ARREBATOS ALÍRICOS

Me fui sobreviviendo como pude

(José Luis Piquero)


domingo, 5 de julio de 2020

ARQUITECTURA SECRETA DE LAS RUINAS (MIGUEL A. ZAPATA)

Arquitectura secreta de las ruinas eBook: Zapata, Miguel A ... 

Un rasguño. Antes de cualquier cicatriz. Una mínima marca que procede apenas del desgaste, tal vez de la desidia o de una mala intención. Las rodillas de los niños, por ejemplo. Algo hay en ellas de proyecto de suicidio, o quizá ponen a prueba la consistencia de la piel. Cuando un niño se cae, siempre mira sus rodillas, antes que codos, tobillos o manos. El paisaje en blanco de sus piernas es la perfecta diana para constatar que el mundo duele. Galones. Epidermis condecorada. Certificados de un lugar en el planeta. O la forma en que un anciano rasca, obsesivo, esa verruga cuyos perfiles olvidó, como acosado por la inercia de tantas imperfecciones ya sin relevancia. Al sangrar su verruga, se le ensancha la boca en un suspiro: aún hay vida dentro, aún algo que fluye y llena de tiempo rojo el cuello de su pijama. Pero las cosas no. Las cosas avisan su primer momento de derrumbe, aunque no siempre haya orejas cerca que escuchen un crujido o un desgarro. Esa es la mala suerte de las cosas, de algunas cosas: dependen del hombre para ser o dejar de ser. (...)

Desmoronarse es el destino de todo. Eso es un principio –o un final– inevitable. El asunto es concretar el momento en que algo deja de ser aquello para lo que nació y empieza a convertirse en otra cosa distinta. Si no hay momento no hay culpables, no hay causa, todo es especulación. (...)

Cualquier tiempo pasado no fue mejor ni peor. Fue tan solo lo que pudo ser. (...)

suele acomodarse en estos requiebros extrañamente melosos del azar, pensando que este es, por definición, así de benéfico. Se alienta también la peligrosa idea de que las dificultades son un accidente y que lo habitual en el mundo civilizado es el poético movimiento de la armonía de corazón en corazón, atravesando las fronteras entre países y hombres con su mensaje de una buena nueva que cae como maná desde la tierra prometida. Y un puto carajo, entonces. O dos. En fin, cosas de hombres y mujeres. (...)

Suele ocurrir: la inminencia del apocalipsis es un guirigay de señales, profecías y terrores, justificados o no. Y también suelen acuciar la prisa y la urgencia justo cuando el camino comienza su cuesta arriba.

Arquitectura secreta de las ruinas.
Miguel A. Zapata.
Baile del Sol, 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario