No me pidas lo imposible
No me pidas lo imposible:
porque bajarte la luna,
limpiar tu cueva de dragones,
partirte en dos follando
o amarte con la fuerza de los bares
son hitos al alcance de cualquiera,
promesas que no valen nada.
A mí déjame demostrarte
que, sin dejar de ser un niñato,
me has hecho un hombre, pídeme
gestos de épica cotidiana
y prometo ser tu héroe siempre
que no tenga excesiva resaca.
Pídeme lo posible: que vaya
a las fiestas de tu pueblo
y visite sobrio a tus abuelos,
que baje un poco la música,
que no coma tanto y me pierda
alguna vez algún partido.
Que te baje una comedia romántica
y haga el esfuerzo de empezar a verla.
Dime que te cuente cómo me ha ido
en el curro, que no hable tanto de política
y que deje el móvil mientras comemos.
Pídeme que te pida que te cases conmigo.
Pídeme que me corra dentro.
(Diario de un puretas recién casado.
Ediciones Liliputienses, 2016)
Escrito a raíz de la traducción de María López Ponz de este poema de Ana Castillo:
Pido lo imposible
Pido lo imposible: ámame siempre.
Ámame cuando no nos quede el deseo.
Ámame con la dedicación de un monje.
Cuando el mundo en su entera totalidad
y todo aquello que te es sagrado vayan
en mi contra: ámame aún más.
Cuando la ira te invada y no tenga nombre: ámame.
Cuando cada paso desde casa al trabajo te agote:
ámame; y recórrelo de nuevo.
Ámame cuando te aburras—
cuando cada mujer que veas sea más bella que la anterior,
o más patética, ámame como siempre lo has hecho:
no admirándome ni juzgándome, sino con/ la compasión callada
que guardas para ti.
Ámame mientras saboreas tu soledad,
la anticipación de tu muerte,
los misterios de la carne, que se desgarra y remienda.
Ámame como al recuerdo más preciado de tu niñez—
y si no encontraras ninguno—
imagínalo e imagíname contigo.
Ámame ajada como me amaste fresca.
Ámame como si fuera eterna—
y yo haré de lo imposible
una mera acción,
amándote como lo hago.
Ámame cuando no nos quede el deseo.
Ámame con la dedicación de un monje.
Cuando el mundo en su entera totalidad
y todo aquello que te es sagrado vayan
en mi contra: ámame aún más.
Cuando la ira te invada y no tenga nombre: ámame.
Cuando cada paso desde casa al trabajo te agote:
ámame; y recórrelo de nuevo.
Ámame cuando te aburras—
cuando cada mujer que veas sea más bella que la anterior,
o más patética, ámame como siempre lo has hecho:
no admirándome ni juzgándome, sino con/ la compasión callada
que guardas para ti.
Ámame mientras saboreas tu soledad,
la anticipación de tu muerte,
los misterios de la carne, que se desgarra y remienda.
Ámame como al recuerdo más preciado de tu niñez—
y si no encontraras ninguno—
imagínalo e imagíname contigo.
Ámame ajada como me amaste fresca.
Ámame como si fuera eterna—
y yo haré de lo imposible
una mera acción,
amándote como lo hago.
Uno de los poemas que más me ha gustado de tu nueva obra de arte. Enhorabuena compañero. Y recuerda, "el cholismo nació en Nervión"
ResponderEliminarUno de los poemas que más me ha gustado de tu nueva obra de arte. Enhorabuena compañero. Y recuerda, "el cholismo nació en Nervión"
ResponderEliminarMuchas gracias, camarada.
ResponderEliminarNi olvido ni perdón ;)