lunes, 7 de octubre de 2019

Despiece de LA LIRA DE LAS MASAS: Internet y la crisis de la ciudad letrada. Una aproximación a la poesía de los nativos digitales.

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Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros», la frase, atribuida a Cicerón, ha sido citada, irónicamente, en defensa de un hecho (la proliferación de un nuevo tipo de poesía, que logra vender miles de ejemplares) y un derecho (el de la expresión democrática, aunque esta se halle en la periferia de lo artístico)1. Defreds, el nombre literario de José Ángel Gómez, treintañero, es uno de aquellos poetas: autor de Casi sin querer, libro que, gracias al apoyo de internet y las redes sociales, ha vendido once ediciones y más de treinta mil ejemplares en un año. En una entrevista, en la que dice no estar seguro de considerarse poeta, resume esta situación así: «El mundo funciona de otra manera ahora, si hubiera llevado el manuscrito a una editorial me lo habrían quemado»2. Pero ¿a qué se refería Cicerón, y quién supo darle respuesta? El autor de las Catilinarias cuestionaba el auge de los llamados poetas neotéricos –un grupo de jóvenes despreocupados, entre los que se encontraban Catón, Cina, Licinio Calvo y Catulo–, que habían dejado de escribir centrados en la responsabilidad cívica y el estilo elevado, explorando, por vez primera, una voz urbana y personal: textos menores, nugae, bagatelas, en ese momento considerados un desafío a las buenas normas. (...)
Adaptando ciertos conceptos clave de Yuri Lotman4, sostenemos que en la semiosfera tradicional de la poesía española, hasta mediados de la primera década del siglo xxi, la frontera estaba representada por la institucionalización (los premios y la recepción en la prensa nacional) y su primer filtro era la publicación en papel (las editoriales de prestigio). (...)
la gramática de la poesía escrita y pensada para publicarse en papel, paulatinamente, fue perdiendo sentido desde que la autopromoción en la red supuso una visibilidad y una rentabilidad inéditas. A partir de dicho instante, en el campo literario español, se estableció un espacio de recodificación a través de un intercambio, de un diálogo –que ha sido muy favorable a los poetas emergentes, por cuestiones de representatividad social y rentabilidad económica– como constata la aceptación de esta producción en editoriales cada vez más grandes y en la prensa nacional. (...)

se puede afirmar que en la poesía española actual conviven, por lo menos, dos semioesferas que, necesariamente, proponen distintas dinámicas de sentido e, inevitablemente, de esa interacción, de ese conflicto, se establecerán nuevas fronteras. Por lo tanto, sostenemos que, como conclusión a un proceso con múltiples factores, se ha perdido la autonomía de lo poético (asociada convencionalmente al texto impreso), pero no por una propuesta artística, sino por una modificación radical de los modos de producción (y los efectos que estos cambios establecen en la sensibilidad y los intereses de autores y lectores). Y, quizá como el rasgo decisivo, el vivir externamente, de cara a lo público, que es lo que han normalizado internet y las redes sociales supone, para el siglo xxi, nada más y nada menos, que el equivalente y el reverso de lo que significó el descubrimiento del inconsciente a finales del XIX. (...)
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es necesario recalcar la importancia de los poetas nativos digitales en una perspectiva diacrónica: su generación ha coincidido con las innovaciones tecnológicas más importantes para la difusión del pensamiento desde la imprenta de Gutenberg. Por consiguiente, es imprescindible aceptar que la crisis la tienen otros para interpretarlos, pero no ellos para producir. Debe tenerse en cuenta que siendo la cultura digital producto de la globalización, los poetas prosumidores guardan rasgos en común con sus pares en distintos continentes, estando, en ciertas ocasiones, en estrecho contacto con ellos. Y, como analizaremos luego, el punto compartido consiste en que los poetas nativos digitales, fuera de su ubicación e idioma, son los autores primitivos de una lírica transmedial (tan extrema como la de aquellos a los que Cicerón despectivamente llamara «Recitadores de Euforión»). (...)
en España, históricamente, por constricciones institucionales de orden religioso, la subjetividad individual ha estado condicionada por distintos poderes, al punto de que en sus letras no existió una voz fundacional, un poeta que –sea en la afirmación de Whitman o en la negación de Baudelaire– suponga la expresión de un individuo concreto, un trasunto de la ciudadanía (quizá esto no se dé hasta el surgimiento de Jaime Gil de Biedma, sin olvidar a Luis Cernuda como un sufriente precedente). (...)
De este modo, el conflicto y el reto que implica la irrupción de los poetas nativos digitales gira en torno al libro impreso y su centralidad en la ciudad letrada. La pugna abierta entre distintos grupos de poetas nativos digitales, que ha sido viva en las redes sociales, supone un enfrentamiento entre propuestas enfocadas al desarrollo de una poesía escrita para el libro y otra escrita para la lectura o representación pública (sea en vivo o en vídeo). Es decir, la confrontación entre una práctica tradicional de lectura (solitaria y silenciosa) y otra con primacía de lo social (con interacciones virtuales y masivas). Es decir, una manifestación del antagonismo entre la cultura de la escribalidad y la de la electronalidad (oralidad electrónica). (...)
la poesía española, en su conjunto como comunidad (distintas generaciones de inmigrantes y nativos digitales), viene aceptando una situación similar a la expresada en la célebre alegoría del cuento «Casa tomada» de Julio Cortázar: una atmósfera enrarecida e insostenible, en la que no queda ya lugar donde escapar. (...)
Fuera de nombres propios, todo este fenómeno, como no podría ser de otra manera, está lleno de paradojas. Mas estas múltiples contradicciones son también indicios de un periodo transicional. Así, entre los poetas nativos digitales, a la predominancia de la imagen virtual se opone el persistente anhelo de la publicación en papel; a la superficialidad y el apresuramiento, la ambición por consolidarse institucionalmente; a la precocidad y su elogio, la producción prolífica, efímera y desechable; a la autonomía de proyectos y la diversidad, el establecimiento de jerarquías mediáticas; al liderazgo femenino, la discriminación positiva y la instrumentalización patriarcal del cuerpo como objeto de deseo. Y, finalmente, en los rasgos que probablemente definan mejor cierto clima generacional común a estos autores, el ensimismamiento emocional, la frivolidad y la grandilocuencia contrastan con vivencias extendidas como la precariedad económica, el exilio y la angustia existencial. Sostenemos que el contundente éxito de los poetas nativos digitales en España se debe, fundamentalmente, a cierto desfase que no ha permitido establecer criterios óptimos y claros de renovación dentro del circuito cultural. (...)
El siglo xx finalizó con una institucionalidad literaria sin criterios definidos, deficientemente modernizada (centrada en la cultura como espectáculo, como en las efemérides y las celebraciones regionales, sin mayor renovación de discursos ni protagonistas). Por lo tanto, el inicio de la brecha entre la cultura letrada y la cultura digital estuvo en las deficiencias del propio sistema literario. En consecuencia, con respecto a la concepción tradicional de la cultura, el surgimiento de internet y las nuevas tecnologías supone, en efecto, simultáneamente un impase y una posibilidad. (...)
la irrupción de los poetas nativos digitales recuerda que, en algunos momentos, en determinados contextos, las condiciones del contrato entre el poeta y sus interlocutores fue renovado con éxito. En efecto, postulando actualizaciones del romanticismo, como en los casos del surrealismo y la poesía beatnik, las aproximaciones que alcanzaron mayor repercusión buscaron consolidar nuevas comunidades lectoras a través de la reivindicación de un habla diferenciada, propia y compartida, radicalmente opuesta a la de los sectores hegemónicos (...).
una audiencia capaz de reconocer e incorporar tales propuestas brindándoles un sentido histórico. Es decir, los poetas, sus intermediarios y su público se comprometieron como cómplices o compañeros de viaje. Mas este no fue el caso de la poesía en lengua española: dificultando la consolidación de una comunidad internacional de lectores, con la breve excepción del Modernismo, a lo largo del siglo xx, la poesía hispánica en su conjunto manifestó una inquietante falta de cohesión atribuible a una precariedad de condiciones editoriales y críticas (no solo por cuestiones comerciales: sus sociedades se encontraban, asimismo, a la zaga en cuanto a la investigación estética o científica). En consecuencia, sea por su pobreza, por su excesiva dependencia de instancias políticas o mercantiles, o por la búsqueda de una constante homologación a través de discursos internacionales, dicha situación impidió un diálogo adecuado entre los lectores a uno y otro lado del océano (lo que habría supuesto un incremento del mercado editorial del idioma), reafirmando sus diferencias históricas, pues las distintas tradiciones nacionales, tanto la española como las hispanoamericanas, se hallaban aisladas, ignoradas o sensiblemente reducidas en su complejidad y riqueza. (...)
Estas difíciles circunstancias configuran el entorno en el que surgen los poetas prosumidores, cuya aproximación a lo literario no pudo darse como resultado de un contacto con una cultura viva, por la lejanía o el rechazo que percibían en lo institucional. Por lo tanto, sus prácticas y sus obras intentan suplir esas carencias, esa falta de representatividad y diálogo, y lo hacen reconociendo que su imaginario también ha sido conformado por los medios de comunicación masiva (predominantemente anglosajones), con su agenda global, neorromántica y de entretenimiento. (...)
desde los años sesenta del pasado siglo, el medio editorial más grande e importante del idioma se desarrolló sin resolver serias deficiencias, implementadas en los tiempos de la dictadura. La principal de ellas fue, sin duda, la falta de apertura y renovación del mundo literario, siempre condicionado por prácticas antidemocráticas –ya disuasorias, manipulativas o demagógicas–, como el paternalismo, el clientelismo y la carencia de respeto hacia los sectores ciudadanos emergentes o sin vinculación política. Es decir, como gremio, las letras españolas fueron altamente permeables a la demagogia, el populismo mediático y la cultura del entretenimiento. (...)
Los poetas nativos digitales son aquellos jóvenes autores nacidos a partir de 1980, usuarios desde la infancia de las nuevas tecnologías (como videojuegos, teléfonos móviles y ordenadores) que, a pesar de ser prácticamente inéditos o tener circulación minoritaria en papel, publican habitualmente en formato electrónico, sea en blogs, en redes sociales como Facebook y Twitter o dentro de comunidades virtuales de su propia creación. (...)
A diferencia de otros momentos, en los que el poeta era ante todo un escritor, los poetas nativos digitales son prosumidores: productores y consumidores de textos (e imágenes) que mezclan, sin ningún tipo de prejuicios, afanes publicitarios y artísticos, el discurso público y lo íntimo, la actualidad política y lo lúdico, la individualidad y la máscara. Por lo tanto, resulta imprescindible tener en cuenta que la producción simbólica en la red, de la que la poesía es apenas un indicio, no está concebida para la contemplación o la reflexión, sino como algo para experimentar y compartir. (...)
A diferencia de otros momentos, en los que el poeta era ante todo un escritor, los poetas nativos digitales son prosumidores: productores y consumidores de textos (e imágenes) que mezclan, sin ningún tipo de prejuicios, afanes publicitarios y artísticos, el discurso público y lo íntimo, la actualidad política y lo lúdico, la individualidad y la máscara. Por lo tanto, resulta imprescindible tener en cuenta que la producción simbólica en la red, de la que la poesía es apenas un indicio, no está concebida para la contemplación o la reflexión, sino como algo para experimentar y compartir. (...)
Una generación nacida bajo el signo del cambio:
infoesfera y electronalidad Pero debe evitarse interpretar estos importantes cambios como una pérdida: gracias a la interactividad de internet, la pasividad asociada al consumidor es transformada en una actividad no solo lúdica, sino también creativa. La red es, por lo tanto, el espacio que mejor acoge la producción simbólica de aquellos individuos que, fruto de la transición demográfica, de otro modo no alcanzarían a manifestarse: la masificación mundial de la lectoescritura es un hecho irrefutable (como se comprueba actualmente con los cincuenta millones de teléfonos móviles que circulan solo en España). Esta inédita experiencia, vital y estética, de emisión y consumo simultáneos, es la que otorga a los nativos digitales, internacionalmente, un profundo sentido de pertenencia a un colectivo12. En consecuencia, las obras de los poetas nativos digitales suponen mucho más que un relevo generacional o una variación de estilo. Constituyen un indicio irrefutable del paso de la sociedad industrial a la sociedad de la información y, por lo tanto, implican cambios de infraestructura, del marco hermenéutico-epistemológico y de sensibilidad que, necesariamente, traen consigo una alteración del gusto literario. Esto es producto de un escenario inédito como el que plantea el mundo digital, contrapuesto a los entornos que generaron la civilización y la cultura como tradicionalmente las concebimos. (...)
Otra perspectiva para comprender este decisivo fenómeno estaría en el diagnóstico de Alvin Toffler en La Tercera Ola (1980), con respecto a la estrecha dependencia de las sociedades en relación a las innovaciones tecnológicas. Para Toffler, una ola agrupa las consecuencias biológicas, psicológicas, sociales y económicas que se desprenden de cada civilización. Estas olas son definidas a partir de las tecnologías de productividad usadas. Así, una tecnología de producción dominante modifica la organización social, creando canales de comunicación propios, lo que a su vez genera un nuevo sistema de valores. Por lo tanto, la importancia de la actual infoesfera (internet) es crucial, pues esta es la que entrelaza a la tecnoesfera (la tecnología digital) y la socioesfera (la sociedad virtual y el mundo real). (...)
nuevas formas de socialización han marcado, tanto formal como discursivamente, las características de la producción de los discursos literarios contemporáneos, sea en su vertiente impresa o electrónica. Algo que, hacia el año 2007, se puede constatar con la migración de la escritura desde los blogs (donde primaba lo textual y discursivo) hacia las páginas de Facebook (en las que predomina, como hemos señalado, la imagen, lo efímero y la creación de redes y comunidades). Una de las mutaciones más decisivas en este proceso, que marca el paso de la retórica literaria a la retórica de la identidad digital, sería aquella por la cual se fomenta y normaliza el proyectarse a sí mismo como producto: la primacía de la autorrepresentación13. Al igual que en el caso de otros prosumidores, la medida de aceptación de los escritores en internet (incitados a emitir, simultáneamente, no solo textos e imágenes, sino incluso un personaje) se define por el número de visitas a sus bitácoras o perfiles: los «Me gusta» de Facebook (que significan desde cortesía o agradecimiento hasta cierto compromiso), los comentarios a sus publicaciones virtuales y el poder de convocatoria de los eventos que autogestionan (los autores suelen estar muy relacionados con el circuito poético de bares y librerías). Entre la gratificación psicológica y la objetualización de la subjetividad, otro tipo de socialización resulta inevitable (desde la consagración de lo superficial y lo externo hasta la aceptación de lo efímero). (...)
Internet y la mutación del gusto literario Así, los poetas nativos digitales no siguen estricta o mayoritariamente los retos formales de la modernidad (y su pretensión de originalidad y ruptura), sino más bien tácticas asociativas y de promoción de índole publicitaria (buscando un posicionamiento mercantil, sin descartar el escándalo). La simplificación y la banalidad, en ciertos casos, de las propuestas se deben, recordémoslo, a que están hechas para una sociedad definida por esas mismas características. En consecuencia, la brecha que la irrupción de los nativos digitales crea con respecto a la cultura tradicional supone una ruptura sin confrontación, una disrupción tecnológica, favorable al asedio viral y el pragmatismo de la ética hacker. Como se aprecia, los poetas nativos digitales dominan y son la vanguardia en la interacción con las nuevas tecnologías, que será imprescindible para la producción simbólica en la era posindustrial (al punto de ser pioneros y fundadores de una transtextualidad digital). La brecha con las promociones previas ha surgido, no solo por voluntad de quiebre (la estrategia es claramente otra), sino fundamentalmente por ser formados por una educación y una socialización distintas, simultáneas a la asimilación cotidiana del mundo virtual desde su infancia. (...)
De este modo su producción simbólica, sus obras (que, como veremos, no son pocas ni insignificantes), construyen una transtextualidad que une la cultura digital con lo literario15. Entonces, quizá el primer paso para comprender el sentido de esta producción juvenil, esa infinita serie de personajes y eventos, sea aceptar que los autores en la red escriben desde una perspectiva nueva, en la que el valor de lo literario (lo sublime y lo formal) es residual o hasta resulta secundario: el núcleo del nuevo paradigma estaría en la interactividad misma. Ante todo, el prosumidor responde a una angustia posindustrial por destacarse, por vencer la pasividad y ser algo más que un consumidor. Es decir, lo decisivo sería la expresión espontánea y constante, la inmediatez y la repercusión obtenidas en una comunidad concreta, creada en tiempo real. (...)
Lo efímero y, en algunos casos, lo intrascendente (la superación definitiva del afán de eternidad como temporalidad impuesta por el cristianismo) son una mera consecuencia del cambio en las condiciones de producción. (...)
también resulta imprescindible reconocer el predominio en las redes de un tipo de lectura adolescente y/o sectaria, realizada no para interpretar asunto alguno sino para la identificación con el yo (emisor o sujeto lírico) y el entretenimiento (el espectáculo). Es decir, la apropiación de textos e imágenes con el propósito de reafirmar tanto identidades como discursos preconcebidos, diseñados y avalados por los medios masivos (como en los casos de una identidad juvenil o ciertas militancias). (...)
los poetas nativos digitales superaron ampliamente a sus mayores en cuanto a sus fines asociativos, pues estos, pese a sus propuestas, innovadoras y maduras, no construyeron una comunidad de lectores22. Una insuficiencia propiciada en gran medida por un afán de competitividad individual, aguardando un reconocimiento unánime por parte de las instituciones y el mercado. No sucedió así, pues carecieron de apoyo sustancial en las editoriales o en los medios (salvo el caso de aquellos autores que se trasladaron con éxito a la novela, optando por un medio mucho más popular que la poesía)23. Una situación que queda resumida en el emblemático caso DVD Ediciones y su cierre, después del inicio de la crisis económica. Estos poetas inmigrantes digitales, cuyas proyectos se asociaron a la diversidad y complejidad del discurso posmoderno, no resultaron suficientemente claros y atractivos como producto, y fueron rápidamente sustituidos en el interés de los medios corporativos, en su necesidad de promover propuestas noveles. (...)
los poetas nativos digitales superaron ampliamente a sus mayores en cuanto a sus fines asociativos, pues estos, pese a sus propuestas, innovadoras y maduras, no construyeron una comunidad de lectores22. Una insuficiencia propiciada en gran medida por un afán de competitividad individual, aguardando un reconocimiento unánime por parte de las instituciones y el mercado. No sucedió así, pues carecieron de apoyo sustancial en las editoriales o en los medios (salvo el caso de aquellos autores que se trasladaron con éxito a la novela, optando por un medio mucho más popular que la poesía)23. Una situación que queda resumida en el emblemático caso DVD Ediciones y su cierre, después del inicio de la crisis económica. Estos poetas inmigrantes digitales, cuyas proyectos se asociaron a la diversidad y complejidad del discurso posmoderno, no resultaron suficientemente claros y atractivos como producto, y fueron rápidamente sustituidos en el interés de los medios corporativos, en su necesidad de promover propuestas noveles. (...)
el éxito mercantil de los poetas milénials también puede explicarse a partir de la confluencia entre la sectorización de un consumo generacional y la necesidad de la simplificación de productos para acceder al mainstream. Es decir, el fenómeno de la infantilización de la cultura y la consagración corporativa de la estética adolescente. En la actualidad, cada vez quedan menos límites entre la niñez y la adultez, a lo cual responde la omnipresencia de las nuevas tecnologías como parte de la hegemonía comercial de lo audiovisual frente a lo escrito (tal como sostiene el ensayista Neil Postman). Un factor que resulta crucial para definir la identidad no por discursos (como el de las clases sociales), sino por sectores de consumo (como ejemplifica la mercantilización de la factoría Disney, cuya hegemonía coincide con el surgimiento de esta generación). De este modo, los valores de los nativos digitales, como milénials, en su inmensa mayoría y notablemente entre los que tienen más repercusión pública, son afines a la agenda de consumo neoliberal, pues nacieron y han sido formados en el consenso ideológico surgido después del 89, en el contexto de la globalización. (...)
los jóvenes poetas prosumidores, con el crucial apoyo de internet y las nuevas tecnologías, han sabido aprovechar, activa y conscientemente, la efebolatría que caracteriza a las sociedades posindustriales. Así, en contraste con la producción de sus inmediatos antecesores, en su discurso apreciamos una gran urgencia por posicionarse o ser reconocidos socialmente, expresada no solo en el mundo virtual, sino también en su relación con la institucionalidad cultural, la industria editorial y los medios masivos. Un afán que, con el fin de ampliar su poder de convocatoria, les exige simplificarse, atenuarse o enmascararse frente a sus interlocutores virtuales apostando, ante todo, por la carta de la empatía generacional. (...)
Por lo tanto, sus textos, imágenes y eventos proponen, fundamentalmente, una aproximación vivencial, vitalista, volátil e inconclusa, que deja atrás tanto la seriedad de lo intelectual como el rigor de la objetividad científica, trasgrediendo sin complejos los límites entre alta y baja cultura, entre lo artístico y el entretenimiento, entre lo privado y lo público. (...)
debe tenerse en cuenta que internet es fundamentalmente un espejo: sus páginas más visitadas reproducen los valores y el tono que caracterizan a una determinada sociedad. En España esto supone, en cuanto a lo literario y lo artístico, una producción dentro del sistema económico capitalista y cuya impronta cultural es profundamente conservadora, estando ligada al sistema de premios, lo institucional, las subvenciones, el espectáculo y lo mediático corporativo. (...)
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Sin embargo, desde una perspectiva epistemológica, el elemento decisivo que enfrenta el lector en la red quizá sea la sobreabundancia de información; un alud de datos imposible de procesar y que, pese al abotagamiento, crea una expectación permanente. Este aumento exponencial de información y estímulos46 afecta a la memoria, sea definida como facultad receptiva o noción cultural. Un cambio de sensibilidad que ya se reconoce en los jóvenes, tanto en su infinita curiosidad e impaciencia como en su reticencia ante la aparente redundancia de comprar un libro físico, si el texto está disponible gratis en formato digital. (...) La producción de los poetas nativos digitales se caracteriza, como se ha visto, por una necesidad de expandir los límites del lenguaje literario, desde la temática hasta el estilo, tras la crisis epistemológica y social generalizada del fin de siglo y el influjo de las nuevas tecnologías. Este afán de renovación formal –que puede ser tanto una ampliación iconográfica como una simplificación textual– responde a su vez a la influencia de una diversidad de tradiciones y modelos de escritura, en concordancia con una pluralidad posnacional: se puede señalar, en el caso español, el particular abandono de la escritura isosilábica, por el auge del verso libre y el versículo (relacionado, en gran medida, con una escritura directamente realizada para soportes electrónicos). Dichos textos expresan, por consiguiente, una búsqueda de nuevos recursos expresivos y formatos, a la que la magnitud de cambios que supone la revolución tecnológica confiere antecedentes, paralelos y justificaciones históricas. (...)
 El narcisismo, el distanciamiento emocional o cierta indignación, siendo experiencias generacionales decisivas, se manifiestan con contundencia como temáticas predominantes. Así, muchos de los textos de los poetas jóvenes que circulan en la red se caracterizan por ser de tono menor, aparentemente ligeros e insustanciales, centrados en la recreación narcisista de un conflicto individual o en la narración de situaciones decadentes (un expresionismo adolescente). Por lo tanto, proliferan escenarios y personajes propios de la alienación y el desvanecimiento afectivo de la sociedad posindustrial (soledad, incomunicación, aburrimiento, fragilidad anímica, etcétera)48. Experiencias y emociones que se viven y exponen pública y procazmente, como un desafío, en un devenir constante de textos breves e imágenes (...).
Y es que, de forma insospechada, el influjo de las redes sociales y la hegemonía de la actualidad nos hace regresar a un modelo de comunicación secular, en el que prima la oralidad y en el que no existe diferencia entre el emisor y el receptor, cobrando relevancia el «nosotros» de la identidad comunal. Es decir, la interactividad y la inmediatez de internet impiden el establecimiento de un yo y un tú jerárquicos, que fueron los que articularon la transmisión del logos occidental, esencial para la innovación técnica y científica (...).
Significativamente, ese en apariencia inusitado afán de espiritualidad está emparentado también con aquel estado nuevo de conciencia que impone la constante navegación por internet: la desorientación, el flow, el abotagamiento. Y resulta pertinente que el medio preferido para estas manifestaciones extáticas (o seudo epifanías) sea Facebook, pues dicha red social es, ante todo, una infatigable máquina creadora de analogías (ritmos y símbolos en infinita sucesión). (...)
La lira de las masas: 
Internet y la crisis de la ciudad letrada. 
Una aproximación a la poesía de los nativos digitales 
Martín Rodríguez-Gaona
(Voces / Ensayo nº 276)

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