiento.

Y mientras tanto la Primera Guerra Mundial
Y mientras tanto la Segunda Guerra Mundial
La adolescencia al fondo del patio
La juventud debajo de la mesa
La madurez que no se conoció
La vejez
                                                  con sus alas de insecto.

Nicanor Parra.
De Hojas de Parra (1985).
Recogido en la fantástica edición de Páginas en blanco preparada por la doctora Francisca Noguerol para Ediciones de la Universidad de Salamanca  en 2001.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Algunos poemas de HACIA EL VIAJE (de Juan Manuel Muñoz Aguirre)

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Juan Manuel Muñoz Aguirre nació en Madrid en 1959. En 1985 obtuvo el premio Ciudad de Alcalá por Omnia, en 1991 el Hiperión por Adiós, dijo el duende y en 2006 el I Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro con Hacia el viaje, su tercer libro de poemas. De este último ofrezco una pequeña muestra junto con mi encarecida recomendación:

NOCHE DE REYES
Desde la última planta de este imperio funesto,
inspirado en la fe y aún más en la ignorancia,
los borrachos se ven, abajo, entre la niebla,
como lentas figuras danzantes, casi inmóviles.
Nada ha cambiado, pues, en el lugar del tránsito:
es ahora la niebla lo que entonces el humo
al ocultar la calle, Los enfermos -sus manos
delgadas como peces conservados en sal-
recorren los pasillos y las salas de espera
dispuestos a extender un rumor de convictos:
que los atardeceres, y no las noches, son
los que se hacen eternos. ¿Una voz todavía,
un rostro figurado, de hombre bueno y paciente,
a punto de expresar la dicha de los suyos?
Para una sola vida, demasiados secretos.
Una mujer exhausta, vaciada, se ha dormido,
y nunca has de olvidar que todo su cansancio
ya es tu obra primera. Es así como se alza
una falsa verdad, la ilusoria estatura
que pueda sostener el desplome de un mundo
largamente soñado. De tanta orfandad, lloras.
Y te sostengo en brazos, inerme, diminuta
cosa, todo ternura y anhelos defraudados,
como a mi padre muerto.


UNA LEYENDA DICE
Árboles, casas: todo son fragmentos.

De un abril bendecido,
materia pura
de bienaventuranza,
llegó la rendición a este dominio.

Y, tras ella, las amenazas,
el perfume de los viajes felices,
un yo descarnado, huido del cuerpo,
y un amor pospuesto, siempre inminente.

Un gesto bastaría,
tal y como entonces lo desearon,
para llegar a ser invulnerables.

¿Libertad?, pregunta él. Y ella piensa: Destino.


DÍA DEL MES DE ENERO
La felicidad, desde que es costumbre,
empieza por ceder un brillo incierto en las ventanas.

Si te inclinas ahora sobre mí
y pasas muy despacio
el dorso de tu mano por mi frente,
cerraré de nuevo los ojos.

Y entonces pensaré
-aunque luego me olvide-
cómo hacerte feliz un día más.

¿Te referías 
a los almendros al decir
-No hay milagro salvo si se repite?

DA CAPO
Llévalo atrás,
como en los malos sueños,
pero no tanto que tu mano
pueda alterar la superficie inmóvil
o estremecer los matorrales;
acércalo después
hasta el límite exacto de la voz
o más cerca aún,
al silencio húmedo, obsesivo,
donde la tensión tiembla
como en una clave de bóveda.
La sangre, entonces, toda la sangre,
y alrededor un golpe de breve oscuridad.
Has de ser tú, o cualquiera con tu rostro,
quien alce la vista y descubra
cómo era el mundo
antes de mi muerte. Como los niños,
como los débiles, inventando ídolos.

DE LOS ESPEJOS
Todos los pozos son aquí sagrados.

Desacostumbrada, la noche esconde
un círculo de claridad,
un alma plácida
y distraída, los detritos
de un continente inclinado al horror
que desbordan, como masas de nubes,
la línea de las montañas.

Furtivos, ahuyentados por el frío,
los transeúntes vuelven
a su felicidad y allí nos compadecen.

También nosotros hemos vuelto
y no como esperábamos:
de un repentino azul
-fauce, honda grieta-, algo que hemos aprendido.

Hacia el viaje. 
Juan Manuel Muñoz Aguirre.
I Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro.
Colección Alegría. Centro de Poesia José Hierro, 2006.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Algunos poemas de ESTADO LÍQUIDO (de Antonio Rodríguez Jiménez)

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INVENCIBLE
Con cuidado te acuno entre mis brazos.
Te susurro al oído una canción cualquiera
y ya no tienes miedo.
Me fijo en tus pestañas,
en los ojos pequeños que miran confiados
porque me ven muy fuerte,
tan fuerte como yo veo a mi padre
después de tantos años,
con el torso desnudo, el vello blanquecino,
tumbado en esa cama rodeada de cables,
sin temores ni dudas,
tan fuerte como tú me ves ahora,
tan seguro y tan cierto
como siempre. Invencible.

DIVERSIDAD FUNCIONAL
Mi abuela no oía bien.
-Estoy sorda- decía si le hablabas,
abriendo bien sus ojos siberianos.
Entonces sonreía,
y su boca era un puente que salvaba los años
sobre tantas desgracias
hasta llegar a ti, todavía intacto.
Fue enfermera en la guerra, 
madre y ama de casa en los años del hambre.
Hoy sería una trabajadora con diversidad funcional.
Ella murió llamándola sordera.
Nunca se sintió víctima de su limitación.
De la pobreza sí;
también del miedo;
de ser mujer en un país de hombres.
-Estoy sorda- decía si le hablabas,
clavando en ti sus ojos siberianos.


ESTADO LÍQUIDO
¿Qué se puede esperar de la poesía,
si creció su semilla en la liturgia
extendiendo plegarias;
si fue la propaganda de castas dominantes,
adornada con mitos y leyendas
-lo recuerdas, Homero?
¿Qué se puede esperar de su discurso
romo para el análisis,
incapaz de explicar ningún misterio?
¿Qué se puede esperar de los poetas
que se creyeron dioses
por combinar sonidos y juegos pirotécnicos?
Que lo desbanquen tipos
con nombres de raperos
que, al son de su guitarra o de una flauta mágica,
se lleven a la masa tras de sí:
un río sin la fuerza ni el tiempo necesarios
para labrar su cauce.
Material desechable, mundo líquido,
ligereza fugaz de lo presente.


HÉROES
Aprendiste muy pronto que los héroes
suelen terminar mal y, con frecuencia, 
de forma prematura.
Por eso no quisiste hacer muchas preguntas
sobre aquellos lugares con alambres de espino.
En el lado adecuado de la valla
el mundo seguía siendo un lugar confortable,
con su inutilidad, con su belleza,
con las pequeñas cosas que nos hacen sufrir
de vez en cuando.

¿Qué más se puede hacer?
De todas formas, siempre habrá chimeneas expulsando humo negro,
un mar que arroje muertos
de una guerra lejana.
Nada depende sólo de ti.
Suceden cosas.
Todo empieza a torcerse de repente,
en otro sitio, siempre en otro sitio,
y algunas vidas saltan en pedazos.
Aunque a este lado de la valla,
el lado bueno,
el mundo siga siendo un lugar confortable.

Estado líquido.
Antonio Rodríguez Jiménez.
La Isla de Siltolá, 2017.

Reseña de OBSOLESCENCIA PROGRAMADA en Moon Magazine

Manu López Marañón realiza una completísima reseña de Obsolescencia programada en la web Moon Magazine. Pueden leerla en este enlace.
Para cerrar la tercera edición de «Poemarios para un verano sin crímenes» nada mejor que éste, desconcertante en su amenidad y que, en muchas de sus composiciones, elige al humor como forma directa de llegar a sus lectores; pero no un humor insustancial o simplemente chocarrero, olvídense de eso. Y es que Obsolescencia programada aporta ironías hirientes y descarnados sarcasmos dirigidos —sin mesura— hacia cualquier actividad humana, como detallaremos. La obra de Quevedo Sueños y discursos de verdades soñadas, descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo, parece haber estado en la mesilla de Peña Dacosta tutelando la redacción de sus, por otra parte, personalísimas composiciones.


Algunos poemas de CUARTO MENGUANTE (Ernesto Frattarola)

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CRISTAL
Mi fe en la humanidad.

Mi cuerpo: el de hoy.
Mis hombros y mis vértebras.
Mis gafas.

La comida que mastican mis hijas
mientras yo grito, mientras yo me callo.

La rodilla derecha de mi madre.

Las camisas que se han quedado estrechas.
Las ganas de gustar.

Los días que se fueron.
Las noches que me quedan.
El reloj heredado de mi padre.

Todo lo que se rompe me concierne.

PRÓTESIS
A mi madre
le han puesto una rodilla de titanio.

Tiene ochenta y un años y una gran cicatriz.

Camina por la casa.

Debajo de la piel
guarda el ruido de todos los serruchos,
las lágrimas de los primeros pasos,
la ausencia del ausente.

Y una rodilla metálica y fría
como mi corazón. 

XX
Escribo desde ayer y ya me estoy muriendo.

Siempre he llegado tarde.

Este siglo me acoge
como un padre acoge a un hijo bastardo.
Este siglo ya sabe de mi deformidad:

mi cuerpo y mi deseo no coinciden.

Mi hora está vacía.

Mis ojos degollados.
Mi hambre sin hogar.
Mis estrías.

Llegué a la vida ayer,
y ya me estoy muriendo.

PEAJE
Di hola.
Pon las largas.
Acelera.

Di adiós.
Nunca se sabe.

DOS CARTAS
Nunca te haría daño.

Pero ya sabes lo que dice House:
todos los padres joden a sus hijos.

Así que me arrepiento
de tantas cosas que ni sé nombrar.
Tu nombre, sin embargo, sí lo sé:
tu nombre, vuestros nombres,
son parte de la sangre de mi nombre.

Sin saber qué es querer, yo te he querido.
Te seguiré queriendo cuando muera.

Pero sé que esperabas más de mí.
No he sido la persona que mereces.

No quise hacerte daño.

Nunca te dejaré. 

Me tengo que marchar.

LENTE
La vejez era esto:
verme como me ven.

Yo y otros: un cristal.
Transparente, imbatible.
Fronterizo.

Verme como me ven.

El espejo no cuenta la verdad.
El reloj es un ruido.
Yo no soy yo:
yo soy lo que tú dices.

Tú dices que ya es tarde.

EXILIO
Los pueblos son ficciones.
Las personas también.

Un saco de minutos y mentiras.

Un circo de unicornios.
Un hambre y una sed.

Caminamos en círculos
hacia una tierra que no está en los mapas. 

La muerte es nuestra verdadera patria.

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CV
La edad,
la invalidez.

La casa como un miembro trasplantado.

Las piedras en la boca,
la mudez.
Lo lento, lo improbable, lo fatal.

A quién le sirvo yo.

Para qué sirvo yo,
una sombra de palabras sin sombra.

IGUAL
Cada día más quieta
la calle, más callada
la certeza.

Ya ni el viento nos busca.

Y todo se parece tanto a todo
que nada importa nada.

ECO
Digo lo que no importa.

Intento nombrar
lo que no existe.

Y no sirve de nada.

Y me pregunto si algo
le habrá servido alguna vez a alguien.

Cuarto menguante.
Ernesto Frattarola.
Ars Poética (2018)