domingo, 18 de febrero de 2018

"El calibre 38 me aprieta el chocho": Judith Rico a bocajarro


Tras Judith Rico y otras pastillas (Zoográfico, 2016) y Cada pedazo en su sitio (Letras Cascabeleras, 2017), Judith Rico añade más munición a su arsenal con Calibre 38. Además de recomendar disfrutar de las ilustraciones de Rodrigo Moreno, poco se puede añadir sobre el libro que no haya explicado inmejorablemente Itziar Mínguez Arnáiz en el fantástico prólogo que abre una obra que cuesta cerrar:
El título ya es una advertencia al lector: si no estás dispuesto a no salir dañado de su lectura no cruces esta puerta, parece decir. Y es que Judith está esperando detrás de la portada, con la pistola cargada y preparada para disparar poemas que es algo para lo que está dotada de una forma tan natural que parece que no le costara ningún esfuerzo.
Pero no es fácil disparar poemas y mucho menos si la bala es del calibre 38. No hay manera de salir indemne de su poesía y es muy probable que la poeta también salga herida de cada uno de sus versos. (...) Para algunos poetas el poema es un refugio donde
esconder el yo detrás del yo poético, el caso de Judith Rico es todo lo contrario. Pocos poetas hay en la actualidad donde el yo y el yo poético son tan coincidentes que es imposible discernir uno del otro. (...) Un libro de Judith Rico da para mucho, también para reflejar a otros poetas que están presentes en su escritura. Pienso en Gloria Fuertes, de quien se celebra su centenario y que tan orgullosa estaría de haber sembrado una semilla entre poetas valientes y arrojadas como Judith (...). A medida que avanza la lectura de ‘Calibre 38’ la poeta parece desnudarse más. Tiene también esa habilidad
Judith Rico, que sabe desnudarse de muchas formas diferentes, incluso poniéndose máscaras: No sabéis nada de mí/ soy lo que no escribo, dice la poeta, cerca del final del
libro donde aguarda un ‘(Anti)poema’ genial, que remite de forma no expresa a otro genio del ‘engaño’ Nicanor Parra; y se queda el lector herido de muerte, tratando de frenar la hemorragia y sabiendo que el después será una recuperación lenta y doliente o tal vez una espera desesperada de otras pastillas que ayuden a sanar las heridas. 
 

PIES DESCALZOS
 A mi madre
Ella,
siempre me dice
que adora sus zapatos nuevos,
pero casi nunca se los pone,
no camina cómoda
como lo solía hacer antes.
Yo,
siempre respondo
que no hace falta que se ponga tacones,
no se da cuenta
que con sus pies descalzos,
siempre camina más alto
que el resto de la humanidad.


SONRISAS FINGIDAS
Lamerse las heridas
sola
como una perra,
echar sal en las grietas
para que escueza
y aprendas.
Abrir las ventanas
cuando comience a oler a muerto
y seas tú,
ir al kiosko a por la Muy Interesante,
mirar el correo,
saludar al panadero
y a tu vecina
-que sonríeporque
ya no ve
calzoncillos tendidos en hora punta,
lo sabe, lo sé.
Autoconvencerte a ti mismo
de que puedes mover
esos músculos de tu cara
y esbozar una sonrisa,
y lo haces,
lo consigues.


SIN FILTROS
Me he quitado el maquillaje,
sigo pensando que la luna se esconde
en el vaso de leche de antes de dormir,
o en su defecto, en uno de whisky.

Qué cansada de escuchar todo el día,
todos los días,
que la vida es bonita
y que me la tengo que comer...
Pues lo que hay entre mis piernas
también es bonito,
así que mirad a ver.
Que yo escucho todavía el eco
de tus latidos muertos,
o tal vez sean los míos,
que ya no sé si hay flores
brotando en mi tráquea
o si me ha nacido musgo
en las yemas de los dedos
de tanto desarraigo.
Camino
por las esquinas de nadie,
las plazas sin nombre,
los hospitales,
las avenidas y las calles,
el semáforo en frente del kiosko
que dura 36 latidos en ponerse.
Y todo para entender que
la muerte
no es muda.

SIN PAREJA DE BAILE
Llega un momento
que ni la purpurina
en los párpados
me hacen sentir la guapa de la fiesta.
Y quien dice purpurina
dice margaritas
y quien dice fiesta
dice ausencia.
Me convertí en una yonki
de tus pisotones y,
ahora
debo aprender a bailar sola.

DE LOBOS Y CORDEROS
Cuidado en quién te fijas,
a quién miras
mimas,
cuidas,
confías.
Nadie nos dijo
que los corderos
se sienten más cómodos
cuando se ponen
el disfraz de lobo.

NANA
Duerme, pequeña
que mis miedos
con tus ojos cerrados
se visten de sábanas nórdicas
y mueren en la almohada.
Duerme,
que la vida en sueños
a veces es más bella,
que tus manos se vuelven refugio ucrónico
cuando de buscar hogar
y hacerse okupa se trata.
Duerme,
que mañana no habrá
mayor regalo
que despertar viéndote amanecer
con la inocencia reflejada en tus ojos;
sin toda la mierda del ser humano
sobre los hombros.
Duerme,
que yo me encargo de mostrarle al mundo
lo bonita que estás sujetando
cada verso de mis poemas,
como un cuadro de lindos colores
en un museo triste,
como un halcón que solo tiene
sueños de altos vuelos,
tú no eres tren,
eres avión y te llevas las penas
directas de tu sonrisa
al cielo.

1 comentario:

  1. No deja de ser curioso que una barra de pintalabios tenga exactamente el mismo tamaño que una bala del calibre 45.

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