sábado, 7 de marzo de 2015

Tu feminismo acaba donde empieza el de las demás




No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades.
Manuel Vilas

No sé si fui tu dueño o un borracho que pasaba.
Andrés Calamaro

No eres buena con las demás mujeres
al pretender tenerme, poseerme,
que te sea fiel y no me las folle.

Eres poco solidaria y lo llevas
a extremos desproporcionados
cuando exiges que ni las mire,
las roce al pasar como distraído,
me pegue más de la cuenta en el metro,
les escriba sonetos encendidos
o me masturbe en mi condición
y cuarto de poeta.

Vale que mis sonetos son horribles
(no encajo sílabas, mis rimas
son sonrojantes, eso por no hablar
del patético esfuerzo por meter,
como sea, la palabra plúmbeo)
y que mis ansias de viejo
verde aún demasiado joven
acabarán por pasarme factura.

Pero has de admitir, al menos, que follo
dignamente y que estás siendo, por tanto,
egoísta con las tuyas.

Sí, de acuerdo que como lo soy yo
con los míos, eso es cierto, al privarles
de tu cuerpo (¡y qué cuerpo!) por mis celos.
Pero, mi amor, no irás a compararme,
que la mujer trabaja tanto en casa
como fuera, curra más y cobra menos…
Así que bien se merece un capricho
aunque sea conmigo y de vez en cuando.

No como esos desgraciados machistas,
que deben dar gracias por que dejéis
que sigan molestando con sonetos
y sobeteos, como para que otro
de ellos tenga el injusto privilegio
de gozar del frenético y pausado
cimbreo cadencioso de tu cuerpo.

(La huida hacia delante
Ediciones de la Isla de Siltolá. 2014)


No hay comentarios:

Publicar un comentario