miércoles, 31 de mayo de 2017

24 compases: "ESTO NO ES MÚSICA: Introducción al malestar en la cultura de masas"


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Sgt Pepper´s Lonely Hearts Club Band, para muchos el mejor disco de la Historia, para otros el mejor de los Beatles y, en mi modesta opinión, ni lo uno ni lo otro, cumple 50 años.
Pueden leer muchos artículos al respecto (a continuación les dejo un par de enlaces de la prensa reciente).
Las piedras Rosetta del pop (Velvet Underground & Nico vs Sgt Pepper´s)
El mito Sgt Pepper´s (Diego A. Manrique)

Sin embargo, dudo que puedan leer nada mejor que la reflexión que hace José Luis Pardo sobre la canción "A day in the life" en su imprescindible ensayo Esto no es música: introducción al malestar en la cultura de masas
Desde el momento en que quedó decidido que la canción se armaría componiendo de algún modo el "todo parcial" escrito por Lennon con el fragmento incidental de McCartney, el tema de la canción dejó de ser solamente el sinsentido de la vida urbana o los atolondrados trayectos hacia la escuela, y se convirtió también en la imposibilidad de la amistad, en otro tiempo tan fructífera, entre Lennon y McCartney (...). De hecho, lo que John añoraba no era la simple amistad, sino la posibilidad y, lo que es más, la facilidad que durante años había existido entre ellos tan objetivamente como ahora existía esta imposibilidad (...)
Paul condensaba en su talento, como antes recordábamos, toda la fabulosa tradición musical del vodevil urbano de las clases trabajadoras inglesas del tránsito del siglo XIX al XX a la que acabamos de referirnos, el music hall y las bandas de feria: no hay álbum de los Beatles en donde no dé testimonio de ello (repitamos que en el Sgt. Pepper´s se puede oír "When I´m sixty-four"...). Lennon, por el contrario, resumía espontáneamente la carga de profundidad liberada con la abolición de la esclavitud en Estados Unios (fue él quien introdujo en el repertorio del grupo a Larry Williams -"Dizzy Miss Lizzy"- o a Chuck Berry -"Rock&Roll Music"). En la primera toma de "In the life of..." no solamente faltaba el fragmento de Paul, sino que nadie tenía la menor idea de qué podría "pegar" aquellas dos partes a todas luces inconmensurables. Como recurso para no interrumpir la sesión, Mal Evans (inseparable asistente de estudio de los Beatles) contaba en voz alta, del uno al veinticuatro, los compases que separaban la parte-Lennon de la parte-McCartney; para avisar a este último de manera que estuviera prevenido para su entrada, Evans hacía sonar la alarma de un reloj despertador. (...)
La enormidad de aquella distancia, sin embargo, se experimentó por primera vez cuando, el 20 de enero, las dos partes de la misma canción estaban terminadas pero no había manera de juntarlas, como si fueran incompatibles. John le confesó a George Martin que se necesitaría una auténtica catarata de sonido estridente, de un volumen y una intensidad tan inmensos como el dolor de la ruptura que evidenciaban, para pegar aquellos dos pedazos de una pareja rota; no había más remedio que subrayar la costura, ya que era imposible suturarla o disimularla. Así que la noche del 10 de febrero de 1967 llegaron a Abbey Road cuarenta y dos músicos de la Orquesta Filarmónica de Londres vestidos de gala (aunque algunos con detalles grotescos en sus atuendos), se unieron al contingente habitual del estudio, que también era numeroso, y cada uno se dispuso a tocar en su instrumento la nota más baja posible, y a llegar en veinticuatro compases a la más alta posible en las inmediaciones de mi mayor en un crescendo delirante que nunca antes se había intentado en un estudio de grabación ni, probablemente, en parte alguna. Aquel océano ensordecer, aquella fanfarria estrepitosa y atronadora que superaba con mucho a la del Bolero de Ravel, no resolvía la distancia entre Lennon y McCartney, pero al menos conseguía medirla. (...) La idea de que el patio de butacas del Albert Hall se llenaba con agujeros tiene, como en general "A day in the life" (que fue el título final que se dio a la canción: la frase que virtualmente llevan escrita todos los periódicos a diario), algo de espantoso y algo de absurdo. Es absurdo llenar un auditorio con vacíos, como es absurdo que un tipo con suerte se levante la tapa de los sesos en un accidente de automóvil, como es absurdo que los periódicos abran sus ediciones con esa noticia y que la gente se arremoline ante el coche destrozado y comiencen a correr rumores sobre el muerto. Pero estos absurdos pasan, y la ciudad es su pasar mismo. Durante la canción, la voz de Lennon suena como si estuviera en un gran auditorio, no menor que el Albert Hall, con una gran intensidad lírica. Ahora ya se sabía cuántos agujeros, cuánto vacío hacía falta para llenar el hueco de veinticuatro compases abiertos en el tándem L & M. (...)
El crítico Jack Kroll definió "A day in the life" como The Waste Land (T.S. Eliot) de los años sesenta; George Martin la comparaba con el Guernica de Picasso. Y es que, como decía Nietzsche:
cuando recorre uno las calles de una gran ciudad durante la noche, por todas partes oye instrumentos musicales violados con ceremoniosa rabia e intermitentes alaridos salvajes.
El mismo año en que los Beatles produjeron el doble White Album, Umberto Eco publicó La struttura assente; en sus páginas, la búsqueda fatigosa de un "modelo semántico" capaz de representar a la cultura como un sistema de signos -sin escisión, por tanto, entre la "alta" y la "baja"- (...). estaba describiendo el mecanismo con el cual funciona la portada del Sgt. Pepper´s
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