ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


martes, 6 de noviembre de 2012

Nota sin prensa de ALEGRÍA, el nuevo disco de ALBERTUCHO



Muchos artistas, entre ellos alguno de los considerados fundamentales en la historia del pop, no han llegado a grabar cinco discos: bien por distintas polémicas personales o artísticas, bien por agotamiento de la inspiración, ausencia de apoyo discográfico, debilitamiento físico o mental o, sencillamente, por considerar que ya habían dicho todo lo que tenían que decir. Y es que, un disco, con ganas, suerte y trabajo, lo puede llegar a grabar casi cualquiera con un mínimo de talento, pero decidir editar cinco bajo el mismo nombre indica, sin duda, que se mantiene una voluntad de decir las cosas de una forma determinada en la que, si bien caben cambios de registro, producción o sonido, prevalece eso tan etéreo y ambiguo pero, a la vez, tan básico, como es la esencia.
Y es que, una vez que se ha dejado claro con los cuatro trabajos anteriores que se tienen cosas que decir, que se sabe cómo decirlas y que, aunque unos trabajos se enfoquen más hacia un determinado género o estilo, se conserva la actitud del primer día, el quinto disco puede ser un momento tan bueno como cualquier otro para explorar nuevas posibilidades y jugársela. Por ejemplo, el quinto disco de Dylan fue Bringing It All Back Home, y mucha gente, dicen, se escandalizó por la presencia de instrumentos eléctricos. El quinto álbum de The Who fue Who´s Next, y cuentan que también hubo quien se quejó por el uso abundante de sintetizadores. Con el tiempo, todo el mundo ha tenido que admitir que ambos discos trajeron nuevas formas de acercarse al rock y, sobre todo, canciones que venían para quedarse con nosotros mucho tiempo.
Ahora, el disco que nos ocupa es el quinto publicado bajo el nombre de Albertucho: Alegría. Y, de entrada, quizás alguno se sorprenda con la presencia de banjos, ukeleles, dobros y pedal steels en el trabajo de un chaval que tras su debut de 2003, fue etiquetado como la última esperanza blanca del rock urbano español. Sin embargo, si se hace memoria, se recordará que si algo ha caracterizado su carrera estos casi diez años ha sido la firme intención de hacer en cada momento lo que le daba la gana sin pararse a pensar qué es lo que se esperaba que hiciese. Quizás porque esa y no otra es la esencia de Albertucho.
La mejor forma de asegurarse seguir haciendo en cada momento lo que le da la gana era producir él mismo el disco y sacarlo en Bliss Records, el sello independiente de sus mánager de toda la vida (A. Vallekas) que, después de haber producido discos de Mamá Ladilla, Canallas u Orujo de Brujas, parecía estar esperando la ocasión propicia para resucitar. Posiblemente gracias a esta confianza y a esta camaradería, Alegría suena tan auténtico: como si unos rockeros con miles de batallas a sus espaldas hubieran decidido irse al campo un tiempo y escribir, cantar y tocar con esa experiencia pero sin tomárselo, ni mucho menos, como unas vacaciones. Ese es el caso de Alberto Romero, compositor, productor y arreglista de todos los temas, claro. Y, por supuesto, de José Luis Garrido, ganador de dos premios Goya y en cuyos estudios Musitron se creó el clima propicio para la primera parte de la grabación. Pero también de Pablo Salinas, el socio ideal para el golpe perfecto, que apareció a mitad de grabación y se implicó en el proyecto continuando, a partir de entonces, la producción en sus estudios y mezclando la obra. Un trabajo que sorprenderá por la confluencia de estilos e influencias (folk, country, rock sureño; Mumford & Sons, Avett Brothers, New Grass Revival) y, sobre todo, por la capacidad con la que Albertucho ha sabido llevar todos estos elementos a su terreno, valerse de ellos para expresarse con su propia voz y, en definitiva, hacerlos suyos.
Resumiendo, Albertucho en este disco confirma que sigue teniendo cosas que decir, que sabe cómo contarlas y cómo cantarlas y que no ha perdido en absoluto la inspiración. Que, ahora más que nunca, parece escribir y cantar con la seguridad del que sabe quién es, de dónde viene y, sobre todo, todo lo lejos que puede llegar. Pero, sobre todo, que trae muchas canciones que, sin duda, han venido para quedarse.
A fin de cuentas, Alegría viene a ser el relato de esa pequeña epopeya diaria de la supervivencia. O, en palabras de El Capitán Cobarde, “eso tan antiguo de caerse y levantar”.
                                                                                             Víctor Martín Iglesias
Víctor Peña Dacosta
Un Hombre Exquisito

lunes, 22 de octubre de 2012

Carta abierta a un defensor de los Centros Concertados


(CARTA ABIERTA A UN EX-ALUMNO DE COLEGIO CONCERTADO, BIEN FORMADO Y CONVENCIDO DE LA CONVENIENCIA DE QUE EXISTA ESTE TIPO DE EDUCACIÓN)

Miguel, personalmente, no tengo nada en contra de la educación en valores cristianos: yo también he sido educado en ellos y no me considero, en general, mal educado ni maleducado y, quizás por ello, creo en la solidaridad. Tampoco tengo nada en contra de la educación en valores socialdemócratas, he sido también educado en ellos e, insisto, creo que no me ha ido mal. Quizás también gracias a ellos creo en la necesidad de justicia social.
Sin embargo, no vería bien que se adoctrine a los niños y adolescentes en valores socialdemócratas con dinero público. Yo puedo estar absolutamente convencido de que jamás en mi vida voy a votar al Partido Popular, pero esas son mis ideas, producto de mi formación y de mi evolución. Sin embargo, veo mal que se eduque a los niños y adolescentes con la idea de que votar al Partido Popular es erróneo: eso es mi opinión, no un dogma: y que sea una opinión de mucha gente, incluso aunque llegara a ser mayoritaria, no lo convertiría en un dogma. Y que a mí me haya ido bien, no significa que sea justo, ni conveniente, ni oportuno, que se eduque a los niños y adolescentes cantando cada mañana La Internacional, leyendo algún fragmento de El Manifiesto Comunista o haciendo murales a favor de los trabajadores y contra la burguesía y el proletariado.
A lo largo de la historia ha habido asociaciones con la línea educativa socialdemócrata a la que los padres decidían libremente si llevaban a sus hijos o no. Por ejemplo, el krausismo, que acabó deparando la Residencia de Estudiantes. Si, actualmente, alguien cree que crear ese centro le va a ser rentable, contrata exclusivamente a profesores que tengan esa ideología y les despide cuando dejan de tenerla o de fingir que la tienen, pues bien, es su negocio. Pero que no venga pidiendo subvenciones, que bastante falta hacen en la Educación Pública. Y si alguien quiere llevar a sus hijos a esos centros, pues bien también, allá ellos, que los elijan y se los paguen. Pero sin desgravar, que es su elección.
¿Por qué no pasa lo mismo con los Centros Concertados Católicos? ¿Por qué pueden contratar a quién quieran bajo las normas que quieran (he visto convocatorias en las que pedían “lazo de consanguineidad con algún miembro del profesorado o el equipo directivo”) y lo tiene que pagar un Estado que se denomina aconfesional?
Tampoco tengo nada contra el Islam. No he sido educado en él y, por tanto, no creo que me haya influido ni positiva ni negativamente. Sin embargo, conozco a gente educada en esa religión que son educados, respetuosos, trabajadores y solidarios. Incluso, que creen en la justicia social. Bien, pongámonos en la tesitura de que, ante el gran número de inmigrantes que tenemos, se creen colegios islámicos. Colegios que, por supuesto, solo contratarán para dar clase a profesores que juren sobre el Corán, en los que se rece cada mañana mirando a la Meca y donde realicen actividades relacionadas con su fe o Su Fe (allá cada uno). ¿Veríamos bien que se financiaran esas contrataciones (y despidos) basados en su religión? ¿Aceptaríamos que parte de nuestros impuestos fueran destinados a esas actividades y esos centros?
En cuanto a lo de que “realizan un servicio a la comunidad”, Miguel, está claro. Educan, que no es poco. Sin embargo, me gustaría saber cuántos centros concertados se han abierto como Escuelas Rurales en pequeñas poblaciones, cuántos en barrios conflictivos… Alguno hay, claro. Pero su número debería hacer que nos planteemos si la labor social es su prioridad.
Por otra parte, todos estamos de acuerdo en que aprobar (o, incluso, sacar un 10) en una oposición no garantiza que se sea un buen profesor. Claro que no. Es un modelo muy imperfecto, pero es el único que hay. Como en tantas otras cosas, se debería alcanzar un gran consenso para crear un modelo mejor y que se premie a los buenos profesores y se descarte a los incapacitados para el puesto. Ojalá llegue lo antes posible ese consenso, por cierto.
Sin embargo, no creo que nadie pueda defender que, por ejemplo, *Respetar el Carácter Propio y la oferta educativa del Centro que se le dará  a conocer antes de ser contratado o *Colaborar activamente en la acción educativa-pastoral del Centro, sean sistemas de calificación más válidos sobre la valía de un profesor… Y, repito, he visto convocatorias en las que aparecía como requisito “tener una relación de consanguineidad” con un profesor o miembro del equipo directivo del centro. Como mínimo, me parecen criterios más arbitrarios que una oposición. Como mínimo, me parece polémico que el Estado financie centros con esa forma de contratar.
Insisto, el sistema de oposiciones es francamente mejorable, pero es el único fijado por el Estado para decidir quién se merece trabajar para Él y quién no. También el actual sistema de elecciones es muy debatible, pero, por ahora, es el único que hay. Lo que sucede cuando se tiene a profesores con la oposición aprobada pero sin plaza en el paro y a otros que no han aprobado ningún examen de oposición trabajando y cobrando de la misma partida presupuestaria es, en mi opinión, tan ridículo como si decidiéramos darle el gobierno a los partidos menos votados o, mejor aún, a alguien que ni se haya presentado a las elecciones amparados en que, claro, como tenemos un sistema de elecciones “injusto”, “inapropiado” o “desfasado”…  Para mí, ser coherente implica que no puede haber un solo profesor trabajando en un concertado (cobrando del Estado sin haber cumplido sus reglas) mientas haya un solo profesor con oposiciones aprobadas (aunque sea sin plaza) en paro.  
En cuanto a tu experiencia personal, Miguel. Por supuesto que hay profesores ineptos, incompetentes, bordes y, sencillamente, inútiles en la Educación Pública. Sin embargo, no creo que haya un porcentaje peor con respecto a la Educación Concertada y, si lo hay, es solo por casualidad o porque alguno que haya aprobado la oposición se ha ido relajando hasta niveles indignantes, pero nunca porque el sistema de elección sea mejor. De hecho, los profesores de la concertada se dividían en dos tipos: los enchufados que podían entrar directamente ahorrándose estudiar oposiciones y pegarse kilometradas y aquellos que no habían conseguido aprobar una oposición pública. Eso ha dejado de ser así, dado que ha dejado de haber oposiciones y todos tendremos que buscarnos la vida donde podamos, incluso formando parte de una consabida injusticia. Por cierto, mientras no hay oposiciones, seguimos pagando a gente en concertados y a profesores de Religión que no tienen por qué pasar por ese enojoso trámite.  
Aunque puede ser que tu mala experiencia en un centro público se debiera a la coincidencia con malos profesores, es posible que también influyeran algunos obstáculos propios de la Educación Pública, como la excesiva ratio de alumnos, la carestía de medios y, sí, la integración de alumnos con problemas educativos especiales e inmigrantes. No sé si en tu Centro Concertado, en concreto, teníais muchos inmigrantes o alumnos sordos, autistas, hiperactivos o de familias claramente desestructuradas y desfavorecidas, pero te puedo decir que no es, ni muchísimo menos, lo habitual. Y, sí, es más difícil dar clase así, pero es un reto que en los Centros Públicos aceptamos y que aceptaríamos con mayor gusto de tener medios apropiados (en vista a la expuesto, ¿se te ocurre un sitio de dónde sacar el dinero?)
En definitiva, los centros concertados suponen una injusticia. Por eso, aunque tu experiencia personal sea un claro ejemplo de cómo alguien puede llegar a ser una persona educada, culta, bien formada, que tiene asumidos valores como el respeto o el esfuerzo para alcanzar sus fines, eso no me parece determinante. Yo estuve de viaje en Cuba y me lo pasé de puta madre, y viví un año en Marruecos y estuve más que bien. Eso no los convierte en países con formas de gobierno justas ni convenientes.

viernes, 19 de octubre de 2012

La niña de Rajoy

¿Os acordáis de la niña de Rajoy? Este curso habría estado tres semanas sin su profe de Lengua, dos sin el de Matemáticas y Conocimiento del Medio (porque son la misma persona, aunque, sin que ella lo sepa, no cuenta con la titulación oportuna) y sospechando que el resto del curso sucederá lo mismo cada vez que un profesor se ponga enfermo. Por lo tanto, su padre habría entendido de primera mano la conveniencia de la huelga de estudiantes de los tres últimos días, Desgraciadamente, ese niña solo fue un lamentable invento dirigido a intentar ganar, infructuosamente, las elecciones de hace 4 años y, de existir, iría a un colegio privado.

jueves, 18 de octubre de 2012

Enric González y yo

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Enric González y yo no tenemos nada en común. Él anda por los cincuenta y yo, gracias al cielo, todavía no he alcanzado la treintena. Él es hijo de un conocido escritor  y yo no. González ha sido corresponsal en Londres, Roma, Nueva York y Jerusalén y yo tan solo he trabajado como profesor en diversos centros públicos de sitios tan poco glamurosos como Marruecos o Extremadura. De hecho, ni siquiera soy periodista, mientras que Enric, por el contrario, me parece desde hace casi diez años el mejor articulista de este país (ahora que se prodiga menos, igual se ha sumado a la puja Manuel Jabois). Yo, en cambio, bueno, ya lo están leyendo.
Sin embargo, en este mismo momento, mientras voy claudicando a la idea de mandar mi currículum a centros concertados, Enric González está estudiando una oferta con muchos ceros de El Mundo. Por supuesto que la analogía está cogida por los pelos (económica, mediática y socialmente hablando) pero a mí me ha sorprendido pensar que, tanto en la más alta esfera de prestigio y calidad del Periodismo como en el estante más bajo del mercado laboral relacionado con la enseñanza, todos tenemos un precio y todo es relativo. Es cierto que, tanto Enric como yo, supongo, tenemos valores que nos alejan de El Mundo y de los concertados, respectivamente.  Por ejemplo, ¿es más vergonzoso trabajar en un centro concertado que vivir de tus padres? ¿Hay realmente diferencia entre El Mundo y El País? ¿Es mejor vivir del paro que trabajar en un concertado? ¿Es mejor hacer bien tu trabajo, aunque sea en un periódico como El Mundo que perseguir tu vieja vocación de vivir del aire en Londres (tirando, tal vez, por la borda un matrimonio quizá feliz? Yo, al menos, prefiero seguir leyendo a Enric González. Incluso ahí. Como, supongo, los que me quieren bien, desean que encuentre un trabajo y deje de dar el coñazo.
Realmente es un debate absurdo: lo que importa, supongo, qué remedio, es hacer bien tu trabajo, sea donde sea y aunque no comulgues con la línea editorial de la casa para la que trabajas. Pero esto (no mi situación particular, sino la de miles de interinos; y tampoco la de Enric en concreto, sino la de los trabajadores y lectores afectados  por el ERE de la mitad de plantilla de El País) no deja de simbolizar el fin de dos sueños que casi habíamos llegado a creernos: el de una Educación Pública de calidad  y el de una prensa socialdemócrata de nivel en España. Pero bueno, no es para tanto: a fin de cuentas, Enric seguirá siendo un periodista fabuloso y yo un profesor normalucho; nosotros, los interinos si encontramos trabajo, seguiremos viviendo de ustedes aunque nos contraten terceros. Y Enric, pese a su indudable ojo crítico, no creo que sea capaz de encontrar una sola diferencia importante entre Pedro J y Cebrián.

Las asignaturas pendientes de Wert



Al poco de llegar al cargo, José Ignacio Wert, leyó en el Congreso de los Diputados (y en, al menos, una entrevista) un fragmento de lo que él creía o decía creer un libro de texto de Educación Para la Ciudadanía en el que se alababa el comunismo mientras se criticaba el capitalismo. No era un libro de texto, sino un ensayo totalmente independiente de un escritor que nada tenía que ver con la asignatura, ni con el Ministerio ni con ningún organismo oficial. Es como si Sostres escribe que le excita pensar en niños de 13 años estudiando Biología y acaban prohibiendo la asignatura para evitar la pederastia. Pudo ser un fallo, garrafal, pero fallo al fin y al cabo. Sin embargo, Wert no admitió el error ni se disculpó.
Poco después, sin previo aviso, canceló las oposiciones de Secundaria para la que faltaban meses y anuló los temarios vigentes, que miles de opositores habían comprado hacía poco por varios cientos de euros. (Es cierto que esos temarios habían entrado en vigor 2 días antes de las elecciones que todo el mundo sabía que el PSOE iba a perder, lo que era, cuando menos, arriesgado. Pero, según los sindicatos, habían sido consensuados por todas las fuerzas políticas y, oficiosamente, se llevaban estudiando más tiempo con el consiguiente esfuerzo económico -Academias- y de tiempo.) Tampoco pidió perdón y no ha fomentado ningún debate, consenso o simple sugerencia de cara a mejorar ese sistema de Oposiciones que consideraba poco válido. De hecho, hasta que no se vuelvan a convocar, el temario vigente (y, por tanto, el que ya deberían estar buscando los estudiantes que se preparan con tiempo para buscar la “excelencia” es el de 1993 –ojo, también en asignaturas como Informática, Tecnología…-)

Para justificar su decisión, dijo que en las Oposiciones no se premia la excelencia (cierto), pero, para apoyarlo, puso el ejemplo de que se podían aprobar las oposiciones de Francés sin dominarlo: el examen escrito, su lectura en voz alta y las defensas ORALES de la Programación y la Unidad Didáctica se hacen, lógicamente, en la lengua para la que opositas. No sé si todo el mundo lo sabe ni si todo el mundo debería saberlo, pero no estaría de más que el ministro de Educación lo supiera o, al menos, que alguien se lo comentara después de haber mentido tan groseramente en público. Tampoco rectificó ni pidió perdón por el error o el embuste.
Donde sí se puede dar clase de Francés o Inglés sin tener un buen dominio del idioma (o ni  siquiera el título) es en los Centros Concertados ya que, aunque en las Oposiciones Públicas no se premia la excelencia y el sistema es debatible, los Centros Concertados no tienen ningún control de calidad a la hora de presentar titulación o haber demostrado méritos. Imagino que para seguir primando esa “excelencia”, han sido mucho menos perjudicados por los recortes que los centros públicos.
Por cierto, los profesores de los colegios concertados no se han visto afectados por la eliminación de la paga extra de Navidad ni por las medidas para ahorrarse el pago del verano a la gran mayoría de interinos. Digamos que tienen todas las ventajas de trabajar para el Estado y, excepto más horario laboral, ninguno de sus inconvenientes (prepararse oposiciones, hacerse kilometradas para trabajar en pueblos lejanos a su lugar de residencia antes de lograr los puntos para concursar) excepto el de pertenecer a una empresa privada (pagada con fondos públicos) que, cuando quiera, puede echarles. ¿Adivinan, en ese caso, quién paga la indemnización?
Poco después Wert suprimió la asignatura Educación Para La Ciudadanía por considerar que “adoctrinaba”. Es debatible, cierto. Sin embargo, ha mantenido Religión Católica que, como compartirán, en el mejor de los casos, adoctrina, al menos, lo mismo.
(Por cierto, los profesores de Educación para la Ciudadanía son licenciados con oposiciones aprobadas y en ella se enseñan, entre otras cosas, Derechos Humanos. Los profesores de Religón Católica no han pasado un solo examen de oposición y, aunque, les pagamos entre todos, dependen exclusivamente del obispado de cada región.)
Dentro de los Centros Concertados, hay un buen número de centros que segregan por sexo. El Tribunal Supremo falló que esos Centros atentaban contra la Igualdad y, por lo tanto, debían dejar de recibir subvenciones. El ministro reaccionó con celeridad cambiando la Ley para que pudieran seguir recibiéndolas.
Ha dejado en la calle a miles de profesores interinos, es decir, a personas que han aprobado las oposiciones, en algunos casos con muy buena nota y, por tanto, demostrando estar capacitados para el cargo según el sistema vigente (con el que se puede estar de acuerdo o no, pero es el único que hay).
Esto no solo supone que miles de personas estén sin trabajo, en muchos casos considerando haber hecho durante lustros méritos más que suficientes para no estarlo, sino que la Educación Pública esté atravesando un momento crítico: no se cubren muchísimas bajas, hay profesores de otras especialidades teniendo que completar su horario con Matemáticas, Lengua, Inglés, Historia, Física o Química, Educación Física… Y, por tanto, los alumnos están peor atendidos y peor enseñados.
Mientras tanto, muchos profesores que nunca han aprobado las oposiciones y, por tanto, aunque en algunos casos sean profesionales excelentes, no han demostrado merecerse el trabajo más que los interinos que están en la calle, siguen cobrando, con los últimos recortes, casi más que los de Centros Públicos. Les pagamos entre todos, ¿lo he dicho ya?

Ha asegurado que quiere primar las asignaturas de Lengua y Matemáticas sobre el resto de materias. Es una propuesta defendible, pero es falso que lo esté haciendo: por ejemplo, en Extremadura ha habido un recorte del 95% de vacantes en Lengua y del 90% en Matemáticas. Eso quiere decir que hay profesores del resto de especialidades impartiendo esas asignaturas. Eso no es todo: sus últimas decisiones han sido eliminar asignaturas como Cultura Clásica, Latín o Griego y hay profesores con plaza que imparten esas asignaturas a los que no puede echar. ¿Qué va a pasar? Que van a ser reciclados en profesores de otras asignaturas. Por tanto, los alumnos podrán tener más horas de Matemáticas (de Lengua, en muchos casos, ya no podían tener más) pero no van a ser mejor enseñados.

Ha cambiado la ley para aumentar la ratio de alumnos por clase. Ha asegurado que esto es una “flexibilización”, que no repercute en el funcionamiento de la clase e, incluso, se ha permitido hacer el chiste de que así se favorecerá que” los niños se relacionen y socialicen en la escuela”.

También ha dicho que la intención del Ministerio es “españolizar a los niños catalanes”. Pero, como pueden observar, eso es lo de menos, ni siquiera debería haberlo dicho: no por las connotaciones fascistas de la expresión que, de nuevo, puede haber sido un error, sino porque debería llevar ya mucho tiempo en la calle. 

sábado, 6 de octubre de 2012

Caerán los bancos, caerán.

Caerán los bancos, caerán
y el dinero no será más
que un mal recuerdo.

Arderán los ladrones, arderán
y sus cenizas se irán con el viento.



jueves, 9 de agosto de 2012

No divertirse cuando uno puede, es el mayor pecado del mundo


Ha muerto Sancho Gracia.
Álex de la Iglesia siempre dijo que escribió el papel de 800 balas pensando en él. Lo que está claro es que estas palabras Sancho nos las dijo a todos.


jueves, 26 de julio de 2012

La prosa ¿anfetamínica? de Ferlosio

Después del éxito apabullante de El Jarama no publicaría ningún libro durante tres décadas. Unos dicen queFerlosio dejó de escribir novela por aburrimiento, otros porque le parecía poca cosa (tonterías sin valor ni importancia) y otros porque descreía de la ficción. Según Gil de Biedma, lo hizo simplemente por joder, algo muy típico del español. En una magnífica semblanza, Delibes sentencia: “Ferlosio será siempre Ferlosio, es decir, un hombre que haga lo que haga —vivir o escribir— lo hará siempre a su aire, desdeñando la rutina y las convenciones sociales. […] Ferlosio es honesto consigo mismo; esto es, su determinación [de no escribir más novela] —definitiva o no, equivocada o no— no es el fruto de una pose, sino consecuencia lógica de su carácter”.
El resto del artículo, publicado en JotDownSpain, lo pueden leer aquí

lunes, 23 de julio de 2012

Poema abierto a Alberto Ruiz-Gallardón



Ojalá no tuviera la sospecha
de que nos parecemos demasiado
y que compadecerte es un pretexto.(1)

Porque, si lo pienso, recuerdo
que yo también fui siempre el más rojo
entre los fachas y el más facha entre los rojos,
disfrazando de inocente rebeldía inofensiva
las ganas desesperadas de agradar por igual a todos.

También supe resultar gracioso si convenía,
y a veces pude fingirme incluso ingenioso:
con cuatro frases aprendidas se hacen maravillas
(siempre que no despiertes demasiadas expectativas).
Eso lo sabes tú tan bien como yo.

Opté también por hacerme la víctima ante quien parecía más malo
y era simplemente más sincero. Y fui guardando el odio
para soltarlo cuando la vida me otorgara las herramientas
acordes a un poder inmerecido y desorbitado.

En el fondo quizás yo también sea un hijodeputa machista
y tú simplemente has llegado más alto.
Seguramente ninguno merezcamos seguir viviendo.
Pero es a Dios a quien le corresponde juzgarnos
y, por suerte, no a nosotros, mi querido Alberto.

(1) Estos tres primeros versos pertenecen al poema Cazador de autógrafos, de José Luis Piquero

miércoles, 18 de julio de 2012

Los tontos y los malos


Esta misma semana, Elena Valenciano, número 2 del PSOE, ha declarado, sin el menor atisbo de vergüenza, que su partido no tiene “ninguna responsabilidad” en la crisis económica que atenaza a España. Quizás nos falte a todos, al menos a mí, la distancia suficiente para juzgar objetivamente la labor del ejecutivo de Rodríguez Zapatero en sus ocho años “en el poder” (entiéndase el entrecomillado sobre todo para la segunda legislatura) pero, por el momento, el vaticinio que hizo hace unos meses el crítico de cine Carlos Boyero durante el traspaso de poderes del pasado Noviembre parece indiscutible: “se van los tontos y viene los malos”. Y es que al anterior “gobierno socialista” (vid supra) se le debe acusar, como mínimo, de una clara incompetencia que lastró incluso las pocas cosas muy buenas que supo llevar a cabo, por ejemplo: la Ley de Dependencia, la ayuda a la emancipación, el matrimonio homosexual y el logro de una Radio Televisión Española objetiva y de calidad. Cuatro puntos que, como habrán notado, el Ejecutivo de Mariano Rajoy tiene respectivamente bloqueados, suprimidos, recurridos y en proceso de “depuración ideológica”.

                Carezco de los conocimientos socio-políticos y la perspectiva histórica necesaria para sentenciar que estos cuatro puntos fueran los únicos importantes que Zapatero supo llevar a cabo entre un buen número de despropósitos económicos, pero sí me parece muy representativo que hayan sido de los primeros en caer bajo el rodillo “popular” (en estos momentos, entiéndase más que nunca el entrecomillado). Asumo que tres de ellos se justifican indirectamente, por las medidas de ahorro que, dicen, estamos abocados a adoptar. Pero intentar ahorrar en esos tres puntos y no en otros (Iglesia, Casa Real, grandes fortunas, clubes de fútbol…) así como en Educación y Sanidad, tiene un componente ideológico tan innegable como la purga de los medios públicos. Además, tanto estos puntos como la subida del IVA, la bajada del sueldo a los funcionarios, la congelación de las pensiones o la reforma laboral son medidas que, sin duda, van a perjudicar directamente a una amplia mayoría de ciudadanos.

                Alguno tal vez piensa que pretendo  defender a Zapatero en comparación con Rajoy. Por supuesto que no: en mi opinión, solo un pariente cercano, un afiliado al PSOE o un desinformado puede intentar defender la gestión de Zapatero. Eso sí, también creo que hay muy poca gente que pueda perder una comparación con Rajoy. En cualquier caso, lo repito: hasta un desinformado como yo sabe que si estamos en esta situación es en gran parte por responsabilidad directa del anterior gobierno. Más que por los recortes de Mayo de 2010, por la manía de repartir dinero de forma desproporcionada e injusta los años anteriores: recuérdese el cheque bebé para TODOS los que tuvieran un hijo, sin importar si ganaban varios miles o millones de euros, o la promesa en pleno debate electoral de dar 400 euros a cada español si ganaba las elecciones para movilizar el voto indeciso (algo que, tal vez por mi escasa memoria política, me parece de lo más sucio que he visto en democracia). Es decir, al menos en apariencia (y si conseguimos olvidar el método rastrero para ganar) el intento de mejorar las cosas fue lo que acabó por empeorarlas.

     ¿Quiero decir con esto que al PP no le importan los ciudadanos? En absoluto. Yo soy bien pensado por naturaleza, y doy por hecho que el Gobierno está igual de interesado que nosotros en salir de la crisis. También, he creído siempre que Mariano Rajoy debe tener una firme convicción política, que le ha llevado a aguantar un largo periplo en la oposición y, supongo, a tragar sapos y culebras en las cloacas típicas de la política a gran escala, teniendo la posibilidad de llevar un trabajo mucho más cómodo e incluso mejor pagado como registrador de la propiedad. Eso sí, la forma en que la ideología neo-liberal pretende ayudar a la mayoría es de forma indirecta: conseguir que cada uno luche por mejorar su situación económica producirá riqueza y, así, como quien no quiere la cosa, el país tendrá más dinero para los ciudadanos. Véase el caso de la amnistía fiscal, el Eurovegas o la libertad de horario para los comercios: que cada palo aguante su vela y a ver si hay suerte y, aunque sea remando cada uno para su lado, hay suerte y salimos de esta.
         Por supuesto que todo esto es una simplicidad pero, dado que la política es en gran parte un juego de apariencias, volvamos al juego de las caricaturas: Zapatero, al menos a mí, siempre me causó la impresión de ser un entrañable pero torpe bonachón que, por una serie de errores, había acabado en un puesto que no le correspondía. Una especie de Homer Simpson sin gracia al mando de una central nuclear de verdad. Por su parte, el PP desde que está en el gobierno parece un tío de resaca jugando a los SIMS: claro que quiere ganar el juego, pero si se le mueren unos cuantos muñequitos por el camino, tampoco es una tragedia.
     Ustedes saben también como yo que estas dos imágenes son absolutamente falsas: no olvidemos que pese a su aspecto de despistado bonachón, Zapatero ha sido el presidente del PSOE con mayor control sobre el aparato del partido, que prefirió confiar en su guardia pretoriana, aunque fuera en puestos alejados de su formación (Pajín, Trini, Elena Salgado), o aunque no tuvieran formación (Pepiño Blanco) y que, en cambio, cada ministro que sobresalía un poco acababa al instante en la calle (Caldera, Solbes…). No olvidemos tampoco que el aparentemente responsable registrador de la propiedad con voluntad de ayudar a su país no es capaz de sacrificar un solo partido de fútbol por un rescate económico, que se niega a dar explicaciones a los medios y que incluso recientemente ha adoptado un tono chulesco e irrespetuoso (véanse réplicas a Rubalcaba y Rosa Díez) que, si no llama la atención es por verse coreado por aplausos, vítores y tacos de una bancada  que parecen matones celebrando que son más y pueden abusar del resto.
     Porque Zapatero, por encima de sus innegables defectos, sí supo mantener las apariencias. Sí pareció que le importaba hacer lo que, dicen, tuvo que hacer, sí parecía lamentar haber sido tan torpe como para llevarnos al desastre. Y uno echa en falta al menos esa hipocresía, si quieren, o educación, si prefieren, pero que yo optaré por llamar respeto, en un Gobierno que lleva demasiado poco tiempo para estar cansado de fingir.
     Por eso, es justamente ahora, cuando la élite política ha decidido saltarse el único compromiso con el que cumplían, cuando hay que plantarse de una vez. No me refiero, como habrán podido adivinar, a la austeridad, ni a la buena gestión, ni al compromiso, ni a la solidaridad, ni a la justicia, ni al control de gastos. No, ahora que la élite política, representada por la hija de un presunto corrupto, presunto estafador y presunto mafioso ha gritado “que se jodan” después de que, incluso a los bien pensados, nos diera la impresión de que llevaban años susurrándolo en voz baja, ha llegado el momento de decir basta.  Porque, seguramente, la división entre “los tontos y los malos” para los dos grandes partidos políticos es una simplicidad solo apta para cerebros poco exigentes como el mío. Pero sí sé que nosotros, funcionarios, parados, trabajadores, pequeños empresarios y ciudadanos ya sin pleno derecho no somos los malos. Y nunca lo hemos sido. Así que dejemos de una vez de echarnos la culpa unos a otros y busquemos a los verdaderos responsables. Esos que nos han estado tratando demasiado tiempo como si fuéramos imbéciles. Y que no son solo malos y tontos. Sino también pocos y cobardes. Que no se nos olvide.

martes, 12 de junio de 2012

El rescate

"que pagues el rescate que abajo te indico.

Yo tampoco me explico por qué no acudí antes a ti.
Pero nadie puede salvarme, nadie sabe lo que sabes, 
y tampoco entregarían lo que vale mi rescate".


domingo, 10 de junio de 2012

viernes, 1 de junio de 2012

Dow Jones no es un cantante; Delilah es una gran canción

La crisis, cariño, está en los periódicos.



Todo lo que sucedió después
tuvo el sabor amargo del desconsuelo:
los bancos cerraron las líneas de crédito,
pasaron a la historia los desayunos en el Ritz,
las chicas del bar San Jorge, los buenos tiempos…

Buena es la verdad, mejor es el amor,
(disculpa si soy parco en emociones).
La crisis, cariño, está en los periódicos:
Dow Jones no es un cantante,
 Delilah es una gran canción
(pareces confusa en esto,
en tanto se esfuman…
los buenos tiempos)

Dame un beso largo, hemos vivido bien.
Tormentas financieras que no esperaba
me han hecho las cosas mucho más difíciles…
mercados de futuro: se ha desplomado el nuestro,
conserva en la memoria los desayunos en el Ritz,
se alejan a grandes pasos los buenos tiempos…