Esta noche me quedé de pie en el porche- ¿hacia dónde
miramos para hablarles a los muertos? Pensé en la
rosa nueva, y me acerqué hasta la
hierba gris- en realidad las cosas
de noche no tienen ningún color. Bajé
los peldaños de piedra, como si fuera hasta el lugar en el que
se hablar con los muertos. La rosa estaba
a medio erguir, iluminada su blancura en
el aire negro. Más tarde recordé
tu día. Habrías cumplido noventa y yo te habría regalado
rosas. ¿Están ahí los muertos
si no hablamos con ellos? Cuando iba a verte
siempre estabas sentada tranquilita en tu silla,
sin poder hacer punto, por la artritis,
sin poder leer, por la ceguera,
ahí sentada. Nunca supe cómo
lo hacías ni lo que pensabas. Ahora
me siento a veces en el porche, espero,
intentando sentir que estás presente como el color de
las flores en la oscuridad.
Sharon Olds.
Los muertos y los vivos.
Edicion bilingüe con traducción de J.J. Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas.
Bartleby Editores.
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