ADIOSES
Decir adiós a un novio es fácil
si uno se concentra en repartir los recuerdos:
aquel CD te lo regalé yo
este libro es mío
nunca me gustó esta foto
pero el marco es una herencia de mi madre.
Pero con los amigos a la hora de romper
no hay nada para repartirse
nada que repare el daño
que simulacre la ruptura.
No hay aniversarios que llorar.
Sólo huecos, tardes de domingo
pipas que se enrancian
películas que envejecen
bromas que nadie entiende
que flotan arrastradas por el aire como globos después de una fiesta.
A la hora de romper no hay un momento perfecto.
Las manos están en movimiento
se agarran, se sueltan
bailan juntas o por separado
se pellizcan
se enredan los dedos en las frases
en un abrazo o en un pulso.
Sólo vale un tajo inesperado
zas
y entonces yo me he quedado con dos de tus dedos
tú con dos de los míos
y no nos sirven para nada los dedos ajenos
ni los muñones propios.
Los números de teléfonos no se olvidan de un día para otro
no se vacían las piscinas
ni se agostan los veranos
y en el recuerdo las risas suenan siempre burlonas.
Ana Pérez Cañamares.
La alambrada de mi boca.
Baile del Sol.
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