Al practicar el execrable arte del "autogugleo" me sorprendió encontrar algunos de mis poemas en la web erótica Let´s Kinky.
Concretamente, se trataba de "No me pidas lo imposible" (de Diario de un puretas recién casado) y de "Timidez" y "Carencias afectivas" (de La huida hacia delante) agrupados bajo la etiqueta de "Dos poemas de sexo y desconsuelo".
Desde aquí mi agradecimiento a los kinkyresponsables y, como guiño, una pequeña selección de mis poemas con mayor contenido sexual.
EDUCACIÓN FÍSICA
Nueva temporada
Estabas
preciosa con tu uniforme
de El Corte
Inglés y yo iba muchos días
a esperarte
a la salida. ¿Te acuerdas?
Te esperaba
tras una esquina,
te tapaba
fuerte la boca,
para que no
gritaras, susurraba
que, si
chillabas, te mataría,
te
arrastraba a un portal cercano,
entre
empujones y amenazas
soeces. Y
luego jugaba
a violarte.
Y tú
jugabas a que te violaba
y te
gustaba.
Al
terminar, nos íbamos a casa
creyéndonos
los más modernos y entregados
a
nuestras fantasías sexuales
de mentirijillas.
Pero un día
de primavera,
¿te
acuerdas?, te esperé tras una
esquina diferente,
te tapé
la boca de
otra manera,
puse otra
voz al susurrarte,
¿te
acuerdas? Y también varié
el ritmo,
la presión y el ángulo
habitual de
mis embestidas.
Ese día,
¿recuerdas?, te corriste
más que
nunca, volvimos a casa
sin
hablarnos, nos acostamos
sin
decirnos nada y, al día siguiente,
antes de
que volvieras, yo ya me había
marchado para
siempre de tu vida.
Estabas
preciosa con tu uniforme
de El Corte
Inglés por las rodillas,
pero no he
vuelto a esa jodida tienda
desde aquel
horrible día (¿te acuerdas?)
y, cada vez
que anuncian que ha llegado
de nuevo la
primavera, me escondo
tras esa misma
esquina y lloro
tu recuerdo
a lágrima viva.
CRÍMENES PERFECTOS
Simplemente tuve la suerte
de estar en el lugar oportuno
en un momento incierto de su vida.
Después,
nos encerramos seis días luminosos
en un sórdido hostal de nombre
impronunciable, ajeno a las miradas,
el escrúpulo y las propinas.
Juré que nunca le haría daño,
engolando la voz con ademanes
de político. Y acabó siendo mentira
(o tal vez lo fuera desde el principio).
Romper el corazón
de una desconocida
en una ciudad lejana
y huir sin dejar rastro, mail
ni número de teléfono.
Tal vez sí es posible
el crimen perfecto.
Simplemente tuve la suerte
de estar en el lugar oportuno
en un momento incierto de su vida.
Después,
nos encerramos seis días luminosos
en un sórdido hostal de nombre
impronunciable, ajeno a las miradas,
el escrúpulo y las propinas.
Juré que nunca le haría daño,
engolando la voz con ademanes
de político. Y acabó siendo mentira
(o tal vez lo fuera desde el principio).
Romper el corazón
de una desconocida
en una ciudad lejana
y huir sin dejar rastro, mail
ni número de teléfono.
Tal vez sí es posible
el crimen perfecto.
A Usted. En desobediencia (featuring
Almudena Guzmán)
(Y a Luis
Gª Jambrina. En deuda)
Su recuerdo
es como la fe de aquella infancia,
ya casi nunca usaba minifalda,
rota al
mismo tiempo que mis braguitas en el último,
pero ese día hubo suerte
y, mientras Jambrina,
(Tobogán)
con su voz de jesuita agnóstico,
iba recitando cansinamente,
No duele,
solo desespera un poco,
nosotros, fingiendo fingir
igual que
esas faldas
estar concentrados,
cortas después de la fiebre
íbamos subrayando
el beso a la oreja
las palabras clave
la oreja a la boca,
con pícara mueca de niños malos:
la boca
a las medias porque las rompe,
demasiado concentrados
como para andar fijándonos
las medias
al...
en puntos suspensivos.
Timidez
Te miro como a un libro que
no entiendo,
que alguien tuvo a bien
regalarme
y del que aún no me he
deshecho.
Eres guapa. No te conozco.
No te debo nada. Tú a mí,
la verdad, tampoco. De
pronto
me da vergüenza besarte.
En este instante de sofoco
en que nada comprendo, ni
siquiera
me atrevo a preguntarte si
te importa
que me corra dentro.
Carencias afectivas
Mientras
contemplo desde arriba
el rítmico
movimiento
de tu
cabeza sobre mi sexo,
siento,
sobre todo (¿eso?, ¿ves?, ahora),
cuando te
acercas y te alejas
(así,
ahora, ¿ves?), sobre todo, el roce
de tu
flequillo en mi cadera.
Es curioso
y casi tierno
que esto
sea (¿ves?, esto, ahora)
lo más
cercano a una caricia
que he
tenido en mucho tiempo.
No me vengas ahora con remiendos
de ocasión, patrañas de viernes noche
y anhelos de seductor en apuros.
Fuiste tú quien finiquitó esta historia
(cuerpos abiertos, sábanas mojadas),
y tu llamada a deshora
ya no provoca prisas ni deseo,
solo estupor, rabia y una leve
risita de placer sádico.
(La
huida hacia delante,
Ediciones de la Isla de Siltolá, 2014)
When the soldiers are singing
Toda vida es un proceso de demolición
Francis Scott Fitzgerald
Imagino a mi mujer imaginándose
con otro sin esta tripa temeraria,
que ya no espanto ni disparando
una salva de verduras de advertencia
al principio de cada comida.
No sé.
Quizás él no empiece tantos libros
ni sea un fiera en los chistes malos,
pero sé que una mujer necesita
modelos de gama alta que enciendan
sus más bajas pasiones terrenales.
La política de contención ha fracasado:
el enemigo avanza camuflado en la rutina.
Y pongo el despertador una hora antes
para ver si hay huevos de correr un rato.
Pero me quedo mirando fotos viejas
con los ojos llorosos
y los michelines acojonados.
Y empiezo una paja en silencio
con más pena que ganas y cayendo
en derivas metafísicas: supongo
que existe un yo distinto en otra
dimensión sin extra de queso,
que se levanta temprano sin problemas
a ejercitar sus músculos de acero.
Pero, quién sabe: tal vez lo haga
porque necesita remarcarse
los abdominales por algo parecido
a lo que a ti te atenaza ahora.
Al fin y al cabo, la mujer de tus sueños
nunca estará contenta en tus pesadillas.
Déjate de cuentos, Víctor, y asume
en qué te has convertido aquí y ahora:
una caricatura de ti mismo
condenada a un aterrizaje
de emergencia o un declive progresivo.
Pero también, no lo olvides, sigues siendo
un soldado que sabe jugar sucio
y conoce el campo de batalla.
¿Eres o no un veterano dispuesto
a dejarse matar por su única patria?
Varón que arrastra sus setenta
y seis kilos de peso y diecisiete
centímetros kamikazes desplegados
a tiempo de acabar con esta guerra
en un redentor polvo mañanero.
Sal ahí, muchacho. Demuestra
de qué madera estás hecho.
(Diario de un puretas recién casado.
Ediciones
Liliputienses, 2016)
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