miércoles, 12 de enero de 2022

Algunos poemas de "El monstruo de las galletas" de Sandro Luna.

 


Mirando tus dibujos

Para mi hija Ana

Jugabas de mañana, cuando niña, 

ante una luz naciente

con la arena y el agua,

deshacías castillos.


Las murallas de Troya

no habían sido aún

ni siquiera pensadas, 

niña Homero,

ni imaginado Aquiles,

Esparta, Ulises, Héctor…


Mirando tus dibujos, 

cuando escribo,

pienso si yo también, 

con tanta devoción,

alguna vez tracé con tan pocos colores

palabras más exactas que ese cielo.


Y si supe escuchar ese galope

yo ya llevaba en mí

ese caballo en llamas más que el sol.


Ariadna

(Una elegía para mi padre muerto)

A María Moya Fombellida

Miro la catenaria 

como si tú aún

tomaras el tranvía.

Y miro, sin mirar, el cielo; huele

a pájaros y a nube,

a tabaco, a café.

Y me queman los ojos

y pienso en esos trenes de carbón

y en avivar el fuego y en Ariadna,

como si ella pudiera,

ahora que eres pan para la tierra,

mostrar el laberinto con un hilo


Puños

A Genís Ortega

Tus manos son de donde duele. ¿Quién

no ha mirado sus manos una noche

de profunda tristeza y de dolor

abrazarse a sí mismas de esa forma?

Si cuentas tus nudillos, nunca cuentes

sin esperanza ya, sobre las palmas,

uno a uno tus dedos

ni sus diez pulsaciones en ti misma.

No camines la sangre con los ojos.

Si dejas que se extiendan,

tus manos, son un cuenco

vacío, enamorado

y no piden perdón por lo que hicieron.

Lo hermoso vive libre y es salvaje,

como un hueco en la tierra

gota a gota llenándose de lluvia.





Disco rayado (Howlin’ Wolf)


Yo soy tú cuando soy yo.

PAUL CELAN

A Emilio Martín Vargas

Chester Arthur Burnett 

nació en White Station, Mississipi;

trabajó de granjero, 

hijo del algodón y de la tierra,

del amor y la ira, 

de un demonio heredado en la pobreza,

porque los negros sólo heredan cosas negras

para cantarlas luego,

hasta que el cielo adquiere

ese extraño matiz de algunas nubes

que uno contempla absorto

y se deshace en ellas más arriba.


Muchas veces pensó

amarrarse a una cuerda 

o clavarse un cuchillo en medio del estómago

o beber la cicuta como el que huye a Portbou.

Pero no se atrevió.

También murió de cáncer.


Me recuerda a mi padre.

Y a mi padre, tal vez, 

también le recordara

al bueno de mi abuelo, 

que jamás conocí.


Él me dio la pobreza en un disco de blues,

el algodón, la tierra, 

la ira y un demonio.


La muerte se anticipa como un mantra.


La aguja se ha encallado 

en una vena rota:

un eco lo repite y nos recuerda

ese aullido del lobo y de la luna.


Distancia

A Josep M. Rodríguez

Entre esa estrella y yo

la distancia es un punto.


Hoy vibra con lo mínimo el silencio:

dos cuerpos suspendidos

en medio de la nada.


Sol naciente

A mi padre in memoriam

Olía el cuarto a espliego,

aún no era de día.


Como si aún viviera,

mi padre, 

vino a verme;

como si abriera el alma 

un último candado

y la conciencia,

ese cristal tan limpio,

transcendiera al callarme lo que soy:

una casa naciente, 

un sol de vidrio


 


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