sábado, 13 de enero de 2024

Algunos poemas de JULIETA VALERO


Barcelona
Barcelona está bien en los cielos.
Allá arriba duerme lo negado,
lo que el reo de tus ojos
ya se encarga de desear.
Y parten sus aves en busca de ventura.
Sí. Barcelona y el mar deben seguir
percheando tu deseo.

Deja a Barcelona al noreste de la ansiedad.


Conocerla sería apagar sus incendios,
sufragar su miseria, violarte el espejismo;
un rumor de mercado enhebrando tus plumas.
Conocerla sería conocerla
para luego entender que la has perdido,
y que ya no sabrías perderte en su olor imaginario.

Barcelona triunfa colgada de tu afán.


Porque triunfa en los techos y no existe,
no deben caer las torres sagradas,
no debe ensuciarse el azar de su lodo,
que no pierdan esos labios sus mestizas vocales,
su besable extranjería.
Porque son como caderas, no se tocan.


Pues no tienes dios y del arte vas dudando,
protege la fe en las postales de tu frente.

Barcelona ignota. Barcelona a salvo.
Barcelona al noreste del deseo.


El dolor, ejercicio de cálculo

El principio de los tiempos, ahora
mismo, todos los seres

-millones de auroras
de caminos, de germinaciones, interminable
ristra de ojos, haz que no cesa-

que han pasado por el mundo

-augurios, coronas, el semen, palabras suspensas, lo perecedero-

todos aquellos que ruedan

-piel que no olvida ningún tono, lenguas inauditas,
conjuntos que el sol deshizo-

en este instante por el mundo

-el frío, el hambre, la pena, la perversión del hombre, poema infinito-

¿cuál, de entre ellos?

-ahogados, quemados, la tortura,
el abandono, ¿resuena en un tórax, la cuerda del dolor
lo mismo en Chicago que en Sodoma?
Campamentos, nieve, tiempos remotos o la próxima esquina
leyes y materia para un día
de imposible reconstrucción-

¡cuál, de entre todos ellos!

-y la insistencia, aquello que se encarniza o
simplemente se enamora, el dolor
tomando un cuerpo por posada-

fue y no lo supo, el perfume del Caos

-inquisidores, césares, soldados convencidos,
apóstoles, un sencillo homicida,
un cocinero de pavor y epifanía en sangre-

la moza abierta para el Caos

-un niño, luego un hombre, luego un niño,
el dolor no precisa anchas camas-

la cruz del Caos fue, o el foro del espanto

-en Persia, en Tebas, Bombay o Girona
sobre dos piernas y en torno a un vientre
ambicioso de pan y regalos blanquecinos-

el Elegido de Dios

-al alba, junto a un mar; noche-noche o luz absoluta-

de un Dios entonces más pequeño que un discurso

-hay tantos credos como vidas guarda una ola-

más concreto y deficiente que cualquiera de los Hombres.


No hay ley, máquina o cejas que dibujen el rostro
del que más ha sufrido, pero ha estado aquí
y todos los Hombres le tienen por rival,
y todos los Hombres soportan su rostro, un rato.





Galicia-agosto-otra mujer:


En estos días de verano
una mujer discontinua, pariente de olas y sórdidos menajes.
En este verano plagado de días para los que no tengo alimento
una mujer arrasada y sinembargo.


Y me mira, me mira enseñando el sistema nervioso,
a mí, sólo a mí, que me pongo hermosa de privilegio;
se abre la camisa y tiene dos llagas para mí,
que me revelo deseable como un desarraigo
e ingreso en la vida azarosa de los espías.

Una mujer arrasada y aún es tiempo.

Y en mí conoce al fin puente y calidez.


«Trabaja con las manos» -alguien dice-.
«Se le cayó el alma en un descuido y
la saca los domingos de paseo»
-susurran sus órganos, todos con fiebre-.
Y yo sé más de lo que debiera
escuchando su cuerpo de último esfuerzo por todo;
su cuerpo brotado a destiempo en un bosque
de árboles esbeltos como niñas
(«todas eran más guapas» -admitía su madre-).

Hoy son muchos los hombres y mujeres que corren a escuchar
lo que canta su desnudo.

¡Oh tierra que pace once meses bajo el agua!
¡Oh cuerpo hermano al borde del abismo!
Dadme plaza en este mes que a todos los ojos convoca.

La casa que habitamos apenas ha notado un susurro.
Los árboles de ahí fuera nos distan con jurásica piedad.


Se irán las diminutas clavículas de mi perro, que sostienen su tanto,
te llorarán los pechos con pena cada día más blanda.
Y me muero, me estoy muriendo en el sol,
me estoy muriendo de una pequeña dimensión
porque toco la vida y es tan frágil que me enferma.
Me muero de pena por todo lo innombrado
esa mujer y su puente hacia mi rostro.


Una fina corriente arrastra pronto el luto.
Soy desleal tal cual tomo aliento.

Viene mi amante, entran los días; yo diré si me tocan.
Bajo al comedor y ya te estás diluyendo, no nos hemos sucedido.
Silencio. Nuevos visitantes.

QUE CONCIERNE

Como si yo pudiera penetrar con la punta de algo que de verdad me duele,
atañe, así ponte tú en el sitio enfurecido de otro,
su abismo dulzón, su falta de plata, perdón, papeles.

Llevamos siglos considerando si un bebé, tú y yo
y contra todo pronóstico pactar con el futuro, tener peso, partir las últimas.
Calificaciones primaverales.

¿Aceptaríamos desbiografiarnos con ese peine duro?
Todo el encofrado de estos años preludio antes de ella, de él…

Mientras, por las calles y en los pasillos de la casa
políticos mostrencos entran y salen de nuestros días, distorsionan
la temperatura. No levantan la voz.
Nos obligan a congelar los restos de la confianza.

Bajo las señales de antiaéreos, su terror publicitado,
su graznido de ciudad costera sin mar, los amantes corren
a refugiarse en la casa, ponen el árbol de diciembre,
se conmueven en su tresillo con los males de la inmigración. Se quedan
muy a salvo, sin paradoja, sin analogía, sin lectores.

Los niños vienen de aquí; no de la ilusión del crecimiento
infinito; nunca del desprecio por el público sector.

***

ANUNCIACIÓN

Cuando nos hayamos diluido, y el último rastro de humedad y de afecto sobre nuestros retratos

cuando entonces

cuando esto

cuando los objetos no tengan a nadie que los reconozca o tú y yo seamos un libro y una caja china que ha inventado el silencio

el silencio como perfección del más doloroso de los gritos

cuando el olvido siga constituyendo al mundo como es su deber, su compost, su premura

seguirás de pie en nuestra cocina, escuchando a las cebollas, la frente perlada de generosidad y de viajes al centro de la Tierra. La mujer que le lee sus derechos a la belleza. Nuestro hijo ahí.

***

IN VITRO

Difícil de creer pero el cielo estará ahí las próximas tres horas y entre sí se multiplican las mujeres.

Para ser localizables: el júbilo de los laboratorios ronda las siete mil elipsis en 2013. Yoesotro resulta ser el propio cuerpo, ora tan sano que ni lo veías, ora y labora hoy bajo expectativas de naipe. Y después toca esperar.

No hay red social como Natura firmamentando la Internacional de los pocos, de los raros, en cuya mesa ikea de patronatos se hacen pequeños los bragueros y de todo dos cachorros que nadie desea regañar.

***

TRAER UN HIJO

al mundo pero ¿de qué estamos ha-

blando? gerundio lengua ¿traerlo en un cesto en la tripa en el bolso? ¿yo la tengo la llevo en su melocotón desarrollo en su respuesta solar sucesivísima en sus noches interruptas en su asomada de diente décimas habla y tú te la llevas cuando quieres por ahí / tus funcionarios bostezan? qué clase de acuerdo qué fe qué tahúr espíritu apetito sostendrá por sus lábiles pinzas la palabra calma… hay tatuajes sin tinta fondo de ojo gesto de pulmón como el sí que sí quiero de las abajo contratantes tapete verde a la belleza de mi envite mi all in nuestra siempre amenazada vida responde como la mujer el hombre que verla existir eso exigimos rogamos en las noches con bisagra celeste cumplimiento estratificación de células y dicha.

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