LA ESPAÑA SIN TRANSICIÓN
Mi suegra va a misa cada domingoy a mí me gustaría creer, al menos,
en Pablo Iglesias. Pero apenas me queda
esperanza en las propiedades
curativas de la cerveza y en las faltas
escoradas al borde del área.
Mi abuela iba a misa de vez en cuando
o la veía por la tele desde la cocina.
La pobre creía en Azaña y Felipe
y cada vez que votaba se ponía nerviosa
por haber aguantado callada
cuarenta años de miedo.
Sería gracioso si no diera pena.
Vivió más que de sobra para enterarse
de que Azaña se volvió loco en Francia
e iba por los pasillos buscando papeles
que no existían con los que hacer gestiones
imposibles que, de todas formas,
llegaban demasiado tarde.
(Pobre viejo chocho progresista).
Pero por suerte se murió antes
de saber cómo acabó González.
Yo supongo que moriré demasiado tarde:
sin abuela, ni Azaña, ni Guevara,
ni Felipe o Guerra ni, por supuesto,
misa, padres, suegra, patria ni iglesias.
(Poema inédito)
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