miércoles, 12 de octubre de 2016

Spanish dream (Manuel Vilas)


I
España, ¿qué has hecho de mí? Me he tirado veinticuatro años madrugando, levantándome a las 6.30 de la mañana, veinticuatro años dando clases en institutos de enseñanza secundaria en pueblos perdidos del Norte desértico y frío. Vi a la clase media baja española, más baja que media. Hijos de obreros y de desempleados. Quería hacer algo por ellos, algo importante, yo vengo del mismo sitio. No me quejo. Me enorgullezco. La queja no va conmigo, la queja es una vulgaridad imperdonable. Creo que a don Antonio Machado le fue peor por esos institutos tuyos, más viejos entonces, con estufas de leña, sin tecnología alguna. Si Machado lo hizo, cómo no lo iba a hacer yo, si soy tan buena persona como él y tengo un móvil de última generación.
(...)
II
España, me gusta la realidad. Es dura. Es clara. Es fuerte.
España, ¿eres real? ¿Lo soy yo?
España, he intentado ser feliz.
España, soy santo.
España, jamás he odiado a nadie. Creo que he amado a todo el mundo. Sí, espera, deja que lo piense: sí, sí, a todo el mundo, porque todo el mundo es santo y todo el mundo merece ser amado.
España, jamás mentí.
(...)
IV
España, muchas veces me diste miedo.
España, sentí terror.
España, en la ciudad en la que he vivido, sentí terror, mucho terror, pero igual tú no eras, España, la ciudad en la que me tocó vivir, eso pienso ahora.
España, vivo en la ciudad más cainita de la tierra, pero tú, España, no eres esa ciudad, porque tú eres generosa y buena. España, tu cainismo en mi ciudad es patrimonio histórico de la humanidad, debería reconocerlo la UNESCO.
España, conozco tu historia.
Dime si te importo.
Yo sé que sí.
España, déjame ser el escritor que quiero ser, permíteme eso, qué te importa a ti, déjame ser otro tipo de escritor. Déjame ir a mi aire. Qué puede importarte eso, si finalmente me moriré de hambre y en silencio, entonces qué más te da. Quítame de encima a los fascistas, España, que ahora están tan bien, tan impolutamente camuflados. Mesiánicos, maledicentes, intolerantes, siempre allí, queriendo pegarte un tiro.
España, nos das trabajos muy dolorosos.
(...)
V
España, pensé en pasar de ti, pero no puedo, eres mi esposa.
España, el mundo es como tú; da igual que te llamaras Francia o Alemania o Estados Unidos, ya todo es España.
España, a veces me trataste muy bien, me dabas besos con lengua y me acariciabas el miembro y lo pasábamos de lujo, haciendo el amor toda la noche.
España, no adoro a otro país, y todos los países me parecen peor que España, pues eres tú quien me sostiene, a quien piso con mis pies desnudos todos los días.
España, I love you.
España, sé perfectamente que todos los países más civilizados de la tierra son tan necios como tú, o incluso más que tú, mucho más que tú.
España, tú y yo sabemos de qué estamos hablando, estamos hablando de una rara forma de clarividencia, amor y sentido del tiempo y de la historia.
(...)
España, qué raro es todo, igual nos han engañado a los dos.
España, los españoles pobres son mis hermanos, eso siempre.
España, creo en la pobreza, en la mala suerte, en la bondad martirizada.
España, estamos solos tú y yo. Yo más solo que tú, y aun lo estaré más.
España, ¿nos conocemos, hemos sido presentados?
Ahora mismo no lo recuerdo.

El hundimiento.
Manuel Vilas.
XVII Premio de Poesía Generación del 27.
Visor

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