martes, 31 de diciembre de 2019

ENTREVISTA A EFI CUBERO: Del exilio en fragmentos a la esencial condición del extraño.

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Efi Cubero ha celebrado hace poco su 70 cumpleaños, motivo de celebración para la comunidad literaria en general y, especialmente, para la inmensa minoría (que, en este caso, debería ser mayoritaria) que conoce y, por tanto, disfruta de su producción lírica.
Asimismo, como seguramente sabrán los lectores de este blog, recientemente se ha producido, por fin, la esperada publicación de DIÁSPORA: Antología de poetas extremeños en el "exilio" (Ediciones Liliputienses, 2019), de cuya edición y prólogo he tenido el privilegio y la responsabilidad de encargarme. 

Tras la lectura de ambos párrafos, a muchos podría o, mejor, debería extrañarles su falta de relación. Es decir, la no-presencia de Efi Cubero en una selección de poetas de procedencia extremeña y producción lírica foránea. Por tanto, esta esta notable ausencia supone una inmejorable excusa para recordar los requisitos indispensables de esta antología de origen extremeño y presente exiliado que pueden adquirir en este enlace:
1) La calidad poética de cada uno de los autores.
2) Que todos ellos hubieran nacido en Extremadura.
3) Que su producción poética haya comenzado en democracia o, al menos, tras el franquismo.
4) Que cada uno de ellos residiera fuera de Extremadura durante la elaboración de la antología.
Evidentemente, Efi Cubero resulta una referencia básica para los lectores de poesía en castellano, no solo de origen extremeño. Además, ha residido casi toda su vida lejos de su tierra y desde allí ha ido publicando, ajena a corrientes, modas o vicios, una obra intensa, trabajada, emotiva y pulida. Sin embargo, tras un largo periodo sin ella, Extremadura ha tenido el privilegio de disfrutar de su afán de regreso al origen.
Esto retorno, sin duda beneficioso para la comunidad literaria extremeña, supone también un impedimento para su inclusión en DIÁSPORA, al igual que sucede, por ejemplo, con otros ilustres retornados, como José Manuel Díez o David Leteo, o fichajes de foráneos vinculados a la comunidad, como también podría parecer el caso de (los importados) Antonio Rivero Machina, Carlos Medrano o Alejandro González Terriza.
Eso sí, como ya expliqué en el prólogo, DIÁSPORA es una antología móvil y estará siempre abierta en futuras reediciones a cuantas modificaciones sean necesarias para subsanar errores o  atender a los diferentes cambios que se produzcan en.

En el caso que nos ocupa, tras su regreso a Extremadura, no resulta pertinente incluir a Efi en la nómina de autores antologados. En cambio, sus versos, siempre precisos, y las reflexiones metalitarias, siempre profundas que suscitan, sí resultarán, estoy seguro, interesantes para los lectores que busquen una respuesta, aunque sea lírica, para interrogantes persistentes y lacerantes como la identidad, el exilio, la poesía, lo extraño de la propia condición y otros demonios.

Les dejamos pues con una breve entrevista a Efi Cubero, pedazo de grande de las letras castellanas, consistente, por el momento, en el formulario de DIÁSPORA, antología de la que quedó excluida por motivos exclusivamente geográficos pero nunca literarios.
(Si lo desea, más adelante añadiremos un bonus sobre otras cuestiones acerca de las cuales estamos convencidos de que nos responderá con un lirismo, profundidad u originalidad que debe ser tenido en cuenta ajeno a limitaciones cronológicas o fronterizas).

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CUESTIONARIO DIÁSPORA: EFI CUBERO
-Fecha y lugar de nacimiento.
Nací en Granja de Torrehermosa (Badajoz) un pueblo situado en la Campiña Sur de Extremadura un 12 de diciembre de 1949. A los 11 años, de la mano de mis padres, me trasladé a Cataluña. Ellos ya fueron allí con casa y trabajo acordados, puesto que de lo contrario mis padres no se hubieran movido de su lugar de origen, así que lo vendieron todo y se marcharon.
En ocasiones volvíamos al pueblo de vacaciones cortas, nunca perdimos el amor por la tierra.
Mi formación fue en Barcelona ciudad, allí estudié Historia del Arte, Lengua y Literatura, me casé, tuve dos hijas y allí sigue viviendo prácticamente toda mi familia.  Aunque Alfonso, y yo viajamos bastante, de Barcelona no me he movido hasta el año 2016 en el que decidimos vivir en Extremadura. A él le gustaba mi tierra tanto como a mí y en este paisaje, y junto a este paisanaje, nos las prometíamos muy felices, pero duró muy poco la felicidad. Un cáncer me lo arrebató al año y medio de vivir en Granja de Torrehermosa. De pronto, el dolor más intenso y profundo, pero aquí me quedé, por voluntad propia pese a la presión ejercida por el cariño de mis hijas para que volviese y no hallarme tan sola. Y, aunque sigo viajando a la ciudad donde viví tantos años, y a la que quiero, sigo residiendo en mi pueblo al que amo. Me gusta vivir en Extremadura.
-Lugar y motivo (si lo hay) de residencia.Pues, sencillamente, después de vivir más de medio siglo en una ciudad tan populosa (muy cerca de la Sagrada Familia, en Barcelona), tener un círculo de amistades en las que incluyo al matrimonio Valverde (José María), al matrimonio Goytisolo junto a su hija Julia, a Carmen Riera, a Joan Brossa y personajes así, y recorrer varios países, nos apetecía mucho la luz de estas calles, pasear por la Campiña y los encinares, sentir una naturaleza casi intacta. En realidad no era un retorno, sino una elección, que es algo muy distinto. El amor a un lugar determinado, una vuelta que será siempre ida, y a veces también huida. Extremadura es mi centro, el eje radial del que pueden partir todas las direcciones, así lo sentí siempre. Esta tierra que fue el enclave de mis antepasados y sus huesos la abonan, es para mí algo gravitatorio y universal. Un enlace abierto a cualquier mestizaje puesto que no olvidemos que somos herederos de infinitas culturas y etnias que pasaron por aquí. Somos mestizos, afortunadamente.
No soy nostálgica, descreo de la memoria porque la memoria puede engañarnos, yo valoro otras cosas bajo una mirada universalista. A Extremadura la amo de manera incondicional, profundamente, porque representa el palimpsesto que me anuda a un silencio ancestral de preguntas que no obtienen respuesta. Son, como diría Gohete “Afinidades electivas”, nada más. Y nada menos. Volver es sentir que se empieza de nuevo, retomamos el deseo de conocer más a fondo nuestro propio interior. Darnos de bruces con nosotros mismos donde pasado presente y futuro suelen fundirse. Sin sensiblerías, y menos aún sin terruñerismos, he vuelto por convicción y reflexión. En cuanto a Barcelona, mis vínculos afectivos y culturales siguen igual. Allí viví más de cincuenta años, allí completé mi formación, estudié, trabajé, luché, me casé, tuve a mis dos hijas, allí tengo muchos amigos de excelencia y a lo que más amo: mi familia.
-¿Te consideras un autor extremeño?  ¿Por qué? ¿Por qué no?
En Literatura, como en Arte o Música, no entiendo ni de géneros ni de fronteras. Un autor, un creador, partirá siempre de un componente universal, nazca donde nazca y se halle donde se halle. La obra de cada autor puede y debe ser única, si proviene de la autenticidad. No se deben poner puertas al campo, vasto y complejo, de la creación, y menos etiquetas. Me rechina lo de autor extremeño como lo de autor murciano o andaluz o catalán…Eso es reduccionismo, no sé si intencionado o no.
Una obra es buena o no lo es, sea de un autor nacido en Rusia o en Granja de Torrehermosa, lo demás es absolutamente prescindible.
La creación parte de un desdoblamiento íntimo que no desea estar de parte de nadie, ni siquiera de uno mismo, desde ese oculto yo habla todo aquel que se rebela, y revela, manejando a distancia tramas y evocaciones. Seducción abisal cuyo sentido es claro al representar lo venidero desde la angustia latente que nos permite estar desnudos ante lo que escribimos formado de naturaleza, experiencia, pensamiento, hondura existencial, emoción y azar, que encarna tantas veces un sentir colectivo.
Un autor sabe perfectamente que nada viene de afuera, que todo se gesta dentro de cada enigma que viene a ser él mismo o ella misma, y la realidad- irrealidad de su propia vida, ya que no existe un ideal sin pugna con sus fracturas, ni resistencia que vencer.
Por lo tanto hay que buscar los contrastes, hallar la tensión que oscila entre la serenidad y el desasosiego nivelando ese plano de sombras de la palabra y el silencio. También lo que testimonia una ausencia. Frente a ese sol de espaldas al espejo. Ese secreto espejo que, invertido refleja tal vez nuestro yo más vulnerable.  O, también, transportando la piedra como Sísifo en el esfuerzo de las desolaciones para formar una vida en nuestro propio caminar y a través de nuestra propia escritura.

-¿El tema del exilio es importante en tu obra? ¿Qué poemas o versos crees que reflejan mejor la añoranza por un espacio –simbólico o real-perdido?
Ya desde mi primer libro, Fragmentos de Exilio, dejo claro por donde va mi obra. No es un exilio físico, tampoco es añoranza ni nostalgia como apuntaba anteriormente, se trata de la extrañeza. Siempre he vivido con la sensación de ser una extraña, o como diría Sartre, somos extranjeros en un mundo sin sentido. Platón nos mandó al ostracismo, fuera de las murallas, y Octavio Paz decía que los poetas nos hallamos en las catacumbas. Hölderlin dejó escrito que la poesía empieza siempre después, cuando se ha dicho adiós a algo que ya no puede volver a aparecer.  Pienso que los creadores somos los extraños, los inestables, los desconcertados seres que orillamos los filos del vacío, ese doble lugar, por otra parte tan centrado, donde se vive la realidad absoluta pero también la transcendencia y el misterio, la vida con la muerte, la memoria, el presente que de sobras sabemos que no existe puesto que de inmediato ya es futuro. Hay en nuestro mundo, sobre todo en la actualidad de tanta información y tantas redes,  una profunda desorientación, líneas que nos saturan, esa permanente oposición entre realidad e irrealidad. Dudamos. El proceso de un íntimo exilio está presente en nosotros casi desde el principio, y no se trata de alegoría y menos teología, permanece ahí, dentro, de manera muy honda, de no tenerlo tan arraigado sin duda no nos dedicaríamos a lo que nos dedicamos. Cada cual  halla, en la multiplicidad de sus espejos, su propio fundamento y desde la tan contemporánea incertidumbre, sus certezas. Escribir es algo único y extravital que cicatriza la herida de existir y abre campos al sueño, certifica lo que observamos, nos ayuda a comprender mejor en esta indagación de lo que somos, o creemos ser.
Yo, que escribo desde que me conozco,  publiqué tarde y resistiéndome a hacerlo porque la publicación en sí jamás estuvo en mi ideario de lo que en realidad significa para mí, -como a Kavafis o a Pessoa- la Poesía. Pero una vez empezado, solo publico lo que verdaderamente deseo publicar.
Fragmentos de exilio era, en poemas muy breves, (alguno prescindible) una travesía alucinada como escrita desde un proceso anterior, incluso a la escritura, así fue también Borrando márgenes, donde juego con el mito de mi propio nombre: Ifigenia, y donde confluye la memoria unida a la tradición a través de los clásicos, de los ojos ciegos de Homero que tanto supieron ver, puesto que la épica y la lírica de los presocráticos también estaban en la mirada de mi padre y en la de los hombres y mujeres de mi tierra que observaban y vivían la naturaleza, y también la naturaleza humana, que soportaron una guerra cruenta y dolorosa y miles de heridas sin cicatrizar. Los demás libros siguen ahondando mediante el pensamiento y la emoción. Siempre como extranjera. Siempre como extraña aunque absolutamente pegada a la realidad, sin demasiadas concesiones a lo inefable o a la fantasía. Exilios, bifurcaciones, dolor y gozo, la vida y más allá de ella. Todos mis poemas tratan de la extrañeza de una manera u otra, todos mis libros forman parte de esa especie de exilio interior que me caracteriza.
-Como lector, ¿qué influencia ha ejercido en tu obra la poética de autores exiliados? ¿Qué autores, obras o versos consideras referenciales en este aspecto?
Como dije antes, desde tiempo inmemorial se ha tratado este tema. No tengo referentes específicos al respecto, puedo leer a Camus, a Baudeleire, a Cernuda, a Jabes, a Borges, a Rilke, a muchos, pero intento desaprender una vez los he leído. Te puede gustar muchísimo Cervantes o Hölderlin, pero no quisieras parecerte a ellos. Deseo ser simplemente Efi Cubero, de lo contrario sería mimetismo. Si mi propia voz se abre paso no deseo nada más. No me gusta que me influencien en nada. Soy muy libre de interior y deseo seguir sintiendo y pensando por mí misma. Otra cosa es la admiración incondicional que siento hacia todo lo que vale la pena, lo que percibo con autenticidad y altura, ya sea de ahora mismo o del pasado. En Literatura y Arte y también en la vida, por supuesto.
¿Teniendo en cuenta o no lo anterior te consideras un autor exiliado? ¿Por qué? ¿Por qué no?
Como dije antes, más que exiliado me considero un extraño. El poeta suele ser el desterrado, un viajero de interiores que sabe muy bien lo ambiguo del futuro, lo abstracto del pasado y la propia irrealidad de un presente que ahora mismo mientras escribo ya hemos dejado atrás. Y, en tal proceso, imagen y reflexión tienden a priorizar la complejidad del devenir de lo real en la irreductible huella que viene a ser el poema. O el texto que dejamos mientras caminamos sin saber bien adónde. Si es bajo esa premisa sí que me consideraría un exiliado. Exiliada en este caso, claro.
-¿Qué poetas jóvenes extremeños consideras que deberían estar en esta antología sobre poetas extremeños (1975-1995) ¿Hay algo que te gustaría decirles, preguntarles, o comentarles?
Pienso ahora mismo  -no sé si están en la antología- en dos o tres poetas, que están o estuvieron tras terrados, Antonio Mª Flórez, Álex Chico, José Manuel Díez. Con todo merecimiento, sin duda alguna, como supongo que Ada Salas, María José Flores, y algunos más estarán aquí también… En cuanto a preguntas o comentarios ya está este estupendo cuestionario para que ellos contesten, a todos os leo con gratificante placer y a través de vuestras obras ya me habláis. Es la mejor manera de entablar un diálogo en profundidad. No acostumbro a hacer preguntas porque contestarme a mí misma ya me resulta complicado.

-Resume brevemente tu poética. Recuerda mencionar los objetivos que te marcaste con tu obra publicada hasta el momento y hacia qué coordenadas crees que se dirige.

Dijo una vez Rilke “Era un poeta y odiaba lo impreciso”.
Y también tengo muy presente estas palabras de Karl Kraus:
"¡Odio esa falsa décadence mentida, que coquetea eternamente consigo misma: la combato y combatiré siempre: la poesía en pose, enfermiza, masturbada!".
Pienso que mi poesía, esta luz inestable, es un extraño puente tendido sobre el tiempo que atraviesa fronteras de una manera libre, acaso porque jamás las tuvo. Mis poemas son como balizas, señales de orientación frente a la oscuridad que se vislumbra en las líneas de sombra de la vida. La extrañeza latente en esta disidencia que acciona ciertos guiños por donde poder comprender o transitar mejor entre los páramos ciertos que una atraviesa en en este deambular llamado vida.
La tensión vertebra siempre mi poesía. Tensión que se articula en los versos, que son preguntas, desenmascarando a veces el orden establecido. Mi poesía se desdobla y adentra en la complejidad de múltiples facetas. Y, aunque la naturaleza se halle también presente, apunta más al centro de cada ser humano. Parte de una conciencia de irreductible soledad. Silencio, hay silencio entre líneas, un abisal silencio. Me gana este silencio metafórico tan arraigado en la Naturaleza y en la naturaleza de las cosas, y sobre todo en el propio ser humano inmerso en esa apuesta personal donde encuentra sus límites, salta sus propios muros y es a un tiempo materia y espíritu, caos y orden, verdad e impostura.
Me hallo permanentemente en estado de sitio  porque sé que decir la verdad tiene su precio.
A veces es un soliloquio, una conversación conmigo misma y a la vez un diálogo con un receptor desconocido, porque hay que bracear en el dolor y en la clara potenciación expresiva, descubrir en el barro del fondo las distintas verdades de una sed de absoluto. En poesía existe el punto de fuga que libera, aunque sabemos que esa supuesta consistencia ontológica no deja de ser también algo ilusorio. A veces hiere desde su confinamiento buscado. Procuro despojarla de artificios y de anécdotas, acaso como contestación a la moneda de cambio de cierto tipo de lenguaje, muy empleado en los últimos tiempos, ya que existen poquísimas cosas que se salven frente a los intereses de nuestra supuesta civilización.
Procuro que desbroce espacios, dejarla pensar y sentir, meditar de forma tan intensa como perturbadora.
A menudo descreo, con ella, de las eternas verdades propagadas, porque sé o intuyo, que la libertad al fin y al cabo es un concepto que ha de vivirse desde el interior. A veces se halla atravesada por el dolor pero sin ser en absoluto compasiva porque no seduce con imágenes coloristas ni tampoco intenta consolar, es una herida abierta que se defiende por sí misma sin necesitar de puntos de sutura. Es la extrañeza. Es mi condición del extraño*.
*En homenaje al libro de Efi Condición del extraño (Siltolá, 2013) he tomado este título para uno de los epígrafes del prólogo. 

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