miércoles, 29 de octubre de 2014

Un POEMAZO de Ulla Hahn

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Mi padre

¿Quién es?
preguntan mis amigos
señalando la foto en mi escritorio
del que está entre Salvador Allende y Angela Davis.
Es mi padre, que está muerto, respondo. 
Y nadie vuelve a preguntar.

¿Quién eres?
Pregunto yo al hombre
que ni en la foto del pasaporte sonríe
yme mira sobre el hombro
como si saludara a quien no le gusta.

Campesino, uno entre doce,
a los once dejó la escuela
donde había aprendido
a mirar hacia arriba
mientras bajaba la cabeza.
Encorvado
como un obrero sobre una máquina
o un soldado
al que han engañado
luchando contra Rojos.

Después de todo fue otro tiempo:
cree que no lo entendía.
Pero fue como un obrero sobre una máquina
o un padre de familia que iba los domingos a la iglesia
gracias a su mujer y la gente del pueblo.

Yo lo odiaba.

Y por las noches, cuando volvía de la fábrica
le gritaba palabrotas en inglés y latín
y sentada en la mesa de mis maestros
mientras el té me chorreaba de las manos
y mis rodilla temblaban le hacía chistes
sobre las patas de las máquinas que olían a aceite.

Difícil fue perder mi fe hasta que entendí y supe
que quería amarle hasta la muerte
de todos los culpables de su vida y mi odio.
A veces (cuando ya tenía la manta sobre sus rodillas
y estaba sentado en la silla de ruedas)
tomaba mi mano y mientras la medía con sus dedos y mirada
preguntaba cómo esperaba yo crear un mundo nuevo.
Contigo, le respondía, y levantaba mi puño con el suyo.

Luego hacíamos del tiempo cosa nuestra
y le contaba como una sexta parte del mundo ya era roja
y él valoraba cada parte una por una metódicamente.

¿Qué es?
Preguntaban mis amigos y yo respondía:
uno de nosotros.
Excepto porque el fotógrafo
olvidó que él me miraba y sonreía.

(Descubierta gracias al blog Transtierros y, más concretamente, gracias al gran Jorge Posada)

domingo, 26 de octubre de 2014

Hipsters de izquierdas

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En una mítica biografía de Philip K. Dick, Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, escrita por Emmanuel Carrère, se recuerda que los grupos más vanguardistas de la contracultura de los años sesenta esperaban que el militarismo de Estados Unidos terminase en los próximos veinte años, cuando la mayoría de la población del país (incluido el futuro presidente) hubiera probado el LSD. Hoy suena a ingenuidad, pero tampoco hemos avanzado tanto. (...)
Algunos investigadores culturales antisistema, críticos con las industrias creativas, hablan del poder subversivo de las "narrativas transmedia", que en cristiano quiere decir la posibilidad de contestar a los relatos dominantes a través de tablets, smartphones y redes sociales. De acuerdo: Internet facilita hacer chistes contra los de arriba, pero no está claro que sea una herramienta crítica eficaz. El resultado, más bien, es que no nos conformamos en pasar una hora viendo el telediario, sino que complementamos con otras dos haciendo memes irónicos de Ángela Merkel, doblajes alternativos de las apariciones de Rajoy y perfiles fake en Twitter de Pilar Rahola. ¿Significa esto que vivimos una cultura más horizontal o que nos hemos convertido en redactores de El Intermedio sin remunerar?

Cuando apareció el movimiento ciudadano Podemos, con sus argumentos al alcance de todos los públicos, los hipsters de izquierda se volcaron en la red para hacer gracietas sobre que sus dirigentes compraban ropa en Alcampo, usaban medios tan viejunos como la radio y la televisión y tenían pinta de escuchar música tan cutre como Pedro Guerra, Metallica y Red Hot Chili Peppers. Pensé que su postura se parecía bastante a tunear el lema de la anarquista Emma Goldman para que dijera "si se apunta mi cuñado, no es mi revolución". Por suerte o por desgracia, cualquier posibilidad de cambio político relevante pasa por implicar a "las masas", esos seres poco cool que escuchan a Enrique Bunbury, van en traje a la oficina y obtienen la mayoría de su información política en medios como Onda Cero.

Indies, hipsters y gafapastas: Crónica de una dominación cultural.
Víctor Lenore.