Lo dice todo el mundo: ya no soy el que era.
Me llamo como el otro,
uso su ropa,
vivo en su casa y firmo lo que escribe;
pero el resto es distinto,
tiene razón la gente.
El hombre que creía
que nada más que el miedo consigue que las cosas
parezcan lo que son;
el hombre al que admiraban igual que a los delfines
que escoltan a los barcos sin saber dónde van;
el que calmó su sed
como quien bebe el agua de un vaso donde hubo
unas rosas cortadas;
o el que aún no sabía
que resulta imposible ser uno mismo a solas;
ése, ya no soy yo.
El hombre en cuya mano estaba escrito:
-No hay vida más vacía que una tumba sin flores.
El que no sospechaba
que ser independiente
es poder elegir
a quién necesitar.
El hombre con dos caras que jamás era él mismo.
El hombre que quería estar solo y no pudo
porque ya no quedaba sitio en la soledad.
El hombre que pasaba de largo por los otros.
El hombre que no supo
que el silencio no estaba nada más que en su oído.
El que ya no creía.
El que no te esperaba...
Pregúntale a cualquiera. Lo dice todo el mundo:
-Ya no eres ni la sombra del que fuiste,
desde que esa mujer está a tu lado.
Ya no es tarde.
Benjamín Prado.
Visor, 2014
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