¿Qué se puede hacer con un niño, si no bebe?
Humphrey Bogart
Cuando finalmente renunciea todos mis principios y embarace
a la mujer que amo pese a todos
mis juramentos, mis votos al diablo
y la constancia en pasarme el móvil
por los genitales desde los veinte años,
prometo no ser un padre horrible:
levantarme alguna vez si El Engendro
llora, levantarle del suelo
tras una caída, levantarnos
los castigos tras una trastada,
dejar el filtro familiar desactivado
y pasarle la ITV cuando el organismo
pertinente lo tenga estipulado.
Incluso, si no queda más remedio,
prometo atender a su madre,
la mía o algún tutorial de YouTube
que explique sin pegar demasiadas broncas
cómo se supone que funciona el cachivache.
Juro leerle en la cama, incluso
sobrio y no siempre versos míos.
Prometo intentar escuchar al grupo
de mierda que le vuelva loco
durante su adolescencia. Callarme
algunas de mis opiniones al respecto.
Juro por la gloria de mi madre
y por la madre que lo habrá parido,
darle un beso cuando me traiga
un gin-tonic, aunque esté poco cargado,
encargarme de que vaya a ver a sus abuelos
más de lo preciso. Enseñarle quiénes
fueron ellos y sus bisabuelos
y Gabi, Godín, Torres y Kiko
y por qué debemos adorarles.
Cantará el himno como que hay un Dios.
Le inculcaré santificar las fiestas
y los corners al punto de penalti
o los despojos en los que va a verme
convertido más temprano que tarde.
Me esforzaré en instruirle a contemplar
los escotes sin descaro y a mentir
a su madre tan bien como yo mismo.
Diario de un puretas recién casado.
Ediciones Liliputienses, 2016.
Una de las recompensas más gratas que proporciona el análisis crítico es el descubrimiento de voces que se quedan en la memoria, que te animan a investigar otras miradas, que te llenan la tarde de hospitalidad y compañía. Me pasó con la poesía de Victor Peña Dacosta. Víctor, una alegría encontrar tus poemas... Sigo en ellos.
ResponderEliminarMil gracias, José Luis: yo ya conocía tus poemas y tu blog pero ha sido un placer inmenso encontrarte como lector y, al final, aunque sea virtualmente, como amigo.
ResponderEliminarMe alegra dejar mis poemas en tan buenas manos y ojos.
Un saludo