Para terminar, solo voy a pedirles dos cosas: la primera es que recuerden y lloren.
Que recuerden el patetismo, las miserias diarias, las derrotas humillantes, los pactos cobardes con la rutina y el enemigo.
Que recuerden su papel de partypoppers, que no olviden tampoco su papelón de cómplices con una sociedad injusta a la que posiblemente no podrían detener pero que, sin duda, les necesita para seguir aumentando la desigualdad, la mediocridad y la mentira.
Recuerden el alcohol, el fracaso y, valga la redundancia, la poesía.
Recuerden. No olviden.
La segunda cosa que les voy a pedir es que recuerden y sonrían. Que recuerden la ironía, el humor desesperado y divertidísimo, los chistes que no tienen ninguna gracia en el fondo pero sí muchísima en la superficie.
Que recuerden a Samuel Beckett, Ricardo Lezón, Irene Albert, Anatoli Karpov y las odas al amor efímero.
Recuerden y sonrían, porque suplicarán clemencia.
(Presentación de Suplicaréis clemencia,
el segundo libro de Víctor Martín Iglesias.
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