domingo, 12 de marzo de 2017

Muchos años después, frente al tribunal de oposiciones...

 
Muchos años después, frente el tribunal de oposiciones, Aurelio Bueno Díaz, habría de recordar aquella tarde de domingo remota en que su padre lo llevó a conocer el Calderón. Plasencia era entonces una ciudad provinciana a medio camino del éxito y la ruina (que, finalmente, se acabaría imponiendo), construida sobre el curso de un río turbio y seco que discurría vacilante sobre un lecho de piedras grises como la vida contemporánea. El mundo ya era viejo pero todavía aguantaba y la gente caminaba con la cabeza gacha, olvidando todo a cada instante. Todos los años, por el mes de mayo, en preparación de la feria, llegaban varias decenas de negros dedicados al comercio ilícito de cultura pirateada y desplegaban mantas abarrotadas de abalorios, cedés, baratijas e imitaciones de las mejores marcas: capitalismo decrépito y consumismo encriptado.

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