lunes, 24 de junio de 2024

Algunos poemas de EL NUDO (Diego Sánchez Aguilar)



HORARIO DE VISITAS
Nunca hablaste.
No fueron las palabras
nunca 
lengua paterna.

Nunca hablé,
y eso es también herencia.

Tenemos ahora un nudo en la garganta.
De mi ovillo a tus suturas se enredan
estos hilos
con los que te acompaño en silencio
mientras mueres.

hoy sé que, con el mismo amor callado
e impotente,
contemplaste, durante tantos años,
cómo yo iba tejiendo el absurdo tapiz
de todos mis enredos y mentiras.

EL PADRE DEL ESCRITOR
Yo heredé la sintaxis del silencio,
la tímida sonrisa y el miedo en la mirada.
Pero aprendí también lenguajes extranjeros
(malditos sean hoy)
que nunca pudiste entender
(sean malditos siempre).

Mentir se ha convertido en mi oficio.
Y la vergüenza es mi jornal,
que tu mano sedada
me entrega sin quererlo.

ETIMOLOGÍA
Si las palabras tienen una raíz,
tu cuerpo sedad es el árbol;
yo soy la hoja que tiembla.

Si las palabras tienen una raíz,
tu silencio es el barro donde beben,
y mi garganta entonces el sarmiento
donde sin ruido estallan estas flores.

Si las palabras tienen una raíz,
mis dedos son el tallo que se quiebra
cuando poso mi mano en tu corteza.

LA CUEVA
Hoy, lo que más te duele de tu muerte
es molestar la vida de tus hijos.

Si pudieras, irías a vivir a una cueva:
como el animal que se sabe acabado,
buscarías los hilos de la sombra
y con ellos te harías un ovillo.

Esa madeja oscura
araña el interior de mis arterias
y en silencio susurra las palabras
que se atascan al fondo de tu boca:

"No quiero molestaros; seguid con vuestra vida.
Qué vergüenza estar muriendo,
qué manera de estorbar a todo el mundo,
qué vergüenza estar desnudo y ser cuidado.
Qué incordio molestaros de esta forma,
romper así los hilos,
la trama de todo eso que os importa:
el trabajo, la vida, los amigos.
Mejores cosas tendréis que hacer seguro
que estar en esta cueva, que ver cómo me muero".

Hoy, lo que más me duele de tu muerte,
es saber el dolor que se anuda en tu gargante,
con el mismo tejido que la mía.

CUERDAS VOCALES
 Tu idioma paterno era el silencio.
Yo lo heredé;
y lo guardé en aquel cajón oscuro
donde nada ni nadie,
donde toda la noche,
donde todos los años.

Hoy, en este hospital, junto a tu cama,
abro aquel cajón y veo en nuestros ojos
todos aquellos hilos enredados.

Qué tiempo oscuro, cubierto de polvo,
de agujas y botones,
los fue anudando así;
con qué dedos,
qué ácaros de amor
laboraron tantas madrugadas
tejiendo los hilos
ovillando lo suelto
en la caja torácica.

El nudo,
el dique amontonado del torrente;
la oclusión más alta
trepando por las cuerdas de la voz.

NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS
Si yo fuera Manrique, 
podría con tu muerte hacer un monumento,
una magnífica catedral de piedra
plantada sobre el tiempo de los hombres
para que fuera eterna tu memoria.

Si fuera yo Manrique, aprendería
de tu muerte las grandes lecciones de la vida;
y no me quedaría aquí callado,
viendo contigo el último partido
que perdió, otra vez, el Cartagena.

Si yo tuviera el genio de Manrique
y el don de la poesía
diría que tu vida es un río
que ya está llegando al mar.

Nuestra mar azul del Mediterráneo,
donde un día tus manos elevaron
el cuerpo de aquel niño que no sabía nadar,
y nunca el sol brilló más alto sobre el cielo.

LAVANDERÍA
No vino, como hizo con don Rodrigo Manrique,
la muerte, a presentarte sus respetos.
No hubo escenas de honor y de grandeza,
ni heroísmos o corteses reverencias.

Fue tu muerte un susurro en los pasilos,
un bostezo de anfibios y de estrellas
que ordenó tu silencio en sus estratos.

Fue tu muerte un trámite civil de clase media
bajo una luz halógena y sedada,
y el triste madrugar de los tranvías.

Fue un dolor vertebral y de apellidos
imprimido por tres en formularios;
una cama libre en la planta de oncología,
unas sábanas en la lavadora girando,
sumergidas en agua y en jabones,
hasta que ningún resto de tu cuerpo
quedó entre los perfumes de lavanda.

RETRATO DE MI PADRE
No recibiste medallas ni aplausos,
ni la vida de la fama te espera.

Dicen los sabiso que ni el bien ni el mal existen
pero tú, simplemente, fuiste un hombre bueno.

El mundo ha dado a luz esa palabra
para que yo la escriba en estos versos
y la ponga sobre tu frente con mis labios.

Machado nació y escribió su autorretrato
solo para que yo pueda hoy decir
que tú, simplemente, fuiste bueno.

Platón y Aristóteteles y Descartes,
Rousseau y Kant y Maquiavelo,
y todas las lenguas romances y sajonas,
y todo el pensamiento de oriente y de occidente
nacieron, y amontonaron libros y palabras,
argumentos, páginas y conceptos,
solo para que yo pueda hoy decir
que tú, honestamente, 
en el buen sentido de la palabra
fuiste, ante todo, un hombre bueno.


EL HEREDERO EGOÍSTA
Maldito sea el poema,
porque has tenido que morir
para llegar a estas palabras.

Maldito sea el poema avaricioso
porque eres tú quien está muerto,
y soy yo quien escribe tu ausencia
y está vivo;
y aquí, en estos versos,
tu ausencia es solo mía.

Maldito el infantil egoísmo del poema
que desarma el juguete del recuerdo,
lo desnuda, lo viste, y lo hace eterno.

Maldito sea el poema,
porque en él tu silencio se traiciona
y en amor lo convierte
para que hoy me sirva de consuelo.

EL NUDO.
Diego Sánchez Aguilar.
Eolas Ediciones, 2024.
Premio Antonio González de Lama 2023

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