Hace mucho que los mejores editoriales en este país los firma El Roto.
Hoy, además, parece sintetizar la brillante columna de Enric González en El Mundo:
SensaciónENRIC GONZÁLEZ Actualizado:05/09/2015
Los niños biafreños con el vientre hinchado, en 1968. La niña vietnamita huyendo del napalm, en 1972. La niña colombiana muriendo poco a poco en el agua, en 1986. La niña sudanesa agonizante bajo la mirada de un buitre, en 1993. El niño sirio ahogado en la playa de Bodrum, estos días. Ciertas imágenes causan una tremenda conmoción en eso que llamamos "la opinión pública". Y a veces la conmoción sirve para algo, aunque suela durar muy poco. Cada uno tiene sus problemas y sigue con su vida.Lo inquietante del asunto consiste en que, al parecer, sólo la conmoción tiene efectos. Decir conmoción es decir sensación. Uno acaba preguntándose por qué el término sensacionalismo suele pronunciarse despectivamente, cuando en realidad atendemos fundamentalmente a la sensación, a la emoción, a la lágrima que nos duele y a la vez nos reconforta porque nos recuerda que aún somos buenos. O un poco buenos. O un poco buenos por un ratito. Ese momento en el que gritamos: "¡Que alguien haga algo!"Las fotografías de impacto constituyen un elemento fundamental de la información. Hay aún quien debate sobre la conveniencia de publicarlas: supongo que el onanismo mental cuenta con numerosos adeptos en el periodismo. Las imágenes brutales (no hablo de recrearse en la morbosidad) hacen falta como aldabonazos. Son, sin embargo, solamente eso: aldabonazos. Fogonazos efímeros en la oscuridad de un planeta en el que cada día mueren miles de niños que no deberían morir, decenas de miles sufren la guerra y millones de personas viven en una miseria creada por el hombre.No todo tiene remedio. Cuando lo hay, aplicarlo requiere voluntad, constancia, algunos sacrificios. Las soluciones no surgen de la sensación, sino de la reflexión. Y la reflexión requiere información. El ciudadano que tras ver la foto se interesa por los refugiados y los emigrantes, piensa un rato, decide hacer algo y sigue queriendo hacer algo al día siguiente, forma parte de la solución. El que mira, se emociona, ignora y olvida es, en realidad, parte del problema.
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