sábado, 17 de febrero de 2018

"En lugar de encogernos de hombros ante el prejuicio, la negligencia y la incomprensión"

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Sin embargo, si bien el franquismo, en tanto que sistema político, ha pasado a la historia, sí perdura algo que el tiempo no ha borrado. Me refiero a una mentalidad política, destilada sutilmente a lo largo de los años de la dictadura, que ha llegado a calar en la forma de pensar y de actuar de los españoles, y aquí incluyo también a los catalanes. Es una forma de entender el poder y, más aún, una forma de enfrentarse al poder cuando se produce un conflicto de intereses o de ideas. En este sentido, podríamos decir que con la transición pasaron a la reserva los que aprendieron a mandar con Franco, pero permanecen en activo los que con Franco aprendieron a obedecer y a desobedecer. (...)
Francisco Franco fue un criminal de guerra, un dictador y un político astuto y mediocre, pero su importancia histórica y su influencia han sido magnificadas. En opinión de muchos, todavía vivimos a la sombra de Franco. También para muchos, Franco se ha convertido en un referente al que se puede atribuir todo o casi todo cuanto sucede y cuya invocación justifica ideas, sentimientos y acciones. También en un término de comparación y un insulto de uso inmediato. No da para tanto. (...)
Desde el punto de vista ideológico, Franco sólo fue una anécdota en la larga y profunda tradición del conservadurismo español. Lo sangriento de sus métodos y lo reciente de su existencia hacen que esta anécdota adquiera una dimensión histórica grandiosa y que su figura, si no se examina con serenidad, se convierta en algo que no merece ser: una especie de superhéroe que desde el más allá sigue rigiendo nuestros destinos cuarenta y dos años después de muerto. (...)
Cataluña pasó de ser una región endémicamente pobre, básicamente agrícola y en muchos aspectos atrasada, a ser un centro próspero de industria y comercio, una sociedad dinámica y creativa, y a convertir la ciudad de Barcelona, hasta entonces algo mustia, en una capital que había de tener mucha influencia, buena y mala, en la Historia general de España. Que la propia sociedad que llevó a cabo esta empresa no se sintiera orgullosa se debe a varias causas. La primera es que la industrialización fue posible gracias al capital acumulado en las colonias americanas por los famosos «indianos», una aventura que todavía está por estudiar y describir. Sin embargo, esta aventura fue posible gracias al Decreto de Nueva Planta, por el cual se transformaba España en un Estado centralizado a la manera de Francia y, en consecuencia, se abría a los catalanes la posibilidad de acceder a las colonias de América y del Sudeste asiático, hasta entonces coto privado de la corona de Castilla. No resultaba grato que la derrota de Cataluña en la Guerra de Sucesión fuera precisamente el origen de su fortuna y su resurgimiento. La verdad es que la derrota es innegable, pero el balance de sus consecuencias es opinable. Los Borbones trajeron consigo el centralismo, pero también el despotismo ilustrado, que hizo más bien que mal. La victoria del archiduque nos habría puesto en la órbita de los Habsburgo, tan centralistas como los Borbones e igual de despóticos, pero no ilustrados. Esto, de todos modos, pertenece al terreno de la Historia que no fue, es decir, al de la especulación estéril. Lo hecho, hecho está. (...)
¿Qué está pasando en Cataluña?
Eduardo Mendoza.
Seix Barral, 2017 

1 comentario:

  1. Decir sobre Franco que su "importancia histórica y su influencia han sido magnificadas." es un insulto a la inteligencia. Del franquismo no ha habido ruptura plena, hay condescendencia con sus crímenes en una parte de la población, hay una gran herencia del aparato judicial y político encostrada en sus entrañas; y la técnica de "patada a seguir" que utiliza la derecha y los naranjitos es un insulto para la vertebración histórica de un país especialista en darse ladrillazos en la sien.

    Cataluña evolucionó gracias al comercio indiano, como todas las regiones que invirtieron capital en aquella época(las que pudieron, Extremadura poco podía) pero vayamos más allá: prefiere remarcar que una derrota que se cargó las instituciones, lengua, tradiciones de diversa índole (incluso eclesiástica) que sí respetaban los Habsburgo, con una tradición culta, germánica diferente que la afrancesada borbónica, pero ni mucho menos no ilustrada. Los Borbones cortaron por lo sano y es conocido por todos. Poner maquillaje en los excesos de un señorito gallego con bigote, en un comercio legítimo y que repercutió no solo allí y en la represión de una identidad política propia es, cuando menos, absurdo a días de hoy.

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